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POESÍA Y MISTERIO EN VAL DE SAN LORENZO

Siempre quedará la poesía

Siempre quedará la poesía
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27 Noviembre 2016

Por Juan M. Martínez Valdueza
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Noche fría y lluviosa en la Maragatería misteriosa. Unas cuantas sombras recorren las calles de uno de sus pueblos hasta encontrar refugio al calor de un gran desván, de un almacén de recuerdos perfectamente olvidados...

Los poetas se saludan frotándose las manos y sorbiendo sus narices -la humedad eleva el frío a escalofrío- mientras esas cuantas sombras se iluminan, dejando ver sus rostros, más que arrugados y esbozando tímidas sonrisas. ¿Qué hacemos aquí?

Cada cual de su madre y de su padre, los que escriben, los que escuchan, los que leen, todos forman sin saberlo parte de la magia. De la poesía en voz baja que hoy se reúne en medio de esta tierra oscura entre recuerdos perfectamente almacenados y olvidados.

Charo Acera Rojo

Dice Charo, con rabia apaciguada por el tiempo de lucha y desencantos:

Nací / sin algo por fuera / y con mucho por dentro / en una época / en la que / ese mucho / implicaba / ser consciente / aceptar / aguantar / callar / ser sumisa / servil. / Lo de dentro / me hizo pensar / crecer / luchar / esforzarme / razonar / trabajar / ser atrevida / y volar. / Huir / no fue fácil / poder decidir / poder equivocarme / poder vivir / por ser / lo que quería / ser, / mujer.

Y todos escuchamos su Marzo y mujer, de nuevo aldabonazo en tiempos de machismos y de hembras.

Agustín Alonso Biscayar

Agustín, que viene a disfrutar del frío -dice- desde su cálida tierra, arriba de los montes y hasta el mar, quiere trazar sus Líneas de fuga dibujando corazones y las tormentas del alma, esas que a todos atormentan, a él también, con la sencillez que fluye de la serenidad de su espíritu y de sus ojos.

“Estoy a punto de decirte adiós para siempre…”, / me dices, mientras avanzas / por los rincones sombríos de nuestro hogar, / pisando con desdén todas tus palabras. / Y mientras, yo disimulo tu ingratitud / absorto, con la mirada perdida en el horizonte / que separa el ventanal, / buscando el puerto seguro donde llevar nuestra nave / en este nuevo día de tormentas. / Si supieras… / Si tú supieras que a cada golpe de mar / que nos alcanza / voy trenzando con nuestros recuerdos / una argolla poderosa; / un eslabón nuevo y protector que añadiré / a la enorme cadena que asegura nuestra nave / al puerto seguro de la vida. / Vivir, ya sabes, / consiste en construir futuros recuerdos…

Felipe J. Piñeiro

La voz atronadora de Felipe esconde más de lo que enseña, huérfano aun de certidumbres -mejor que tarden, Felipe- que a muchos nos aturden en estas noches sombrías, incluso al calor que Miguel se esfuerza en que nos cuide... Así, Felipe dibuja sus recuerdos en Quattuor:

Están las nubes cubiertas / con tinta de terciopelo / que albergan las gotas de rocío / entre siempre cien lunas, / entre universos de recuerdos / que reclaman su lugar. / Las quimeras ya perecederas / están en su añil cubierta / esperando la sutil brisa / que se lleve las cenizas / para que mis dedos / puedan de nuevo ser pincel / en el recuerdo de esa luna / que baña cada noche tu belleza.

La noche va tocando a su fin. Los escasos trozos de pared, aquí y allá, cubiertos de arte en femenino -ya veis que el arte también a veces tiene género- nos llaman con sus gritos enmarcados, algunos chorreando sangre, con la sangre femenina de siempre, de color rojo, muy rojo.

Fran, alma mater de Kanya en Femenino y Miguel Ángel Cordero, patrón del barco de La Comunal

Fran se sube al altillo con Miguel y nos despiden, la poesía y el arte itinerante se despiden hasta otra. Aquí o allá, donde también se juntarán algunas sombras y volverá la magia.

Juan Manuel Martínez Valdueza introdujo a los poetas Agustín Alonso Biscayar y Felipe J. Piñeiro. Juanmaría G. Campal lo hizo de Charo Acera, pero no tenemos la foto.

El maravilloso público asistente, el 26 de noviembre de 2016, en La Comunal de Val de San Lorenzo

El libro

Las fotografías son de Felipe Pérez Pollán, que vino desde más allá de La Sequeda, de Palacios de la Valduerna, para dejar testimonio. Y el libro, de CSED, cuya editora, Catalina Seco, también nos acompañó a todos.

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