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En el otoño de 2022, Ucrania cambió de actitud y llevó a cabo una contraofensiva reconquistando una gran parte del terreno que había sido ocupado por Rusia, especialmente en la provincia de Jarkov, y algo menos en la de Jerson. Esta contraofensiva continuó durante el invierno y llegó hasta bien entrado el verano de 2023. Durante ese tiempo Rusia se mantuvo en una actitud defensiva y organizó un sistema defensivo con una fortificación lo suficientemente fuerte como para impedir cualquier penetración importante de fuerzas ucranianas.
Después de un periodo con ataques y contraataques sin apenas profundidad, por ambos lados, desde el otoño de 2023 hasta el inicio de la primavera de 2024, Rusia de nuevo recupera la iniciativa y, a partir del 10 de mayo, empieza con la ofensiva que actualmente está llevando a cabo, combinado los ataques de infantería con el lanzamiento de granadas de artillería y misiles destruyendo infraestructuras de comunicaciones y de centrales de energía ucranianos.
La valoración del estado actual de la guerra en Ucrania se puede analizar esquemáticamente presentando la situación bélica en los tres niveles clásicos del desarrollo de la guerra, el nivel estratégico, el nivel operacional y el horizonte táctico. Todo ello después de que Ucrania es apoyada económica y militarmente por Occidente mientras que Rusia recibe apoyo financiero de China y de armamento y munición de Irán y Corea del Norte, entre otros países.
En el nivel estratégico, Rusia continúa implantando su estrategia de líneas exteriores, en este caso abriendo un nuevo frente de batalla en la provincia de Jarkóv que se suma a los dos frentes ya existentes del Dombás en el este y de Zaporiya y Jersón en el sur. Asimismo, ha establecido una guerra de desgaste con la intención de doblegar y anular la capacidad de resistencia ucraniana dado que el país del Dnieper dispone de recursos y producciones de material de guerra mucho más limitados que el país de los zares.
En el lado de Ucrania, se realiza una estrategia de líneas interiores, con la intención de ejercer una defensa móvil que permita parar la ofensiva rusa. Por otra parte, es preciso tener en cuenta que, si Rusia recibe apoyos necesarios y suficientes de sus partidarios con mucha antelación para las necesidades del campo de batalla, a Ucrania llegan ayudas de Occidente con mucho retraso lo que origina una lucha desigual y asimétrica entre ambos contendientes puesto que los rusos están combatiendo con medios militares abundantes sin apenas tener carencias sustanciales.
En este mes de junio, la iniciativa está en manos de Rusia, en tanto que Ucrania está a la espera de que lleguen los apoyos militares que ha prometido Occidente y que, a todas luces, van a estar disponibles para Ucrania demasiado tarde para hacer frente con la suficiente solidez y eficiencia a la actual ofensiva rusa. No obstante, en este momento existe un parón estratégico al que no se le ve ninguna salida creíble y eficiente.
En el escenario operacional, ambos contendientes tienen al personal de sus fuerzas armadas sometido durante mucho tiempo a un duro y despiadado proceso de agotamiento en el combate que afecta muy negativamente a la voluntad de vencer y a la moral. Por otro lado, el material ha sufrido un gran desgaste con independencia de que alguno ya está obsoleto, particularmente en el lado ruso.
En cuanto a la actuación en el nivel operacional de sus fuerzas armadas, en este momento ninguno de los dos contendientes está en condiciones de establecer una organización operativa capaz de llevar a cabo una ofensiva resolutiva que permita profundizar en las posiciones defensivas del contrario para alcanzar la victoria militar.
En esta situación, las posiciones defensivas del frente de batalla que tienen una extensión cercana a los 1000 km. continuarán durante bastante tiempo siendo inexpugnables para ninguna de las dos partes. Por ello, en esta guerra de posiciones, de carácter estático con muchas similitudes con la guerra de trincheras de la IGM, no se prevé que haya grandes cambios en la línea del frente que dé lugar a una importante ventaja estratégica para ninguno de los dos adversarios.
Siendo esto así, ¿qué se puede esperar en la evolución del nivel operacional que consiga cambiar drásticamente esta guerra de desgaste para que una de las dos partes alcance una ventaja decisiva que pueda inclinar la balanza de la guerra a su favor? La lógica de la guerra nos dice que en estas condiciones lo que se espera son negociaciones para un armisticio o para un tratado de paz.
Por último, en el horizonte táctico, es verdad que Occidente acaba de dar luz verde a la utilización, por parte de Ucrania, de armamento aliado para llevar a cabo ataques en territorio ruso como respuesta a los ataques que está realizando el país de los zares en territorio ucraniano. No se debe olvidar que Rusia está atacando Ucrania con armamento de Irán y de Corea del Norte sin que nadie le haya puesto ninguna restricción.
Pero también es cierto que Occidente continúa con restricciones en el uso de algún tipo de armamento como puede ser el alcance de los misiles ATACMS estadounidenses o la negativa de Alemania de apoyar a Ucrania con sus misiles Taurus de largo alcance. Esto se suma al retraso en llegar a tiempo el armamento al campo de batalla para hacer frente con plena eficacia a la ofensiva rusa. Por solo mencionar dos tipos de ayudas, la munición de artillería o los cazas F16 constituyen un ejemplo de lo mal que se están gestionando estos apoyos. En todo caso, se puede afirmar que, en las condiciones existentes del campo de batalla, los ataques rusos y contraataques ucranianos apenas conseguirán cambiar sustancialmente la actual línea del frente.
Putin está aprovechando este momento de desasosiego y cambio en Occidente, preocupado por la guerra en Gaza, las inmediatas elecciones europeas, el cambio del Secretario General de la OTAN este otoño o las inciertas elecciones presidenciales en Estados Unidos del próximo mes de noviembre, para alargar la guerra hasta noviembre, manteniendo la actual línea del frente de 1000 km, ocupando una gran parte del territorio ucraniano que le permite disponer de importantes bazas estratégicas de cara a futuras negociaciones.
Mientras tanto Ucrania está siendo “mutilada” sin acceso al Mar de Azov y a una amplia costa del Mar Negro, aparte de haber perdido en favor de la ocupación rusa cerca del 20% de su territorio. El apoyo occidental está llegando tarde y los combatientes ucranianos están pereciendo como los espartanos en las Termópilas, en este caso, para defender y salvar a los ciudadanos europeos. No es fácil entender el incomprensible e inexplicable retraso del apoyo de Occidente a Ucrania.
GD (R) Jesús Argumosa Pila
Asociación Española de Militares Escritores
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