... Entender el alcance de un problema es lo primordial para encontrar su solución. Y todo parece indicar que la Unión Europea (UE), a juzgar por las medidas que está adoptando, parece estar en el camino de encontrar una solución satisfactoria al problema planteado.
Conviene distinguir entre los dos grandes grupos en los que se puede dividir la inmigración ilegal: la de carácter económico constituida por personas que solo quieren encontrar una vida mejor, de la inmigración producida por causas políticas ante la cual solo estaríamos ante un fenómeno de refugiados en busca de asilo. Y aun esta última clasificación podría subdividirse en otros dos grupos: la inmigración espontánea de personas que solo buscan encontrar la seguridad de sus propias vidas y la de sus familias, de la inmigración de personas cuyo fin último es introducirse como terroristas o radicalistas religiosos en el país de acogida. Esta forma de inmigración es la más odiosa, por su objetivo último de llegar a constituirse en instrumento de organizaciones radicales que solo buscan alcanzar sus fanáticos objetivos mediante el terror.
Hasta hace pocos años la mayoría de los inmigrantes que llegaban a Europa eran simples inmigrantes económicos. Se podría afirmar que la inmigración, aun ilegal, era algo aceptable por la mayoría de los países europeos porque tal inmigración no era masiva, como es hoy, y venía, además, a contribuir a resolver el importante problema del relevo generacional.
Sin embargo, el cuantioso volumen que esta inmigración ilegal está alcanzando en todos los países de la UE, y su naturaleza, muchas veces indeterminada, se ha convertido en una verdadera amenaza no solo para la economía y la seguridad de los países de acogida sino también una verdadera amenaza para su propia existencia como sujetos de una determinada identidad religiosa y cultural.
Aparte de los graves errores cometidos por los EEUU y la UE, en su conjunto, con la no menos importante colaboración de Rusia, la actual inmigración ilegal, tal como la estamos conociendo, es el resultado de varias circunstancias o procesos superpuestos en un tiempo histórico aún muy próximo.
Proceso de descolonización de África.
La descolonización de este continente fue un proceso iniciado a mediados del siglo pasado, llevado a cabo con prisas innecesarias, para dar lugar a la aparición de una buena colección de repúblicas independientes. Esta descolonización es el antecedente más lejano que se puede encontrar al actual desastre de una inmigración ilegal subsahariana descontrolada y casi inmanejable. Es bueno que los pueblos se gobiernen a sí mismos, pero no en la forma en que se viene haciendo desde entonces.
Reino Unido y Francia tenían grandes posesiones en África, pero Alemania, España, Italia, Bélgica y Portugal también tuvieron las suyas. Las consecuencias de este proceso de descolonización fueron en general tan variadas como la pérdida de recursos naturales, graves limitaciones de carácter económico o fronteras artificiales que posteriormente fueron orígenes de graves conflictos entre vecinos.
En la actualidad, casi todos los países europeos se han retirado del territorio africano. Los gobiernos coloniales, después de todo, no fueron tan perjudiciales como los gobiernos africanos que los sustituyeron.
Gran parte de la ayuda económica que recibieron los países descolonizados fue despilfarrada por dictadores corruptos con el consiguiente daño a la educación, la salud pública o la estabilidad política de los países afectados. Guerras internas basadas en rivalidades étnicas, diferencias religiosas y falta de reconocimiento de sus propias fronteras hicieron el resto, hasta hoy. Todo ello, unido a pandemias de todo tipo, impiden a la juventud africana encontrar en su propia tierra cualquier aliciente para permanecer en ella. La marcha hacia el Norte está servida.
La invasión de Irak en el año 2003 y derrocamiento de Saddam Hussein
Esta guerra fue otro de los pecados capitales del mundo occidental, gobierno español incluido. Dejando aparte los graves errores cometidos por Saddam Hussein, como fue la invasión unilateral de Kuwait en 1990, su derrocamiento, y posterior desaparición como elemento estabilizador en una zona del mundo árabe que no lo era, por la sola disculpa de estar en posesión de armas de destrucción masiva que nunca fueron encontradas, fue una de esas perversas decisiones que quedan expuestas para siempre ante el juicio de la Historia. Como resultado indeseable el Estado Islámico o Dáesh vino a establecerse en ambos lados de la frontera de Irak y Siria sembrando el terror en las poblaciones locales y en la opinión pública mundial.
La Primavera Árabe y su influencia en Siria y Libia.
