... y en esta ocasión para de nuevo la izquierda radical volver a ser derrotada para mayor escarnio suyo y asombro de una Europa atónita ante tanta mentira y decretos que tienen como objetivo alcanzar el mayor y único deseo del presidente Sánchez, coaligado en una moción de censura, pues nunca ganó elecciones, como es el poder por el poder, y pasar a la historia por ser quien ordenara la exhumación del general Franco. Será igual a la triste historia de la caída del Muro de Berlín donde el comunismo perdió su patético discurso y la libertad se impuso contra el despotismo de una élite amoral y esquizofrénica. Aquí todo se resume en un análisis que los especialistas de las mentes califican de alternancia de la personalidad. Para Sánchez, España está en un segundo plano o quizás en ninguno, en su corta pero intensa carrera de disparates, acuerdos, engaños, deslealtades, etc.
La reforma del código penal y otras leyes que tienen como objetivo el asalto definitivo a las instituciones democráticas y de las que últimamente la prensa y demás medios se hacen eco con verdadera preocupación, pone en grave y máximo peligro la estabilidad institucional, alentando la conflictividad social. El poder es legítimo cuando se alcanza por las urnas, o en este caso por una moción de censura, aunque haya sido bajo un programa a todas luces engañoso, pero el ejercicio del poder tiene igualmente sus límites morales y jurídicos que se inician en la configuración de un Estado de Derecho que no puede ser asaltado y desconfigurado, si no se quiere que la sociedad civil irrumpa y en la calle y desate un conflicto que nadie desea y cuyas consecuencias son de un alto e imprevisible riesgo. Igualmente tanto la alta traición por quebrar España en su unidad territorial e igualdad de derechos, como consagra nuestra Constitución, puede y debería ser objeto de debate, tanto como el asalto a las Instituciones del Estado torticeramente llevado a cabo con el espurio fin de alterar la estructura del mismo. Un golpe de Estado encubierto.
La Sociedad Civil debe movilizarse como hasta ahora nunca lo ha hecho desde tiempos pretéritos, y para ello debe recabar a sus partidos políticos que encabecen movilizaciones pacíficas pero contundentes, muy directamente dirigidas al Gobierno de la Moncloa. La derecha y la izquierda sana y cuerda que la hay, sin distinciones, matices, o siglas de partidos, debería estar presta en su conjunto, a liderar un nuevo renacimiento de una libertad coartada. Los ciudadanos somos más conscientes que nuestros políticos de lo que una España unida significa, y también por el contrario, de lo peor que puede salir de su desmembramiento.
Españoles unos y otros, los de bien, los del sentido común, los que queremos la paz y el progreso sin arrogarnos la «progresía». Los que no estamos alimentados del rencor ni del odio sectario como tampoco de la desmedida e inmoral ambición de poder y dinero. Los que no ambicionamos ni estamos dispuestos a comer del pesebre del Estado a cuenta de nuestros impuestos. Los que entendemos que nuestros hijos o hijas son resultados biológicos y no productos de leyes paranoicas carentes de toda formación. Los españoles que no discriminamos el delito por el sexo de quienes lo cometen; los españoles que queremos que la ley se cumpla y no se modifique para salvaguardar de su sanción a los «amiguetes». Los que entendemos que un nación corresponde a sus ciudadanos y no a quienes la representan, convirtiéndola en su cortijo sin ningún tipo de pudor y vergüenza. En definitiva toda una serie de consideraciones del bien común, propias de la civilización avanzada y que por todo ello, y antes de que el tiempo ya apremiante se acabe y nos hayamos convertido en meros robots-siervos del poder comunista, impúdico, mafioso, con salpicones de pederastia y prostitución, de un nepotismo insoportable, exijamos al Partido Popular en primer lugar, por ser la alternativa real, como principal partido de la oposición, a que movilice a sus juventudes, a sus afiliados, a sus simpatizantes y a sus votantes para denunciar de manera clara, sin tapujos, sin pactos ni negociaciones, las iniciativas llevadas a cabo contra la Constitución que nos dimos y la naturaleza que como reino somos, y no una república confederal. Que exijamos la deslegitimación de partidos filoterroristas como Bildu, convertido en socio preferente del Gobierno de la Nación. Denunciar las tropelías de cuantos prometiendo sus cargos con lealtad al rey y a la constitución, sin cuya promesa no podrían ocupar los cargos y representación que hoy ostentan, vienen