Hoy hace exactamente un año menos quince días que me dirigí a ustedes a través de una disquisición -que no lucubración- “Ahogados por el fango… o no”, donde trataba de la actualización del lenguaje posmodermo a la que era dado nuestro ínclito presidente del Gobierno, don Pedro Sánchez Pérez-Castejón, y de su recuperación del término “fango”, aplicándolo a la política y elementos adláteres (personas, instituciones y medios de comunicación) contrarios a su siempre noble entender, es decir, a los “no-suyos”. Terminaba yo tal reflexión preguntando al lector: “¿Estará usted enfangado?”. (..)
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Pues bien, un año menos quince días después, es decir, hoy, y después de sobrevivir difícilmente a la insólita vida política y social española de estos cientos de días, que más parecen una vida entera, me siento obligado a volver para contestar por usted y por mí mismo a esa pregunta, entonces retórica pero hoy explícita y rotunda. Y mi respuesta es también explícita y rotunda: estamos todos enfangados hasta la médula. (…)
Las intenciones, a veces -las más, probablemente- no llevan al fin previsto y la realidad, tan voluble, nítida y difusa por momentos, tan caprichosa que depende del estado de ánimo de un subalterno ofendido o de una pareja despechada en la gran olla de las relaciones humanas, tiene vida propia. Así, las de un presidente de algo, incluso las de un presidente de gobierno, pueden resultar fallidas en sus objetivos, pero, acorde con el poder que detenta el bien o mal intencionado, sus consecuencias pueden ser enormes y sus víctimas incontables: la sociedad entera.
Conviene refrescar la memoria (la personal, claro está, que las otras para ellas tienen…). Allá por abril de 2024, dos años después del comienzo de las investigaciones sobre el desbarajuste de las mascarillas y otras menudencias millonarias, consecuencia de la pandemia, y al comienzo de otras investigaciones que apuntaban malamente al entorno personal del Presidente, el señor Sánchez surge de las sombras monacales y pone el fango sobre la mesa. Sobre la mesa de todos los medios de comunicación estatales y en boca de todos los portavoces gubernamentales de todos los niveles con derecho o sin él de aparecer en los dichos medios. De tal forma que el fango inunda media España dejando a salvo a la otra media… de momento.
Pero hete aquí que poco más de un año después ese fango se ha extendido a la otra media España por mor de esa voluble realidad que envuelve, día tras día, no solamente a sus adláteres sino al Gobierno mismo, incluyendo al entorno personal del propio Presidente.
Añado: el Estado puede hurgar los bolsillos del ciudadano en busca del último céntimo -desde siempre ha sido su razón de ser, qué le vamos a hacer-, pero si rastrea las conciencias tasando convicciones y arrancando de cuajo las desafectas, ese Estado pone en juego su propia existencia. Tal cual.
Juan M. Martínez Valdueza
31 de mayo de 2025
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