... Si considerásemos que «la verdad y la mentira no pueden tener el mismo tratamiento», en el caso de la izquierda política de carácter marxista y anarquista, esta máxima se da de manera totalmente inversa, pues ambas se alternan en un mix al que hoy día llamamos posverdad. La mentira se convierte así en el eje vertebrador de todo el discurso y programa político.... Afirmaciones como: «estas son nuestras líneas rojas que nunca cruzaremos…» «Nunca pactaremos con filoterroristas…» «Europa no nos permite…» «No hay pandemia en España…» «No son necesarias las mascarillas…» «Acabamos de vencer a la pandemia…» «La vicepresidenta venezolana no permaneció en ningún momento en suelo español…» «Al Gobierno no le consta que hayan entrado inmigrantes ilegales en la península…» «La compañía “Plus Ultra” realizaba sus operaciones de manera regular y sin problemas financieros…» «Madrid es la autonomía de mayor incidencia de la pandemia…» «No condenamos la dictadura del venezolano Maduro…» «Un buen jarabe democrático siempre que el scrache no vaya contra nosotros... » «Cuando alcancemos el poder, la factura de la luz bajará de inmediato…».
Todo lo antedicho, puede parecer maliciosamente exagerado, pero la hemeroteca es implacable y esto es solo una pequeña muestra del estado de información, justificación y nepotismo de un poder omnímodo que pretende finalmente la desaparición de cualquier otro que pueda competir con él, mediante la desnaturalización de las altas Instituciones del Estado, sean Tribunales, Fiscalía y Abogacía del Estado, Cuerpos de Seguridad del Estado; ataques al Tribunal de Cuentas y un largo y triste rosario de disposiciones especialmente dictadas por Decreto, manifestaciones y actuaciones que sonrojan el mínimo decoro sobre el concepto de democracia. El “pensamiento único” en la verdad oficial, es decir, la mentira oculta, y cualquier discrepancia es fascismo (ignoran que esta ideología era socialista de idea totalitaria y nacionalista y que la hemeroteca está llena de referencias a las marchas obreras socialistas que acompañaron a Mussolini contra Roma, como también las mismas apreciaciones de Ramíro de Maeztu publicadas en el diario El Sol en 1922 sobre la naturaleza socialista del fascismo, al igual que las del escritor catalán Josep Pla que en ese mismo diario y en ese mismo año constató con sus entrevistas, la naturaleza y vocación socialista de los llamados fascistas). Pues bien, hoy la izquierda pleistocénica e involucionista, usando como su método habitual, la mentira y la posverdad, pervierte la propia esencia de aquel fascismo socialista italiano atribuyéndolo históricamente a la extrema derecha.
Ante esta situación real, objetiva, es el momento de que la Sociedad Civil, pese a su escasa capacidad de vertebración, sea capaz de configurar un programa político que tienda a regir sus vidas y su patria bajo los ejes de la concordia, del progreso y de la moral natural, con un discurso transparente, pegado a la solución real de los conflictos. Un programa ajeno a la conceptualización de derechas o izquierdas, basándose en el común sentido de los hombres, quienes desde sus primeros tiempos se iniciaron en el conocimiento, y en consecuencia en el progreso que paulatinamente y a través de milenios fueron adquiriendo hasta alcanzar hoy el nivel de bienestar social que disfrutamos en referencia a los pasados tiempos.
La izquierda se desarrolló especialmente en el siglo XVIII en contraposición a la riqueza que venía acumulándose a consecuencia de la Revolución Industrial. Los amos pasarían a ser patrones y estos proseguirían su evolución hasta el día de hoy a quienes consideramos empresarios. Esta es una verdad. Sin embargo, los sindicatos creados para defender el abuso de los amos al tiempo quedaron sin funciones, pues las legislaciones laborales especialmente del siglo XX dejaron sin sentido la mayor parte de las funciones por las que fueron creados. Había pues que reinventar una nueva clase sindical, obediente, de rebaño, que pudiera pastar en los pesebres de los grandes sindicatos.
