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La falsa Cataluña irredenta

El presidente catalán Pere Aragonés. (Foto: INSTAGRAM / PERE ARAGONÈS)
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El presidente catalán Pere Aragonés. (Foto: INSTAGRAM / PERE ARAGONÈS)

LA CRÍTICA, 24 ABRIL 2022

Por Bernaldo Torrent i Passola
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A los catalanes y al resto del mundo se nos presenta insistentemente, con la fuerza que dan los recursos sin límite al servicio de esa cosmovisión, una Cataluña irredenta, ansiosa de incorporar su territorio a una nación imaginaria que sustituya a la española. Pero, a pesar de tanta insistencia, esa condición de irredenta de Cataluña es falsa al no corresponderse con la realidad. (…)

... Negar la idiosincrasia catalana, que se muestra en tantos aspectos de la vida personal y social de los catalanes, así como en su historia, su lengua y su cultura, es tan absurdo como negar la idiosincrasia gallega, la vasca o la andaluza, por referirme a las más dispares entre sí de las que conviven en España. Y necedad mayor es, sin duda, situarla por encima de las demás con los niveles de desprecio y superioridad que esta cosmovisión utiliza.

Durante muchas décadas los catalanes hemos disfrutado en el mundo del orgullo de ser admirados como referentes de la cultura innovadora y chic que hacía frente, desde el sur de Europa, a la inspiradora Francia. ¿Por qué ahora no es así?

Recuerdo que, en 1996, pocos años después del fantástico estallido cultural catalán que supusieron los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992, paseando a orillas del Sena, una joven nativa de París, con la que había coincidido en un congreso, me manifestaba su decepción porque España le estaba ganando la partida a su país en orden a la innovación cultural, poniendo especial énfasis en Cataluña. Recuerdo también que para ella Cataluña y España eran un todo y no dos naciones enfrentadas. Pues bien, hoy, conociendo mis alumnos y mis compañeros docentes, franceses todos, mi condición de catalán militante, que me honra, tienen asumido que somos un pueblo perseguido y sometido por los bárbaros españoles y siguen con interés las andanzas de personajes como Carles Puigdemont y otros indignos catalanes que, a fuerza de insistencia, son y representan la Cataluña irredenta.

En Cataluña, en mi casa y la de mis padres y ancestros, el cambio producido en estas últimas décadas es más notorio porque, aun sabiendo la mayoría de los ciudadanos catalanes que no son ciertos los principios de superioridad racial y cultural que se les viene inoculando desde ese nacionalismo militante y destructivo, carecen de estímulo y de valor para enfrentarse a él, aceptando una virtualidad que, con su posición, ayudan a que se convierta en realidad.

No soy optimista en cuanto a que la situación vaya a cambiar, habida cuenta de que las últimas generaciones han nacido dentro de este nuevo mundo catalán, alejado ya en los campos cultural y educativo de la que es nuestra verdadera historia, tejida por tantos catalanes y españoles durante un buen puñado de siglos.

Bernaldo Torrent i Passola

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