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El pasado 31 de julio fue asesinado en Teherán el líder político de Hamás, Ismail Haniya, cuando acababa de asistir a la toma de posesión del moderado nuevo presidente iraní, Masud Pezeshkian. Irán ha prometido responder a este ataque que atribuye a Israel mientras el Gobierno de este país guarda silencio.
Al día siguiente, en unos funerales de Estado en la capital persa –así los definieron los medios oficiales del país– donde el líder supremo de Irán, el ayatola Alí Jamenei, dirigió en persona la oración fúnebre, el presidente del Parlamento, Mohamed Baqer Qalibaf, declaraba lo difícil que es para un país asumir que un “invitado” sea asesinado en su propio territorio.
Por otra parte, el día anterior 30 de julio murió el comandante militar, Fuad Shukr, número dos del grupo armado chiita libanés Hezbolá, apoyado por Irán, en un ataque israelí que impactó en un edificio de un suburbio del sur de Beirut. El ataque fue reconocido por Israel justificándolo como respuesta al ataque con cohetes, ordenado por Fuad Shukr, llevado a cabo tres días antes en los Altos del Golán en el que murieron 12 niños.
El líder de Hezbolá, Hasán Nasrallah, declaró el 1 de agosto, durante el funeral de Fuad Shukr, que el enemigo y los que están detrás del enemigo deben atenerse a que sea inevitable una respuesta. A mayor abundamiento, Nasrallah ha señalado hace pocos días que la tensa espera en Israel ante el ataque forma parte del castigo y de la respuesta.
Desde hace ya dos semanas, Israel está a la espera de un ataque de Irán coordinado con las milicias proiraníes del llamado “eje de resistencia”, una alianza contra Israel y contra la influencia estadounidense en Oriente Medio, donde se integran Hezbolá en Líbano, milicias en Siria e Irak, los huties de Yemen junto a Hamás y la Yihad Islámica en Gaza.
En una primera lectura, cuatro son las posibles consecuencias de estos dos asesinatos selectivos de Israel. La primera se refiere a la rotura de la esperada reanudación de las negociaciones del acuerdo nuclear de 2015 entre Irán y las potencias mundiales –Estados Unidos, China, Rusia, Francia, Reino Unido, Alemania y la UE– abandonado unilateralmente por Donald Trump, en 2018, en un momento en que el nuevo presidente iraní ha asumido como un importante reto la distensión en relaciones exteriores, al mismo tiempo que ha reforzado la tesis de la facción ultraconservadora iraní hostil a cualquier entendimiento con Occidente.
La segunda se relaciona con el negativo impacto que produce en las negociaciones de alto el fuego en la guerra de Gaza, que se reanudan hoy jueves. En tercer lugar, puede influir en que se origine una incontrolada escalada regional en Oriente Medio. Por último, la posible intervención de otros actores internacionales con intereses en la zona incrementa gravemente la tensión en el sistema de seguridad global.
El día 3 de agosto, el Pentágono aprobó el envío a Oriente Medio de buques y aviones para mejorar la protección de las fuerzas estadounidenses allí desplegadas, aumentar el apoyo de Israel y garantizar que Estados Unidos esté preparado para responder a cualquier acción bélica en la zona. Hace unos días, el gobierno estadounidense anunció el traslado al Mediterráneo oriental de un submarino equipado con misiles.
Con independencia de este envío de material militar, Estados Unidos ha aprobado, el pasado martes, día 13, la venta a Israel de un paquete de armas por un valor cercano a 20.000 $, que incluye 50 aviones de combate F-15 y misiles avanzados que serán entregados a partir de 2029.
El Gobierno estadounidense espera que Irán evite atacar si prospera un acuerdo de alto el fuego en Gaza, aunque no será fácil toda vez que el nombramiento del nuevo líder absoluto de Hamás, Yahia Sinwar, el pasado 6 de agosto, cerebro del ataque a Israel del pasado 7 de octubre, y partidario de la línea más dura y violenta del Movimiento de Resistencia Islámica, supone un inconveniente.
Por otro lado, Estados Unidos está intentando forjar una coalición de apoyo a Israel, ya sea activamente, ya sea con información o ya sea con el uso del territorio, incluyendo también el derribo de drones y misiles, de una forma similar al ataque de Irán a Israel el pasado mes de abril.
Algunos analistas aseguran que el doble asesinato de Shukr y Haniya puede considerarse como un intento israelí de arrastrar a Washington a una guerra regional que no desea, justo cuando Irán acaba de elegir a un presidente más abierto al diálogo nuclear. A Israel no le interesa de ninguna manera que Irán pueda tener una relación normal con Occidente.
Sin duda, el ataque de Irán estará dirigido por la Guardia Revolucionaria, el ejército paralelo iraní que ejecuta la política regional del país persa a través de su Fuerza Al Quds (Jerusalén). Esta fuerza de élite entrena, prepara y apoya a los actores no estatales aliados de Irán que conforman el “eje de resistencia” antes citado.
Por otra parte, la reciente declaración conjunta de Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia y Reino Unido, pidiendo a Irán que no ataque a Israel toda vez que produciría graves consecuencias para la seguridad regional, mostrando al mismo tiempo su apoyo a Israel, fue rechazada por Irán, afirmando que Teherán nunca cederá a presiones o sanciones ya que tiene derecho a responder a los agresores de acuerdo con las normas internacionales.
En estos momentos, en el que las espadas están en alto ante un posible ataque iraní, se prevén las tres opciones siguientes:
- Un ataque masivo, a gran escala y coordinado, contra Israel y contra fuerzas estadounidenses desplegadas en la región, llevado a cabo por Irán y sus aliados del “eje de resistencia”. Esto llevaría a una escalada en Oriente Medio de consecuencias imprevisibles en virtud de los actores internacionales que pudieran intervenir.
- Un ataque masivo, coordinado o no, contra bases militares y puntos estratégicos de Israel, incluyendo Tel Aviv como respuesta ajustada a los ataques israelíes en Teherán y Beirut. Se produciría una respuesta israelí proporcional a los daños ocasionados por el ataque de Irán.
- Un ataque simbólico, similar al llevado a cabo por Irán, el pasado mes de abril, medido y controlado en todo momento, en cooperación o no con integrantes de milicias proiraníes. Irán cumpliría con su derecho de respuesta y podría mantener la necesaria y suficiente disuasión con Israel.
La lógica estratégica nos dice que, dada la actual situación interna en Irán, con un gobierno recientemente nombrado –aunque es cierto que continúa el líder supremo– y con un presidente moderado que quiere priorizar las relaciones exteriores, a lo que se añade que tanto en la respuesta a los ataques 1) y 2) va a intervenir Estados Unidos, el país persa se incline por la opción 3).
De esta manera, Irán conserva su prestigio con su derecho a responder y sigue manteniendo el nivel de disuasión adecuada con Israel. Por otra parte, la opción c) permite que se reanuden las negociaciones de alto el fuego en la guerra de Gaza. No obstante, las autoridades iraníes tienen la palabra.
Madrid, 15 de agosto de 2024
GD (R) Jesús Argumosa Pila
Asociación Española de Militares Escritores