por el contrario denunciando y manifestando su propia repulsa a la nación de la que viven y a la que prometieron lealtad. La violación de estos principios es ya base para pensar no en la ambigua levedad del concepto de deslealtad, sino de Traición con todas sus consecuencias. Bildu o Ezquerra Republicana, partidos que sin disimulo alguno junto con otros, realizan una pública Declaración Institucional en la que reconocen y manifiestan que el rey y la Corona no les representa, aunque sin embargo y entretanto, sus «jefes» negocian con el presidente del Gobierno, el indulto de las sentencias firmes por el golpe de estado, la minoración de las penas de los violadores y pederastas que algunos gobiernos regionales de la Izquierda han encarnado; el indulto por la malversación de fondos y prevaricación de la Junta de Andalucía, la mayor malversación cuantitativa de la historia de España, además de las llevadas a cabo por los propios líderes separatistas; la supresión del delito de sedición, (tdo ello un código penal a la medida que permita en un futuro ya anunciado, volver a dar un nuevo golpe de estado); poniendo como colofón la reforma antidemocrática del Consejo del Poder Judicial y del Constitucional, de manera tal que puedan irse de rositas tanto el presidente del Gobierno al quien deseo ver pasar por los Tribunales dando las explicaciones correspondientes a muchas cuestiones opacas, inconstitucionales, como también a sus cómplices necesarios en la comisión de los supuestos delitos, etc. En definitiva, todo este escenario de despropósitos, hace que la ciudadanía se sienta, consciente de lo que pasa, pero confusa en cuanto al proceder y camino a seguir. Inseguridad jurídica, frustración sobre la unidad patria, sobre la propiedad privada, la libertad religiosa, la verdad histórica y un largo etcétera que hace de la sociedad un cuerpo amorfo, invertebrado, tan solo a expensas de un BOE al capricho de unos sátrapas.
Algunos políticos miran de perfil y otros ni eso, esperan con lánguida paciencia ver caer a su enemigo para tomar el poder. Este panorama hace necesario igualmente, que el partido de la derecha con fuerza mas vitalista como VOX, y otros representantes de la social democracia, que parece mantener sólidas sus bases, repita de nuevo sus convocatorias de acoso y derribo a un gobierno que pretende exactamente lo mismo para con el pueblo español. Nuevamente tiendase la mano al resto de los españoles con indiferencia de si son de uno u otro partido, porque, nosotros, los ciudadanos, los que trabajamos y producimos para pagar los sueldos de esos dirigentes, cuando nos manifestamos no vamos pensando en las siglas de nuestros partidos sino en la España que nos vio nacer y progresar, en al agua que cae en los pantanos, o en el desmedido precio de la electricidad, no en si los líderes se llevan bien o mal, o sus tácticas de compra votos difieren en demasía. Solo pensamos que España es nuestra y no estamos dispuestos a que nos la arrebaten minorías paranoicas que se auto inventan para poder cobrar del subsidio público. España y Libertad son dos conceptos suficientemente sagrados para la mayoría que nos moverían por millones ante la Moncloa o ante cualquier otro Ministerillo de pacotilla hecho para el buen vivir de sus administradores.
El asalto al Poder Judicial tiene visos muy fuertes que amenazan la independencia, pese a las advertencias al respecto de Bruselas. No importa eso al Sanchismo bolivariano. El poder bien vale cualquier corruptela, inmoralidad o amoralidad para el comunismo, que como el nacional-socialismo, generadores de cientos de millones de muertos, están prohibidos en esta Europa que busca flotadores para mantenerse en las más que inquietantes aguas de la geopolítica del globalismo internacional.
Derecha española, políticos y responsables de cualquier condición, no hay tiempo que perder. Organicemos la resistencia frente al derrumbe de nuestra nación y si los partidos que tienen esas posibilidades toman las antorchas de la victoria, el pueblo español, el pueblo sano, el pueblo de siempre, les seguiremos, ocuparemos las calles cuantas veces sea preciso hasta ver a Sánchez salir, esta vez sin su falcom, lo más con un bastón, camino a los juzgados. Pónganse de acuerdo los líderes de la derecha y no piensen que las cosas se solucionan cuando las manzanas maduras caen de los árboles, estas caen cuando ya empiezan a podrirse y no queremos una España de manzanas podridas. Derribemos al Gobierno y de inmediato España recogerá buenos frutos y nosotros seremos libres de la tiranía.