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¿Por qué no se queda el avión en el Peñón o no sale de GB, esperando a que se resuelvan los problemas que puedan surgir en la colonia militar?
¿Por qué España tiene que ceder y, además, sacarles las castañas del fuego a estos viajeros a base de “buena voluntad” o, mejor, de estupidez supina?
Porque el proceso es que si el aeródromo de Gibraltar se cierra por lo que sea, ¿qué hacen los viajeros que quieren salir o llegar a él? Los que salen, irse al aeropuerto de Málaga (entran en zona Schengen) para coger allí el vuelo que quieran. ¿Y por qué pueden hacerlo? Porque aunque la policía española intente poner freno al desenfreno, Picardo, el alcalde, llama a Marlasca y este da las órdenes oportunas para que se abra la Verja y uno, dos, o los autobuses que sean salen por ella y esos viajeros lleguen a Málaga y puedan coger un avión para GB o se vayan a París de vacaciones. El proceso de los que llegan a Málaga es el mismo.
Lo dicho, estupidez, buenismo y bajada de pantalones a espuertas.
Mientras que en el Congreso de los Diputados se escenificaba un golpe de Estado institucional el pasado 15 de diciembre, liderado por el PSOE y aplaudido con entusiasmo por todas las fuerzas políticas que desean la destrucción de nuestra nación (izquierda, extrema izquierda, nacionalseparatistas, comunistas, filoetarras, etc.), frente a la actitud del PP, VOX y lo que queda de Ciudadanos, más dos o tres diputados del grupo mixto, en el ministerio de Exteriores se reunía el ministro Albares y su homólogo británico, James Cleverly, para tratar, entre otros, del tema de Gibraltar.
Según la prensa gibraltareña, esta reunión coincidía con el 40 aniversario del día en que el PSOE felipista abrió la Verja de Gibraltar tras su cierre “por el dictador fascista Francisco Franco”.
Se suponía que tras esta reunión habría fumata blanca celebrando el ansiado acuerdo entre la UE y GB. Pues no. Ni siquiera una declaración conjunta de ambos ministros.
“Dictador fascista”. Es muy posible que si los españoles quieren en las próximas elecciones de mayo y diciembre que España siga por el rumbo por el que le lleva el PSOE sanchista junto con todos sus socios -enemigos radicales de la libertad y de España-, volvamos a tener que hablar de dictadura, en este caso socialista. No sería la primera vez.
Y después de esa reunión, el ministro Albares se hace el tonto -o el ignorante, o el inútil, nada extraño en el seno de ese Consejo de Ministros multitudinario donde hasta el que lo preside es un “cumfraude”-, cuando dice que no tiene constancia de que en la colonia militar británica de Gibraltar se reparan submarinos nucleares (británicos y norteamericanos). ¿Tonto o cretino?, pues con sus colegas del Consejo creen que todos los españoles son tontos todos los días y a todas horas.
Eso sí, sea como sea hay que lograr un acuerdo de la UE con GB, porque eso sería otro hito más en el continuo escaparate de publicidad y propaganda que “Producciones Moncloa” elabora a diario, con la colaboración inestimable de cientos de periodistas apesebrados y/o fanatizados para que su ídolo, Pedro Sánchez, terminara siendo el jefe de un Estado de la Unión Popular de Repúblicas Ibéricas. Estos, junto a otros elementos como jueces y magistrados, escritores, artistas del cine, teatro o TV (ahora llamados gente de la cultura), etc.
Está claro. Albares y todo lo que representa como ministro, no parece querer saber nada ni de la soberanía del Peñón y, mucho menos, que se toque un pelo a la colonia militar británica y sus instalaciones en manos del gobierno británico, la Royal Navy y la RAF. Esto, al parecer, es secundario. Lo importante es que exista entre GB y España buen rollito, que se resuelva el asunto del control del espacio Schengen como sea, y que algo de las sobras de la prosperidad de Gibraltar les llegue a otros municipios del Campo de Gibraltar. A esto parecen reducirse las aspiraciones de este hombre. Mientras que GB hará lo que deseen los gibraltareños y, por supuesto, mantendrá su colonia militar intacta, sin que ningún Albares ni ningún Sánchez se atrevan a pedir explicaciones de lo que los militares británicos hacen y deshacen en ella.
