La "vuelta al principio" del discurso del "imán" Joaquín Torra, que utiliza el Parlament de púlpito independentista, hace inviable cualquier solución que no pase por la suspensión indefinida de la autonomía catalana.
El inmoral cachondeo de los independentistas, que se pasa por el arco del triunfo la realidad de una mayoría social catalana en desacuerdo con sus planteamientos, raya el límite de permisividad que puede tener una democracia como la española, por muy garantista y pardilla que sea.