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Rumbo a las Indias
El joven trujillano estuvo en Nicaragua, en la costa occidental de Nueva España y Panamá, y en expediciones con Pedro de Alvarado. Igualmente, conoció que el 16 de noviembre de 1532 Francisco Pizarro había vencido al Inca Atahualpa en la batalla de Cajamarca y lo tenía prisionero. Ahora bien, la hueste de Pizarro corría peligro por el avance hacia allí de dos ejércitos incas provenientes de Quito y Cuzco, al mando de los generales Rumiñahui y Quisquis, respectivamente.
Orellana quiso ayudar a su primo Francisco y por ello se dirigió hacia el sur. En las batallas libradas en Puerto Viejo, aquel perdió un ojo luchando contra los indios manabitas; pero eso no fue óbice para fundar dicho núcleo el 12 de marzo de 1535 y ser nombrado colono. Al cabo de dos años, ayudó a Pizarro en los asedios incas de Lima y Cuzco dirigidos por Manco Inca; y se vio envuelto en el conflicto de los pizarristas contra los almagristas, con victoria final de los primeros en la batalla de Salinas (1538).
Orellana fundó Santiago de Guayaquil, fue nombrado gobernador y obtuvo ganancias que empleó en el proyecto amazónico. Esa localidad permitía la salida al Pacífico de San Francisco de Quito, ciudad ocupada por Belalcázar y Gonzalo Pizarro, base para la expedición al País de la Canela.
País de la Canela
Cuando en 1540 nombraron a Gonzalo Pizarro gobernador de Quito, había testimonios de indios sobre la existencia en la selva de riquezas y El Dorado, una tierra rica con personas cubiertas de oro y joyas. Algo parecido ocurría con la canela, abundante en dicha selva y codiciada por su alto valor en Europa.
Eso animó a Orellana para sumarse a la expedición de Gonzalo, aunque se gastó más de 40.000 pesos de oro de su peculio en reclutar personal y adquirir armamento, enseres, víveres y equipos para la selva. Logró reunir a 150 hombres, caballerías y 4.000 indios, y con ellos marchó hacia Quito. Él y Gonzalo acordaron seguir dos rutas distintas. El primero, lugarteniente, lo haría por la selva, mientras que el jefe avanzaría hacia oriente por las llanuras andinas y la cuenca del Amazonas. Ambos disponían de 220 soldados españoles y millares de indígenas, amén de piaras de cerdos, rebaños de llamas, bestias de tiro y perros.
En marzo de 1541 las dos unidades iniciaron la marcha según lo previsto en dirección al valle de Zumaco (Sumaco actual), lugar de encuentro en plena selva. Orellana pronto tuvo que arrostrar mil peligros, cuales son la abrupta orografía, las corrientes de agua, el intenso frío, los pasos en la frondosa vegetación y los ataques de los indios. Cien indígenas murieron por fuertes heladas en los páramos de Antisana y Papallacta, al sureste de Quito. El esfuerzo por avanzar era titánico, un infierno, y con todo llegaron a Zumaco, a orillas del río Napo.
Ambos jefes de expedición decidieron buscar los canelos, Nectandra cinamomoides. Orellana partió con 23 hombres y, transcurridos dos meses, encontraron unas pocas plantas sin vigor, sin aromas, carentes de valor e interés para su explotación. En definitiva, regresaron a Zumaco. Gonzalo se enteró del poco éxito de los árboles de canela y decidió construir el bergantín San Pedro con 10 metros de eslora y un mástil para una vela. Nombró teniente general a Orellana y este intentó remontar el río Coca, tributario del Napo, mas no lo consiguió.
La situación se había complicado y algunos hombres, sin alimentos ni riquezas, habían fallecido o desertado de la expedición; y pese a todo, los jefes decidieron avanzar. Gonzalo ordenó a Orellana que siguiera aguas abajo con el bergantín y 60 hombres, incluidos dos sacerdotes –el mercedario Gonzalo de Vera y el dominico Gaspar de Carvajal, cronista–, así como dos negros remeros con el fin de conseguir el matalotaje o aprovisionamiento. También acordaron que, si Orellana y su hueste no regresaban en diez o doce días, Gonzalo volvería a Quito con los demás.
Ruta de Francisco de Orellana por el río Amazonas. Elaboración propia
Gloria de Orellana
Emprendieron el viaje por el río en diciembre de 1541, y pronto el hambre y las enfermedades hicieron mella en la tropa. Carvajal dice que el hambre les apretaba de tal manera que comieron cueros, cintas y suelas de zapatos cocidos. Llegaron al poblado de Aparia, en donde consiguieron alimentos, especialmente huevos de tortuga. Todo ello merced a Orellana que conocía su lengua, lo que aprovechó para tomar posesión de Aparia e Irimara en nombre de la Corona española.
Orellana propuso regresar a Zumaco, acorde con lo pactado con Gonzalo, mas los subordinados se opusieron porque era un suicidio. Aquel lo aprobó con la condición de esperar unos días a Gonzalo. Estuvieron un mes y mientras decidieron recopilar materiales para construir otro bergantín. Antes de seguir aguas abajo, los soldados votaron por unanimidad al jefe en calidad de capitán. En paralelo, y sin que este grupo tuviera noticia alguna, Gonzalo Pizarro y 80 hombres habían regresado a Quito.
