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Sobre la celebración de tal evento ajeno por completo a nuestra tradición ya escribí un artículo publicado en El Faro Astorgano en diciembre de 2006, así que no pienso insistir en ello. Solo quiero manifestar aquí, a propósito del uso que se pretende darle ahora como Casa del Terror, que no considero «elitista» su destino a actividades culturales abiertas a todo aquel que tenga a bien acercarse, que es evidente que se trata de un bien ciudadano del que todos tenemos derecho a disfrutar y que no me parece oportuno que se dedique a otras actividades ajenas a lo puramente cultural.
Andrés Martínez Oria
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