El mundo entero sigue con atención la evolución de las erupciones volcánicas de la isla de La Palma con una mezcla de admiración y de tristeza. Admiración al contemplar las fuerzas de la naturaleza en vivo y tristeza por las consecuencias negativas que esta catástrofe conlleva para los habitantes y la economía de la isla. (...)
... Es de esperar que la sociedad entera capitaneada por sus autoridades, que son el gobierno de España, dé rápida respuesta a las imperiosas necesidades de las personas que se han visto afectadas por este fenómeno natural, más allá de las indefiniciones legales que puedan salir al paso y que habrán de servir de excusas para eludir esta responsabilidad de todos.
Quede para futuras actuaciones preventivas la reflexión de lo que se ha venido haciendo mal, no hoy sino durante muchos años, como es el asentamiento humano en zonas claramente inapropiadas. Y la fortuna de que, en este caso, el aprendizaje no lo sea sobre un montón de víctimas.
Aviso también para los más avispados que siempre ponen por delante sus intereses especulativos, sean políticos o económicos, para que en el futuro no puedan escapar de sus responsabilidades caso de producirse catástrofes de esta índole con consecuencias -que no los propios fenómenos naturales- imputables a sus actuaciones o a la falta de las mismas.
Deseamos una pronta recuperación, al menos en lo que concierne a cuestiones vitales como vivienda, ropa y alimentos, de todos los afectados por esta catástrofe a sabiendas de que es mucho lo que han perdido para siempre.
Si (
No(
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