... antes de que los grandes machos con cabezas bien pobladas destrocen entre sí sus cornamentas, hay una preselección entre los jóvenes candidatos del rebaño que, con tres o cuatro puntas a lo sumo, se postulan para tener derecho en la próxima berrea.
Son estas unas peleas intestinas, casi familiares, sin ni siquiera la presencia de las hembras a cubrir, las que fijan posiciones y marcan liderazgos para la pelea final.
Las primarias del PSOE al Ayto. de Madrid hubieran pasado por una “berreíta” típica si no fuera porque hubo más sangre de la normal en esas peleas de adolescentes. Se dieron de lo lindo.
En streaming, casi sin testigos directos se llevó a cabo el encuentro feroz entre un advenedizo, amigo del macho alfa, y dos candidatos de la familia. Todos contra todos. A degüello.
Contaron los testigos que el invitado del macho alfa no estuvo a la altura, que reculaba en el cuerno a cuerno, que se le notaba falto de experiencia, que escarbaba entre sus apuntes para mantener la posición. Sin embargo… la manada familiar le dio la aprobación.
Bienvenido sea el advenedizo, tal vez haga falta sangre nueva que regenere la endogámica familia que ha degenerado por tanta consanguinidad.
Casos parecidos de luchas encarnizadas estamos viendo en otros partidos. El aparente pucherazo en Ciudadanos en cuyo partido la Comisión de Garantías ha tenido que dejar sin efecto la victoria provisional de Silvia Clemente sobre Francisco Igea por irregularidades manifiestas en la votación es un ejemplo más. Silvia había sido otro “fichaje estrella” del núcleo duro de Cs con abierta oposición de muchos militantes, pues una sombra de duda se cernía sobre ella tras su paso por la Consejería de Agricultura, cuando militaba en el PP. Varias tramas de ámbito nacional que la apuntan y subvenciones sospechosas a la empresa Patatas Meléndez de su pareja (¡otro patatero diantres!) parecían incompatibles con la idea de renovación y transparencia del equipo naranja.
Vayamos preparándonos —aunque aún habrá que esperar a las elecciones— para ver quién ha adquirido el derecho de monta. Hasta entonces, ruido de cuernos.