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500 ANIVERSARIO DE LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO POR MAGALLANES Y ELCANO (2)

Motines a bordo, Magallanes vs. Cartagena

El Estrecho de Magallanes. (Foto: Wikipedia.com)
El Estrecho de Magallanes. (Foto: Wikipedia.com)

LA CRÍTICA, 11 FEBRERO 2019

Por José María Blanco Núñez
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El título de capitanes de la armada expedido á Magallanes y a Falero (22.03.1518) por Doña Juana y D. Carlos, suponía una bicefalia en el mando de la expedición, no se produjo porque Ruy Faleiro quizás enloqueció antes de zarpar...

... Sin embargo, Magallanes aceptó fuese sustituido por Juan de Cartagena (primo del obispo Fonseca) como "Conjunta Persona" de él mismo, lo cual atentaba contra la "Unidad de Mando" y esto será nefasto para la expedición. Además, Cartagena sería Veedor General y capitán de la San Antonio, que era el "navio dos abastecimentos", del decir portugués, cuyas bodegas transportaban comida, municiones y piezas de respeto, para toda la armada.

En Tenerife, completaron su aprovisionamiento en la playa de la Tejita a donde arribó una carabela con cargamento de pez y una carta para el Capitán General, que le remitía su suegro, Diego Barbosa, alertándole sobre la preparación de un motín que encabezaría Cartagena.

Tras salir de Sanlúcar, Magallanes incumplió el artículo 3º de la Instrucción recibida del Emperador y ni entregó a sus subordinados las cartas hechas para el viaje, ni les mostró la derrota a seguir, razones de la protesta de Cartagena.

Cierto día, cuando los buques, en derrota hacia Sierra Leona, se acercaron a "salvar" (saludar) a la capitana, Cartagena preguntó el porqué de tal rumbo contrario a las instrucciones reales. Magallanes, sin responderle, ordenó seguir aguas de la capitana. Al ocaso del siguiente día, cuando la San Antonio pasó a la voz de la capitana, Cartagena permaneció en su camarote y su maestre salvó al Capitán General: “Dios vos salve, señor capitán y maestre", omitiendo el tratamiento de “Capitán General”. Magallanes replicó exigiendo no le apeasen el tratamiento, a lo que respondió Cartagena "(...) acaso la próxima salva se la hará un grumete (...)" y decidió no salvar durante tres días. Al cuarto, Magallanes llamó a los capitanes a su bordo. Acudieron todos, incluso Cartagena, convencido de haber ablandado “al portugués”. Una vez a bordo de la capitana, la “conjuncta persona” criticó abiertamente la decisión de seguir al S alterando la derrota Cabo Verde - Cabo de San Agustín (Brasil), e insinuó su disposición a desobedecer al Capitán General; inmediatamente, Magallanes lo hizo preso y su alguacil lo llevó engrilletado; los capitanes presentes no reaccionaron, solamente Luis de Mendoza suplicó al Capitán General que, dada la hidalguía del detenido, se lo confiase, a lo que accedió el último, tras dar Mendoza su palabra de que lo tendría a su disposición. Magallanes, resuelto el problema, entregó el mando de la San Antonio a Antonio de Coca y continuó con su derrota sin más explicaciones. Así zanjó la primer revuelta.

Pero llegará la invernada en el Puerto de San Julian (así bautizado por Magallanes), dice Pigafetta: “Llegamos (31.03.1520) a los 49º y medio de latitud meridional donde encontramos un buen puerto, y como el invierno se aproximaba, juzgamos a propósito pasar allí la mala estación”. Es difícil imaginar la tensión latente entre los mandos de la armada debido a las decisiones del Capitán General. Había muchas posibilidades, seguir hacia el S, buscar otro puerto más al N, es decir más templado, donde invernar mejor, enmendar la derrota, aproando al cabo de Buena Esperanza, lo cual, si bien no autorizado, no estaba expresamente prohibido por el Rey. Además, la caballerosa “detención” de Cartagena en la Concepción, no fue correspondida con lealtad por dicha “cojuncta persona” sino que ganó adeptos a su causa anti-Magallanes, contando con Gaspar de Quesada.

Fondeados en San Julian, Magallanes ordenó que los buques diesen la banda para carenarlos y calafatearlos con aquel pez recibido en Canarias, y construir en tierra almacenes para las provisiones. Racionó la comida, pues preveía meses difíciles, y procuró ocupar a las dotaciones en la caza y en la pesca.

