Algunos pensarán que quizás sería más exacto referirse a él como el “nativo hispánico”, el “andaluz”, o el “sefardita” más universal, cosmopolita o internacional. Su retrato en mármol, entre los de veintitrés grandes legisladores mundiales en la historia que adornan la galería de entrada a la Cámara de Representantes del Congreso estadounidense, junto al de Alfonso X El Sabio, son los únicos de “españoles” (recordemos también –en esta era de histerismo iconoclasta izquierdista– que en la semi-rotonda del Capitolio hay una estatua, entre un centenar de otras, del español fray Junípero Serra, evangelizador de California). (...)
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Me refiero, obviamente, al judío cordobés Moisés Maimónides (c. 1137-1204). Su vida fue errante, en el exilio provocado por el fanatismo islamista de los almohades: los primeros veintidós o veintitrés años en Hispania, una década en la Córdoba de el-Andalus musulmán, y otra docena de años, tras residir temporalmente en Sevilla, la mayoría en el norte cristiano (según el propio Maimónides en “tierra de francos”… ¿Reino de León?); otros cinco años en Fez (Marruecos); un año en Acre (Palestina); y finalmente casi cuarenta en El Cairo (Egipto). Tras la muerte del Sabio su cuerpo fue transportado a Palestina y descansa en una tumba en Tiberíades, a orillas del mar de Galilea.
Aunque Maimónides escribió sus obras en árabe, y su nombre más completo es también en árabe, él se llamó a sí mismo en hebreo Mosheh ben Maimon ha-Sefaradi (Moisés hijo de Maimón el Sefardita). Los judíos le llamaron después “RaMBaM” acrónimo de “Rabbenu (nuestro Maestro) Mosheh ben Maimon”.
Fue el máximo codificador legal, y líder espiritual de todo el Judaísmo en la Diáspora. En cierto modo se le puede considerar un sionista moral (es decir, no estrictamente religioso, por mandato bíblico), proponiendo el retorno de los judíos a Palestina y eventualmente resucitando su Estado o el tradicional Reino de Judea.
Puede que sea ignorancia mía, pero no conozco ningún autor español que haya estudiado profundamente a Maimónides. Tampoco existen traducciones al español de los grandes especialistas, principalmente judíos europeos o americanos e israelíes, de su vida y pensamiento.
Ahora que por desgracia estamos presenciando un siniestro rebrote del antisemitismo y la judeofobia en Occidente, resulta oportuno y conveniente que los españoles de bien conozcamos y sintamos legítimo orgullo por este campeón de la tolerancia y el humanismo, nuestro paisano más universal, filósofo extraordinario y pensador total. Una de las mentes más sublimes en nuestra Civilización Occidental de raíces judeo-cristianas.
Entre los estudiosos de Maimónides –no me considero muy informado– hace años leí algunos ensayos de Leo Strauss y más recientemente al magnífico biógrafo, el estadounidense Joel L. Kraemer, profesor emérito de la Universidad de Chicago, cuyo libro en inglés Maimonides. The Life and World of One of the Civilization’s Greatest Minds (Doubleday, New York, 2008) creo que es fundamental y decisivo para una futura mayor divulgación, aunque plenamente rigurosa, de la vida y obra de este español universal.
No pretendo aquí siquiera intentar, en tan corto espacio, un comentario sobre el pensamiento y las obras de Maimónides sino llamar la atención de su existencia tan olvidada o marginada en nuestra cultura oficial.
Aunque personalmente –como modesto “nevukhim” (perplejo)– estoy de acuerdo con Leo Strauss de que Guía de los Perplejos es la obra filosófica más interesante de Maimónides, tratando de conciliar la religión con la ciencia, tengo que admitir que el eminente talmudista Saul Lieberman tiene razón destacando que su obra Mishneh Torah es la codificación legal más importante para la cultura judía. Y entre los múltiples y variados escritos de “RaMBaM” hay que señalar sin duda su Epístola a los judíos de Yemen, por su profunda (y pesimista) reflexión sobre el conflicto irresoluble entre judíos y árabes, el odioso antisemitismo dentro del marco general del choque de civilizaciones entre Cristianismo e Islam.
Como le recordaba hace pocos días el primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu al indigente y fraudulento intelectual/político Pedro Sánchez, reprochándole sus velados o abiertos apoyos al terrorismo de Hamás en Gaza (al menos por una parte de su Gobierno), se trata de una lucha en defensa de la Civilización frente a la Barbarie. En palabras pertinentes de Netanyahu, y como una seria advertencia: “Es una batalla por la Civilización, ustedes son los próximos”.
Manuel Pastor Martínez
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