Al celebrar el doscientos aniversario del fallecimiento del ilustrado asturiano, parece oportuno reflexionar sobre su ideario, aunque sea someramente, pues su visión de la España de su tiempo es de tanta actualidad para la España de hoy como ignorada por una gran mayoría de nuestra sociedad, lo cual es una desgracia, pues de haber puesto en práctica sus enseñanzas nuestros gobernantes, se hubieran obtenido grandes provechos para nuestro desarrollo, nuestra economía y, sobre todo, para nuestra estabilidad política.
Siendo, como era, un liberal, era ante todo un patriota y, por ello, al inicio de la Revolución Francesa aparcó sus ideas ilustradas y apartó de la política, de acuerdo con Carlos IV, a todos los pensadores que se decían de ideas avanzadas, pues entendía que podían importar el desorden francés a España y estaba convencido de que sin la paz publica todo progreso era imposible y la revolución era lo peor que le podía pasar a un país, pero entendía también que España debía mantener relaciones con todas la potencias de su entorno en pié de igualdad y estar muy atenta a las ideas y corrientes de pensamiento que se daban en ellas.
En su Informe sobre la ley agraria, establece que ni el gran latifundio, ni el pequeño minifundio son beneficiosos para el progreso de la nación. Una clase (entonces la más numerosa) campesina descontenta, la consideraba un mal absoluto y el germen de todas las alteraciones de la paz, además de constituir una injusticia. Igualmente un justo reparto de las cargas públicas debería de ser el primer objetivo de todo gobierno. Un catálogo de la riqueza nacional es imprescindible. Sin justicia impositiva, no hay justicia de ninguna otra clase.
Sobre la estructura del Estado pensaba, como perfecto conocedor de los escritos de Hume y Montesquieu, que los poderes del Estado deben de estar totalmente separados e independientes entre sí y que todos los ciudadanos deben de ser iguales ante dichos poderes.
Ahora que estamos atravesando una profunda crisis, conviene recordar que la mayor crisis que sufrió España en toda su historia (La invasión napoleónica y la Guerra de la Independencia) fue también sufrida por él. La afrontó con una receta muy simple, que también puede servir para el día de hoy: Patriotismo, sacrificios colectivos importantes, pedir ayuda a quien podía dárnosla (Inglaterra en aquel entonces) y, sobre todo, austeridad, contención del gasto y ahorro para poder devolver en dinero y mercancías la ayuda exterior recibida.
En cuanto a la educación, su pensamiento era igualmente lúcido, decía que la verdadera riqueza de las naciones no está tanto en sus recursos naturales como en la inteligencia de sus ciudadanos (seguía aquí las teorías de Adam Smith y David Ricardo). Una formación intelectual y un estar al tanto de las últimas tecnologías, es básico para el progreso
Y, finalmente, cuando se convocaron las Cortes de Cádiz, dijo la siguiente frase:
“Ninguna constitución política puede ser buena si le faltare unidad y nada más contrario a la unidad que las varias constituciones municipales y privilegiadas de algunos pueblos y provincias”
Es una verdadera lástima que quienes hicieron nuestra transición política hacia la democracia, no hayan seguido todos sus sabios consejos y hayan dividido a España en diez y siete taifas, pero lo cierto es que Jovellanos era un ilustrado y quienes tuvieron y tienen la responsabilidad política de la España actual distan años luz de su formación y clarividencia.
Fernando Álvarez Balbuena
Doctor en CC. Políticas y Sociología