El 19 de diciembre del 22, la Comisión Europea incluyó a Gibraltar en su lista negra de territorios con “alto riesgo” de blanqueo de capitales y financiación del terrorismo, clasificación que no implica sanciones pero obliga a los bancos europeos a reforzar los controles de sus operaciones en las que participan clientes o entidades de ese territorio. En esta lista negra también figuran Emiratos Árabes Unidos, República Democrática del Congo, Mozambique y Tanzania.
Porque en Gibraltar se ubican 35.000 empresas con capitales nada transparentes, en las que figuran socios españoles de casi todos los colores políticos, para poder formar un bonito arco iris de preciosa estampa.
Y mientras que el ministro Albares seguía diciendo que el acuerdo entre la UE y GB estaba cerca, GB se negaba a aceptar fuerzas de seguridad españolas que controlen la entrada de personas y mercancías por el puerto y aeródromo de Gibraltar. La matraca de la mentira de lo de la “prosperidad compartida” es lo que se ha convertido para el ministro en verdad oficial. ¿Cómo puede ser posible ese cuento, con los gibraltareños con una renta per cápita de 92.000 euros y una tasa de paro del 3 %, frente a sus vecinos con una renta de 16.400 euros y el 32 % de paro?
Con una inestabilidad política preocupante en GB, 2023 será año electoral en España y también en Gibraltar. No puede continuar la situación como hasta ahora. Tendrá que tomar una decisión para la colonia militar británica quiera o no quiera. Aun a costa, si hace falta, de nuestros intereses nacionales.
Diciembre del 22 se le llamó en España “mes negro”. Y no sin razón. Porque el conjunto de las llamadas “fuerzas progresistas de izquierdas” (a la cabeza de las cuales está siempre el PSOE), entre las que figuran todos los partidos políticos y grupos que lo que desean, por encima de todo, es la destrucción de la unidad de nuestro país, lograron éxitos políticos sin precedentes con sus ideologías de extrema izquierda y fanatizados seguidores, liderados todos por ese PSOE que desde su fundación en 1879 en Madrid ha sido, sin duda alguna, el partido que siempre le ha hecho más daño a España en todos los sentidos. Cualquier PSOE.
Así, después de aprobar la falsa Ley de Presupuestos del Estado para 2023, con unos hipotéticos ingresos que no se lograrán, se aprobó también la Ley comunista del “Sí es sí”, que ha rebajado ya decenas de condenas a maltratadores de mujeres, pederastas y asesinos. La peor Ley contra la seguridad de la mujer.
También se suprimió por Ley ordinaria y sin debate el delito de sedición, para que quien desee conspirar y atacar la unidad de España, pueda hacerlo sin limitaciones y a lo bestia.
También se rebajaron las penas por malversación de caudales públicos, para que quien haya robado a mansalva pueda seguir haciéndolo sin problemas.
También se aprobó una nueva Ley del Aborto, con características más aberrantes que la anterior.
También se aprobó la llamada Ley “Trans”, con efectos devastadores para niños y adolescentes.
O la Ley de Bienestar Animal, para una mayor protección de los seres irracionales que la del hombre.
Y así hasta un total de 17 Leyes de ingeniería social casi todas aprobadas a toda velocidad y con nocturnidad, a mayor gloria del “progresismo” menos lógico y más antinatural que la mente humana pueda imaginar.
Además, a partir de enero del 23 se tocará generala para, a toda velocidad, el Ejecutivo y Legislativo (que es lo mismo en España) puedan hacerse con el Poder Judicial por completo (quizás con el apoyo del PP) y, sobre todo, poder dominar totalmente el Tribunal Constitucional, para que éste apoye sin fisuras ni complejos todo lo que socialistas, comunistas, separatistas, filoetarras, y demás ralea “progresista” quiera imponer a todos los españoles. Incluidas, naturalmente, las “consultas” de autodeterminación de los “cortijos” separatistas. Para toda esta gentuza, el Constitucional es el máximo trofeo a conquistar.
Si lo logran, el actual presidente del Gobierno puede llegar a pensar -dado su carácter sicopático-, que podría llegar a ser presidente de la Unión de Repúblicas Socialistas Ibéricas, ambición no descartable en semejante sujeto.
Enrique Domínguez Martínez-Campos