La conocida como Primavera Árabe empieza en Túnez en el año 2011. En sus principios este movimiento fue bien visto y ampliamente apoyado por el mundo occidental que cayó en la ficción de creer que la democracia estilo occidental podría establecerse en los países árabes, con la esperanza de poder defender mejor sus propios intereses. La globalización de las ideas occidentales, bien difundidas entre los jóvenes de los países del norte de África por Internet, ya desde el año 2008, alimentaron la ficción y sus nefastas consecuencias.
En Túnez y en Egipto los rebeldes derrocaron a los respectivos gobiernos en pocas semanas, pero en países como Libia o Siria, los respectivos gobiernos se negaron a abandonar el poder, lo que llevó a parte de la población a armarse y a comenzar cruentas guerras civiles en ambos países.
Emigración desde Libia.
En Libia, los rebeldes insurgentes derrocaron con ayuda de la OTAN a las fuerzas gubernamentales, seis meses después del inicio de la revolución. Solo el expresidente italiano Silvio Berlusconi se dio cuenta del error que se iba a cometer con este derrocamiento, pero no pudo llegar a tiempo de evitarlo, como intentó hacer ante el Consejo de Seguridad.
Hasta entonces Libia recibía una considerable cantidad de inmigrantes procedente del sur del Sahel, la llamada África negra, que solo pretendían mejorar sus condiciones económicas sin que en ningún momento pensasen en cruzar el Mediterráneo para alcanzar la UE. Fueron las mafias y los contrabandistas los que pensaron por ellos para entrar en un negocio demasiado lucrativo.
Libia se encuentra actualmente dividida en dos partes principales, de momento irreconciliables:
–Una oriental bajo el mando del general Kalifa Hafter que cuenta con el apoyo directo de Francia, Rusia y otros países del mundo árabe.
–Otra occidental bajo el mando del presidente Al Sarraj, que dirige el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA), que es apoyado por Italia y Turquía principalmente.
–A su vez, Alemania, trata también de defender sus intereses en Libia, con independencia de Francia e Italia.
Esta situación demuestra que la UE, en su conjunto, está todavía lejos de alcanzar una política exterior común si bien está consiguiendo disminuir la inmigración ilegal procedente de Libia mediante las operaciones de la EUNAVFORMED Sophia, ya finalizada, y su sucesora, la operación Irini, en la que España no participa.
Emigración desde Siria.
En Siria confluyen todos los males imaginables que pueden llegar a afectar gravemente la existencia de un país. Su propio Presidente Al Assad puede incluirse en este grupo de desgracias que afectan a la nación siria porque ha utilizado todos los medios y alianzas a su alcance para permanecer en el poder contra viento y marea. Incluso con el empleo de armas químicas contra los insurgentes escondidos en zonas urbanas sin importarle las consecuencias para su propio pueblo, que dice defender. Y parece que lo ha conseguido.
La situación es tan compleja que todos los participantes han cometido graves errores que han conducido al sufrido pueblo sirio a una situación de martirio continuado. Cientos de miles de muertos han llevado a Siria al lado más oscuro de la Primavera Árabe. Las interferencias de los EEUU, Irán y Rusia hicieron el resto. Con una Siria prácticamente destruida, una emigración masiva y descontrolada hacia Europa, a través de Turquía, fue inevitable. Turquía encauza toda la inmigración que recibe de Siria hacia la UE, principalmente a través de Grecia. Más de 40.000 inmigrantes llegaron a Grecia durante los primeros nueve meses de 2019, y más de la mitad de ellos llegaron en los últimos tres meses, según nuevos datos recopilados por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Como resultado de la mano dura de Italia con la inmigración ilegal, los flujos migratorios a Europa se desplazaron aún más al oeste, en dirección a España, que en 2018 sustituyó a Italia como principal puerta de entrada para la inmigración ilegal. Más de 65.000 inmigrantes llegaron a España en 2018, según la OIM.
Se cree que más de 6 millones de inmigrantes están esperando en países de alrededor del Mediterráneo para cruzar a Europa, según un informe clasificado del Gobierno alemán filtrado al periódico Bild.
En resumen, la situación política en todo el arco mediterráneo es lamentable. Turquía tiene una parte de su territorio que es europeo, como le sucede a Rusia. Si ambas perteneciesen a la UE quizá fuese posible salir de la locura en la que estamos envueltos.
CN (G) (R) Aurelio Fernández Diz
Asociación Española de Militares Escritores