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Algunos autores han subrayado que el sistema político de los Estados Unidos en rigor es una república, no una democracia. No deja de ser curioso que sus dos grandes partidos/coaliciones se denominen precisamente Republicano y Demócrata.
Tal distinción se destacó en los artículos de El Federalista (especialmente en el tantas veces citado número 10). A lo largo de los 7 artículos y 27 enmiendas de la Constitución lo que aparece recurrentemente es el término “elección”.
Ya en el artículo 1, sección 2, se enuncia: “La Cámara (“House”) de Representantes estará compuesta de miembros elegidos (“chosen”) cada dos años por el pueblo de los diferentes Estados, y los electores en cada Estado tendrán las cualificaciones requeridas para electores de los numerosos brazos de la legislatura estatal, etc. Y este mismo artículo 1, sección 2, concluye: “La Cámara de Representantes elegirá (“shall chuse”) su Presidente (“Speaker”) y otros oficiales; y tendrá el exclusivo poder de Impugnación (“Impeachment”)”.
La última referencia a “elección” aparece en la –por ahora– última enmienda constitucional (Amendment XXVII, 1992): “Las leyes que varíen la compensación por sus servicios de Senadores y Representantes, no tendrán efecto hasta que haya intervenido una elección de Representantes”.
Entre las múltiples referencias constitucionales a las elecciones quiero destacar dos. La enmienda 24 (Amendment XXIV, 1964) que incluye las primarias: “El derecho de los ciudadanos de los Estados Unidos a votar en una primaria u otra elección (…) no será negado o abreviado, etc.”. Y la enmienda 26 (Amendment XXVI, 1971): “El derecho de los ciudadanos de los Estados Unidos a votar, de dieciocho años de edad o mayores, no será negado o abreviado, etc.”.
Las elecciones en Estados Unidos pueden ser Generales, cada cuatro años (por ejemplo, las actuales en 2024), o “Midterm” (entre dos Generales, por ejemplo las pasadas de 2022 y las que tendrán lugar en 2026). En todas se eligen multitud de puestos políticos y administrativos (locales, estatales, y federales o nacionales). En las Generales se eligen al Presidente (o Presidenta), a la totalidad de la Cámara de Representantes, y aproximadamente a un tercio del Senado, además de un número de gobernadores, órganos legislativos estatales, diversos cargos administrativos, etc.
Todos los puestos electivos requieren a su vez elecciones primarias entre los diversos candidatos dentro de cada Partido. Asimismo, se eligen a los delegados para las respectivas convenciones nacionales que elegirán (“nominarán”) a los candidatos de cada Partido para la Presidencia. El Partido Republicano acaba de celebrar con gran éxito su Convención en Milwaukee (Wisconsin) y ha “nominado” como candidato a Donald J. Trump. Hubo otros candidatos –más de una decena– que tras varios debates se fueron retirando al no obtener suficientes delegados en las elecciones primarias (el número exigido era 1.215 delegados, Trump obtuvo 2.243 de un total de 2.400).
Con dudosa legalidad el Partido Demócrata había prescindido de gran parte de las primarias para elegir los delegados que deben “nominar” al candidato presidencial, asumiendo que el Presidente Joe Biden tenía la mayoría. En la Convención Nacional que tendrá lugar en Chicago, que se prevé “abierta”, veremos cómo se resuelve el conflicto actual interno, dado el deterioro evidente de la capacidad física y cognitiva del Presidente (mientras escribo salta la noticia de la retirada de Biden, proponiendo a Kamala Harris como candidata, aunque su intención es continuar de Presidente hasta el final de su mandato en Enero de 2025).
Una vez “nominados” los candidatos de los principales partidos comienza propiamente el tramo final de la campaña presidencial (con o sin debates) que culminará en la elección popular el 5 de Noviembre.
Teniendo en cuenta naturalmente que en las elecciones se eligen también miles de cargos políticos y administrativos, cuyos candidatos –paralelamente a la contienda presidencial– se encuentran asimismo en campaña y competición en sus respectivas circunscripciones, locales y estatales.
La única circunscripción nacional existente es la de la propia Presidencia, que, no obstante, requiere un sistema indirecto y complejo a través del siempre polémico Colegio Electoral, según el Artículo Segundo, Sección 1 de la Constitución, y la enmienda 12 (Amendment XII, 1804). Por tanto, tras el recuento en la noche electoral habrá que distinguir entre el voto “popular” y el voto “electoral”, siendo este último el decisivo para conquistar la Casa Blanca (lo explicaré más adelante).
Manuel Pastor Martínez
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