En alguna parte de nuestra clase política subyace una predisposición en contra de los Ejércitos o, al menos, una sensible falta de preocupación...
Creo, sinceramente, que sí ha cambiado algo la disposición de los gobiernos de España en la atención a sus Fuerzas armadas. No tanto como se deberían de ocupar teniendo en cuenta lo que hacen nuestros soldados en beneficio del papel en el ámbito internacional que ha de jugar una nación del tamaño y “poderío” de la nuestra.
“La Política de Defensa pretende contribuir a los objetivos de estabilidad presupuestaria y de deuda aprobados para 2016, y mantener las capacidades operativas mínimas imprescindibles de las FAS para cumplir las misiones y ejecutar los compromisos adquiridos, tanto por nuestra pertenencia a una serie de organismos internacionales de seguridad y defensa, como por la participación en los grandes programas internos de armamento y material…..” Así dice la Ley de Presupuestos de este año. Me parece oportuno recalcar “las capacidades mínimas operativas”. Es comprensible mientras en nuestros Presupuestos el porcentaje dedicado a las Fuerzas Armadas mantenga a nuestro país entre aquellos de cortísimo porcentaje.
Con ocasión de una visita que hizo en 1990 el entonces Ministro de Defensa Narcíso Serra a Centroamérica, donde se estaba desarrollando una Misión de Naciones Unidas, ONUCA, en la que tomó parte un importante número de oficiales de los tres Ejércitos, en la parte del briefing de presentación me correspondía como Jefe de la Sección de Inteligencia, bueno, de Información Militar, que fue la denominación que se impuso desde Nueva York, todavía no sé por qué, o quizás sí, por aquel falso prurito que suelen tener los altos mandos de la ONU de que no aparezca demasiado la terminología militar habitual y eso que éramos mayoría muy cualificada los militares en aquella Misión, que creo que fue la primera que tuvo como jefe absoluto a un militar español, el entonces General de División Agustín Quesada Gómez y en la que el mayor porcentaje de observadores militares éramos españoles. En aquella presentación quise comparar el porcentaje de los Presupuestos dedicado a Defensa en España con los de los cinco países centroamericanos a favor de los cuales estábamos trabajando y, al referirme al porcentaje de nuestra Nación, cité algo así como que era poco más del 1%, cifra tomada del Military Balance de aquella época; el Ministro me interrumpió sonriendo y me dijo: “ojalá Teniente Coronel, justo llegamos al 0,7”.
Se puede decir que las cantidades no pueden ser extrapolables si consideramos el total de los presupuestos de cada país, de acuerdo, pero los compromisos a los que tiene que atender, por ejemplo Honduras, no tienen nada que ver con los de España, consecuencia del papel que ocupamos en el ranking internacional.
Aunque luego volveré sobre lo anterior, quiero denunciar, también, que en alguna parte de nuestra clase política subyace, quizás por su escasa experiencia en el ejercicio de sus tareas, no en todos afortunadamente, una predisposición en contra de los Ejércitos o, al menos, una sensible falta de preocupación. Nuestro actual Presidente en funciones D. Mariano Rajoy, estando en la oposición, cometió la torpeza de lamentarse, en voz alta, de tener que asistir al día siguiente al desfile de las Fuerzas Armadas españolas, con una expresión además no muy oportuna, si no grosera: “vaya coñaz…”. A fuer de ser sincero, estoy seguro de que se habrá arrepentido unas cuantas veces.
Pero más recientemente, al Secretario General del PSOE, candidato a presidir el Gobierno de España, le falló el subconsciente cuando ante la pregunta de un periodista sobre qué organismo suprimiría en el caso de que llegara a ser Presidente, consecuencia de la crisis económica en la que nos encontrábamos, dijo sin ningún reparo que al Ministerio de Defensa y se quedó tan tranquilo. Luego, creo que matizó el comentario. Pero hay que controlar los impulsos, porque, si no, se prestan a comentarios muy diversos.
Por otra parte, las disponibilidades económicas para el sostenimiento de las FAS han tropezado frontalmente con las penurias económicas por las que ha pasado España desde el comienzo de la crisis. Pero hay un aspecto que hay que tener en cuenta y es el relativo a la priorización de los gastos. Vaya por delante que hay Ministerios que deben contar con el máximo apoyo (Sanidad, Educación, etc.) pero, en lo relativo al Ministerio de Defensa, no podemos olvidar que el que los Ejércitos no dispongan de los medios más modernos puede significar, y esto es lo triste, que alguno de los miembros de nuestras Fuerzas Armadas resulte herido o llegue a perder la vida por no disponer de los medios de protección adecuados. ¿Qué es preferible: dejar de construir unos cuantos kilómetros de carretera o que el AVE tarde unos meses en llegar a esta o aquella ciudad o que un español, trabajando por su Patria, generalmente lejos de su casa, pierda la vida porque el vehículo en el que viajaba era totalmente obsoleto y no poseía las mínimas medidas de seguridad que hubieran podido evitar que los efectos de aquella mina o IED le produjeran heridas que generaría una invalidez permanente, o, lo que es peor, que le costara la vida?.
Afortunadamente la situación está cambiando. Los queridos BMR (Blindados Medios sobre Ruedas), que tan buen servicio se ha considerado que han hecho y yo lo sé muy bien, carecían de un blindaje adecuado, además de lo complejo que era su conducción y, pese a ello, los estamos utilizando todavía.
Como vehículo ligero se ha estado utilizando hasta hace unos cuantos años el vehículo japonés NISSAN, que no se nos puede olvidar que fue construido para ser utilizado en Japón, mayoritariamente por campesinos y que la estabilidad no era una de sus principales características, mucho más si tenía que llevar montado un sistema de armas, por ejemplo el LAG 40 (lanzagranadas de 40 mm.). Y, sobre todo, eran vehículos que no tenían blindaje para evitar la producción de bajas al explosionar una mina contracarro o cualquier artificio, con los que, por desgracia se han tenido que enfrentar nuestras tropas, en sus Misiones en el exterior.