Al tiempo de esta regeneración de carácter socialista en todos los órdenes sociales: sindical, identitaria de la unidad de España, cuestionamiento de la Constitución, cuestionamiento del género humano, de la memoria histórica de nuestra nación, y de un largo etc., el PSOE, que había permanecido durante los cuarenta años de la dictadura franquista en unas prolongadas y relajadas vacaciones, dejando durante esa etapa a los partidos a su izquierda como el PCE y otros movimientos de carácter anarquista la lucha contra el general Franco, en Europa se produjeron dos grandes conflictos mundiales y una guerra civil en España. Todo el mundo cambiaría y a todos afectaría, especialmente a la izquierda que, ya sin pudor alguno, se había desatado anteriormente en los previos manifiestos de Marx y Engels promotores, especialmente el primero, de la revolución y lucha de clases. Atrás quedaría “El espíritu de las leyes” de Montesquieu o “La república” de Platón, incluso la dialéctica del filósofo alemán Hegel.
De lo antedicho al asalto al poder de la izquierda fue cuestión de tiempo. La felicidad de los ciudadanos dependería de la mentira histórica bien estructurada del fascismo socialista, del nacional-socialismo (nazi), y del socialismo marxista-leninista, es decir del comunismo ateo y revolucionario. Podemos observar que la palabra socialismo es una constante en todos y cada uno de los grandes movimientos genocidas de los últimos tiempos.
El mundo se inició en la era nuclear y el poder hegemónico entró en colisión entre las dos grandes potencias que lo detentaban. Tras la paz firmada de la Segunda Guerra mundial y la constitución de la Sociedad de Naciones, el orbe humano se alió entre las dos grandes ideologías que pervivían con intensa fuerza: el capitalismo liberal que representó el progreso de Occidente, y el comunismo que simbolizó de manera patente el reparto de la miseria y de la opresión. Durante un tiempo el mundo vivió estremecido y atemorizado de que las dos banderías pudieran volver a chocar en una hecatombe nuclear. Definitivamente, la guerra fría sustituyó a las armas y la social democracia junto a corrientes neo liberales se impusieron en el llamado Occidente desarrollado.
Pero con todo ello, la izquierda española especialmente, alejada de sus congéneres europeos que habían abrazado la social democracia, apenas tenía un discurso salvo el siempre manido del odio y la lucha de clases. El concepto de clase era la salvación ideológica del momento. La evolución industrial y la tecnología ayudaron en parte a igualar las diferencias sociales, no obstante se seguía necesitando de verdades a medias y de grandes mentiras a las que se dieran el mismo tratamiento que a la verdad que iluminaba grandes realidades fácticas de mayor progreso y bienestar a un cada vez mayor número de capas sociales. La era informática como la llamada corriente de la posverdad serviría una vez más a la izquierda más radical para reinventarse de nuevo y establecer también nuevos paradigmas que destruyeran el equilibrio estable que se había impuesto frente al totalitarismo trasnochado.
Así, si en su día fue la lucha de clases, ahora sería la lucha de géneros; es decir, la controversia de la propia concepción humana de su condición como persona y sexo. Al poco el feminismo más rabioso, no el tradicional, se sumaría a estas nuevas corrientes de las que se buscan derivadas en todos los frentes: igualdad total, libertad total de elección de sexo e identificación según cada quién pueda parecerle. Ocupación de las viviendas privadas como derecho inalienable. Un nuevo pesebre encontrado en las nuevas ideologías perfiladas por un tinte claramente liberticida.