Al día siguiente al del fondeo (01.04.1520), domingo de ramos, D. Fernando ordenó levantar un altar en tierra para que la gente asistiese a la Santa Misa, tras la cual almorzaría con sus capitanes. Mas estos, descorteses, se opusieron; Mesquita y Coca asistieron a la Misa pero a su mesa se sentó solamente el primero. Terrible desaire y pecado contra el primer mandamiento de la Santa Madre Iglesia, en domingo tan señalado como el de Ramos. Magallanes enjuició la situación y, tras la bendición, se dispuso a derrotar a los impíos.

Esa misma noche, Gaspar de Quesada y Juan de Cartagena transbordaron a la San Antonio con treinta hombres de su dotación para planear tomar la Capitana, deteniendo allí a Mesquita para sumarlo a su bando. Juan de Elorriaga, maestre de dicha San Antonio, salió en defensa de su capitán, por lo que Quesada le asestó cuatro puñaladas en un brazo, de cuyas heridas fallecerá más tarde.

Incorporado el Capitán General a su insignia, un bote de la Concepción, que navegaba por la bahía para intercambiar mensajes entre los conspiradores, se sotaventeó del rumbo, quizás debido a la corriente, y fue a dar contra el costado de la Trinidad, siendo recibida su dotación como agua de mayo y, viendo el buen trato que les dio el General, le informaron de que esa misma noche tenían previsto prenderle y matarle. Otro bote, enviado por Magallanes a la Concepción con mensaje para su capitán, fue avisado por alguno de esta última nao de que algo se estaba tramando, regresando al insignia sin entregarlo e informando además de que dicha nao estaba en zafarrancho de combate, con lo cual Magallanes contaba ya con dos informaciones contrastadas. Entonces ordenó zafarrancho en la Trinidad y comprobó que su dotación le era fiel. Magallanes se hallaba fondeado de manera que los demás tendrían previamente que combatirlo para salir a alta mar y, viendo que solamente contaba con su insignia y el Santiago, tomó una decisión que acreditará su fino olfato estratégico; envió un esquife, con cinco hombres armados al mando del alguacil Gonzalo Gómez de Espinosa, a entregar una carta a Mendoza y les previno de lo que tenían que hacer una vez estuviesen a bordo de la Victoria (fondeada la más adentro del río de los cinco). Llegados a esta última, fueron confiadamente recibidos por su capitán que, enseguida, se puso a leer la misiva del Capitán General con calma, momento que aprovecharon los del esquife para coserlo a puñaladas y dejarlo muerto. Inmediatamente, sin que la dotación de Mendoza desconfiase, izaron en el mesana una señal convenida previamente, tras lo cual otro bote, previsoramente enviado por Magallanes, desembarcó más gente en la Victoria, y enmendaron su fondeadero acercándola a la capitana. Desconcertado el capitán de la Concepción, Gaspar de Quesada, con la imprevista maniobra de la Victoria, preguntó, cuándo esta última estuvo a su altura, a donde se dirigían, contestando tranquilamente los de la segunda que a fondear cerca de la capitana, y que su capitán, el ya cadáver Mendoza, estaba escribiendo una carta para el General; con lo cual siguieron a su nuevo fondeadero; Magallanes pasó de estar dos contra tres a tres contra dos.

Quesada, insatisfecho con la respuesta, reunió a los conjurados y se aseguró le eran leales; a partir de ahí, solamente pensó en huir con la San Antonio. Levó, sin evaluar el efecto de la corriente del río, la cual lo llevó contra los otros tres fondeados aguas abajo de su posición. Al verlo, Magallanes abrió fuego; su dotación, juramentada con Quesada "hasta la muerte", se refugió en la bodega y, a pesar de la gallarda actitud de dicho capitán, el General pudo tomarla con facilidad.

Viendo la suerte de la San Antonio, la Concepción se rindió sin resistencia y Magallanes nombrará capitán de ella a su pariente Álvaro de Mezquita.

Las penas, tras el Juicio presidido por Álvaro de Mezquita, fueron durísimas, 44 de muerte. Finalmente el Capitán General tuvo que revisarlas, perdonando a 40 imprescindibles hombres, como lo demuestra el que uno de ellos fuese Juan Sebastián Elcano.

Las sentencias firmes ejecutadas fueron:

  1. Juan de Cartagena y el clérigo Pedro Sánchez Reina abandonados en una isla desierta cercana al puerto de San Julián
  2. Luis Mendoza, ya cadáver, fue descuartizado
  3. Antonio de Coca y Gaspar de Quesada, fueron ejecutados y descuartizados

A partir de esas ejecuciones no hubo más motines pero, en las faenas de descubrir el ansiado "paso", desertará la San Antonio lo que constituirá un duro golpe para los que continuaron la circunnavegación.

José María Blanco Núñez, CN ( Rº) de la Armada, académico correspondiente de la Real de la Historia. Coautor de "Desvelando Horizontes. La Circunnavegación de Magallanes y Elcano". Madrid, 2016.

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