El Gobierno español, en estos últimos años, está cambiando los viejos y anticuados modelos de vehículos militares, pero a mí me queda la duda de si no se habría podido empezar antes. En 1998 se comenzó con el programa de construcción de los vehículos VAMTAC (Vehículos de Alta Movilidad Táctica) y, por diversas causas, fue entregado a las Unidades con un retraso bastante mayor de lo deseado. Vehículo que ofrece una protección adecuada y que ya ha evitado que se produjeran bajas serias entre nuestras tropas. Otra cosa es si nuestros Ejércitos disponen del número adecuado.
Voy a exponerles una opinión personal, formada en mi propia experiencia. Me da la impresión de que nuestros gobernantes están más o menos pendientes de nuestros soldados cuando van a salir en Misión fuera de nuestras fronteras, hasta que se marchan. O felices y orgullosos cuando se entrega unos nuevos y modernos materiales, con todo su derecho, por supuesto. Luego ya es una cosa exclusiva de sus mandos. Y en eso no cabe duda: sus mandos se van a preocupar, se preocupan y se preocuparán. ¡Sólo faltaba! Pero yo no dejo de pensar en que los políticos han que seguir ocupándose en los aspectos que les corresponden y, fundamentalmente, en aquellos que van dedicados a preservar la vida de nuestras tropas. Lo hemos dicho muchas veces: el morir en combate o en una Misión en el exterior lo tenemos asumido todos los militares. Se nos desgarra el corazón cada vez que se produce una baja, pero nos tragamos nuestras lágrimas y seguimos adelante como agradecimiento hacia aquel compañero que ya dio su sangre por sus principios y, sobre todo, por su Patria.
Alejado ya de la vida militar activa, pero conociendo un poco lo que significa estar participando en operaciones donde la seguridad, como en prácticamente todos los aspectos de la vida militar y en la civil en muchos casos, es fundamental, estaba esperando con gran deseo la dotación del vehículo ligero de combate RG-41, que para mi, aunque no he tenido la oportunidad de usarlo, iba a ser un magnífico elemento de protección para nuestras tropas. Como así es.
Permítanme que retroceda un siglo aproximadamente. ¿Cuánto tiempo tardó el gobierno español de la época dotar de carros de combate a las tropas que estaban combatiendo en Marruecos? Los Renault FT-17 habían sido utilizados en la I Guerra Mundial y no solamente hubo que combatir en las montañas del Rif. Bueno, de aquella guerra es preferible que solamente recordemos lo bueno: creación de extraordinarias Unidades como los Regulares, las Mías y, como no, La Legión, que se creó con intención de que, además de conseguir los objetivos nacionales, se evitaba, en parte, la desgraciada sangría de vidas de nuestros bisoños soldados que, en alguna ocasión, su primer disparo con un fusil lo hicieron frente al enemigo.
Durante bastante tiempo, una de las características de muchas de nuestras Unidades ha sido la improvisación. Afortunadamente, y gracias a Dios, esto ha cambiado y ya nuestras tropas están bien dotadas, disponemos de medios de alojamiento aceptables aunque, en muchos casos, sin la protección adecuada. Porque no se puede olvidar que, aunque nuestras tropas tomen parte en una “Misión de Paz” o en la formación de ejércitos emergentes, suele haber guerra. Se llevan armas, cascos, chalecos, municiones de todo tipo. Pero cuando fuimos a Bosnia en 1992, en los primeros meses, tuvimos que dormir en tiendas de campaña y en aquellas tierras en invierno hace mucho frío y, perdonen, hay que hacer las necesidades fisiológicas al aire libre, etc.
Mi admirado Julián García Vargas, a la sazón nuestro Ministro de Defensa, cuando poco antes de las Navidades pudo ver, personalmente, las condiciones en las que nuestros soldados se tenían que desenvolver, solucionó inmediatamente la situación y los alojamientos de vida y de “abluciones” (lavabos, duchas y wáteres) llegaron a Bosnia a mediados de enero de 1993. Es cierto que la decisión de tomar parte en aquella Operación liderada por la ONU se tomó unos pocos meses antes de salir para los Balcanes pero, aunque no teníamos experiencia real sobre este tipo de Misiones y que no se conocía o se conocía poco nuestra futura Zona de Operaciones, alguien podría haberse dedicado a estudiar las necesidades que se le iban a presentar a nuestras tropas, y, en este caso, la responsabilidad parece claro que no era de nuestros políticos, aunque he de confesar que no tengo conocimiento de si se hizo alguna propuesta al respecto.
Sin embargo, sí que funcionó a la perfección, y supongo que en la actualidad también, todo lo que se refirió a las gratificaciones que debían recibir nuestros hombres destacados y esa también es una decisión política y otras muchas que las ha habido, no cabe duda.
No quiero terminar estos comentarios sin, desde el punto de vista militar, agradecer a los gobiernos de turno que, sin conocernos, se “atrevieran” a enviar a los soldados españoles. Habrá algún otro momento en el que se podrá contar cómo, gracias a las Misiones en el exterior, nuestras Fuerzas Armadas han podido demostrar el nivel que siempre han tenido y que los gobernantes no sabían, ni algunos militares tampoco y, por ejemplo, ni más ni menos que La Legión siga siendo una Unidad de élite dentro de los magníficos Ejércitos que poseemos. En 1992 estuvo a punto de ser disuelta. Así como suena. Y esa decisión ¿era política?