Se haría infinito llegar a transcribir lo que por décadas la izquierda española, asilvestrada por la llamada LOGSE, tendente y bien dirigida a tal fin de conseguir la ignorancia del conocimiento y la no educación de las formas, supuso sobre la importancia del desmérito y la mentira sobre la memoria histórica de nuestra nación, contraria a toda aportación de pruebas escritas y orales que atestiguan lo contrario; el atentado permanente no solo contra la patria y su significativo valor histórico, como también contra los españoles, se llegan a proclamar como paradigmas de una mentira a la que dan tratamiento de la verdad real y moral revestido de falsas libertades de expresión y sentimientos. No resulta extraño que sea España el único país de Occidente cuyo Gobierno sea de naturaleza nacional-comunista en alianza con el separatismo filoterrorista, encargados de la destrucción a marcha rápida de nuestra milenaria nación.
Pues bien y ante todo lo expuesto, y por mucha ciencia ficción que pueda parecer a no pocos, la derecha española, si quiere sobrevivir, o mejor dicho, si no quiere sucumbir bajo la bota de un régimen totalitario, no debe tener tanto en cuenta a nuestros políticos de turno, sino a la conciencia cívica de la Sociedad Civil que entiende una serie de cosas del parvulario de convivencia: No ocuparás la vivienda ajena… No prevaricarás… Los Tribunales juzgarán en tiempo y forma… No podrás ser encausado por no estar de acuerdo con el poder de turno… Podrás ejercer la patria potestad sobre tus hijos menores y sin que estos sean considerados bienes cívicos del Estado… Podrás desplazarte por el territorio nacional salvo norma en contra de la Constitución… La Constitución deberá ser conocida y respetada por todos y cada uno de los ciudadanos que deseen vivir en España… Cada ciudadano tendrá el libre derecho a manifestar su modelo u opción política que desee sin contravenir los cauces constitucionales… La Justicia nunca deberá ser instrumento de canje de favores políticos o partidistas… Podrás expresarte libremente y relatar hechos históricos constatados así como el desarrollo y progreso alcanzado, aún producido en tiempos de Dictaduras… Ninguna ley podrá borrar la memoria histórica sobre verdades documentadas y fehacientes, incluso podrán ser ensalzadas en los casos de que hayan supuesto un bien social general y reconocido para la Patria… Los políticos deberán someterse a unas normas de comportamiento cuyo incumplimiento deberá ser máximamente penalizado, es decir la creación del Estatuto del Político… La administración del Estado garantizará la calidad y mérito de su noble función y no competirán con el empleo público de carácter asesor… Se exigirá unas bases académicas para la realización de altas tareas del Estado… Los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial deberán ser reforzados en aras a su independencia y blindados frente a obsesiones partidistas… la figura del Jefe del Estado no podrá ser mancillada bajo ningún signo o manifestación salvo que hubiere caído en indignidad pública manifiesta. Se exigirá igual respeto a todos los signos que representen a España…
Todos aquellos que no creyeran en estos principios generales, no deberían adherirse al nuevo Movimiento Cívico-Social (MCS) que cuanto antes debe tomar masiva y pacíficamente la calle, sin banderas ni otros slogans que no proclamen: ¡Libertad y honestidad! Para ello se requieren líderes con carisma, capaces de convocarnos y llevarnos como pueblo soberano a encontrar de nuevo nuestra dignidad y progreso como España y como españoles, al igual que en tiempos pasados supimos hacer frente a quienes quisieron destruirnos.
Pidamos todos en bloque la dimisión del actual Gobierno por faltar a la verdad y traicionar su programa propuesto; por incompetente y divisorio de nuestra unidad nacional. Pidamos la convocatoria de nuevas y anticipadas elecciones generales auspiciadas por un nuevo sistema electoral que propicie al menos unas primarias en el proceso con el fin de que no puedan ser unas minorías con apenas un puñado de votos y enemigos públicamente declarados de España quienes condicionen el resultado de todos y cada uno de los ciudadanos, con independencia de nuestros sentimientos políticos, religiosos o patrios.
Por un Movimiento Cívico-Social pleno (MCS) y sin banderías.
Por España y los españoles, ¡Adelante! y ¡Viva España!
Iñigo Castellano Barón