Los soldados y el capitán zarparon de Aparia el 2 de febrero de 1542 y descendieron por el río Napo hasta su desembocadura en el llamado Marañón o Francisco de Orellana. En un sitio cercano a Leticia, y con ayuda de los nativos, construyeron el segundo bergantín, Victoria, diseñado con 13 metros de eslora por el ingeniero improvisado Diego Mexía. Partieron en abril y llegaron a Machiparo, en donde fueron recibidos por indígenas amenazantes. Después de un intercambio de lluvias de flechas y disparos de arcabuces y saetas, los españoles se retiraron y llegaron al dominio de los omaguas, más amistosos. Navegaron hacia oriente y alcanzaron tierras del cacique Paguana, hospitalario y del cual otros indios decían que vestía ropas de oro y plata, pero no era así.
Al sur de Manaos encontraron la salida de las aguas del río Negro al Amazonas, aguas muy oscuras, de tinta; y en junio llegaron a la corriente de Madeira, tributario del principal. Navegaron con dificultad por la hostilidad indígena y la necesidad de alimentos. En una parada, fueron atacados por amazonas, mujeres guerreras ornamentadas con plumas de guacamayos; legendarias luchadoras, origen del topónimo del río Amazonas.
Río Negro, afluente del Amazonas. Cortesía de Loreto de la Cuesta
Río Amazonas
La cercanía de una masa de agua salada, islas en su interior y poblados alejados de las orillas presagiaban la desembocadura del Amazonas en el océano Atlántico, hecho acaecido el 24 de agosto de 1542. Descansaron y repararon los dos bergantines durante dos días y salieron a alta mar. Bordearon la isla de Marajó y continuaron con rumbo norte. Una fuerte tormenta en el océano dispersó a las dos naves y ambas navegaron a la deriva. Coincidieron en Nueva Cádiz, isla de Cubagua (actual Venezuela) el 11 de septiembre. En la misma fecha, en el extremo occidental del continente americano sucedía otro hecho similar, por cuanto Gonzalo Pizarro con 80 debilitados soldados hollaban el suelo de Quito.
Viaje a España
Habían pasado casi dos años desde que la hueste de Orellana zarpó de Guayaquil y Quito, y una vez que terminó la expedición del Amazonas, la mayoría de los soldados volvieron a Perú para participar en otras exploraciones. Pero ese destino no fue el de Orellana, dado que quería seguir su proyecto amazónico y necesitaba medios suficientes y ser gobernador. Además, él había sido denunciado por Gonzalo Pizarro por abandono, alzamiento y traición al no regresar a Zumaco tras su separación en la Amazonia. En suma, precisaba visitar España y reunirse con el emperador Carlos V o el Consejo de Indias.
Así, Orellana y su séquito se trasladaron a la isla Trinidad para adquirir una nave y arribaron a Santo Domingo en noviembre de 1542; finalmente, llegaron a la corte española (Valladolid) en mayo de 1543. Ante el Consejo de Indias, el trujillano explicó el viaje realizado y presentó un Memorial, incluyendo los gastos de aprestos por más de 40.000 pesos de oro para la expedición; y les habló de los indígenas que podrían ser católicos.
Los miembros del Consejo se quedaron impresionados, y no solo absolvieron a Orellana de todos los cargos, sino que le dieron varios títulos. El 13 de febrero de 1544 se le otorgó Capitulación para efectuar el descubrimiento y población de Nueva Andalucía, fundar dos pueblos: uno a la entrada del río y otro, tierra adentro; y se le nombraba adelantado, gobernador y capitán general. La preparación del viaje se demoró por falta de fondos y, cuando mediaba noviembre de 1544, él casó con doña Ana de Ayala, sevillana de familia acomodada que lo acompañó en el proyecto.
Ascenso del Amazonas
Con cuatro navíos y 400 hombres, Orellana partió de Sanlúcar de Barrameda rumbo al Nuevo Mundo en mayo de 1545. Entre los ocupantes iban colonos dispuestos a establecerse en esas tierras de promisión, tierras descubiertas y nombradas Nueva Andalucía. Hicieron escala en Tenerife y en las islas de Cabo Verde, en donde perdieron una nave, y otra perdieron en la travesía por una fuerte tormenta. Por fin, alcanzaron el delta del Amazonas y con dos naves intentaron remontar el río. El delta tenía tantas ramificaciones que, ciertamente, les costó localizar el cauce principal. Varios soldados y Orellana navegaron aguas arriba y, pasados varios días sin noticias, otros compañeros fueron a buscarlos.
Al regreso, uno dijo a la esposa de Orellana que su marido enfermó y se detuvo a la orilla de la corriente; luego llegaron indios y lo flecharon sin compasión. Las flechas envenenadas y su enfermedad acabaron con su vida en noviembre de 1546. Su cuerpo fue inhumado junto a un árbol, cerca de la actual Santarén, igual que el resto del grupo. Eso contó un soldado a doña Ana de Ayala cuando se encontraron en la isla de Margarita, enclave de espera de los acompañantes del grupo principal. En definitiva, solo sobrevivieron 44 personas, según aseguró la esposa de Orellana y el soldado Juan de Peñalosa. Al final, estos se casaron y residieron en Panamá.
Conclusiones
Orellana llevó a cabo una de las epopeyas más destacadas de los exploradores en el Nuevo Mundo. Fue el primer europeo que recorrió en barco el curso casi completo del Amazonas. Abrió una nueva ruta en el desconocido territorio americano y dio a conocer lugares, etnias y experiencias nunca logradas por ser humano alguno.
Jose Garrido Palacios
Teniente coronel del ET (R). Doctor en Filosofía y Letras
AEME