... Primero el PP, partido de centro liberal –yo lo llamo de centro central– que, desde que lo moldeó a su gusto su anterior líder, el inefable Mariano Rajoy, engañando a no se sabe cuántos españoles y diciendo que sobraban en él conservadores y liberales, sus bases sociales se quedaron en gran parte huérfanos porque ese PP no los representaba. De modo que lo conseguido por el PP que lo siguió ha sido ir en cada elección de mal en peor. Quizás también por su aproximación ideológica a una socialdemocracia moderada. Desde el punto de vista doctrinal, en mi opinión, el PP se ha convertido en la práctica en un partido de centroizquierda, acomodaticio, que ha asumido las ideas de esa socialdemocracia a la que no desea combatir ni enfrentarse.
El otro partido de derechas, según los sabios del lugar, es Ciudadanos, que se autoproclama de centro liberal y progresista. Como todos debieran saber, es un partido que nació socialdemócrata y que, para competir con el PP, giró hacia el centro –lugar que nadie sabe bien dónde se encuentra– con el propósito de poder aliarse con quien tengas a tu derecha o a tu izquierda en función de los intereses del partido. Y así le ha ido, también, desde el punto de vista electoral.
Según los sabios del lugar, la unión de ambos partidos de centro daría lugar a la derecha en España, más potente, más fuerte. Todo es posible si sus líderes ponen la suficiente voluntad en ello para lograrlo. Es cuestión de un adecuado reparto de sillones en el partido resultante. ¿De verdad ésa sería la representación de la derecha española?
Y así todos seríamos felices: sólo una “derecha” frente a toda la patulea de izquierdas, republicanos, separatistas y antisistema. Pero verán, pido por favor que alguno de esos sabios del lugar me explique quién podría representar políticamente a los españoles alejados de la progresía socialdemócrata, a quienes se consideran liberal-conservadores o, simplemente, conservadores. Es decir, la derecha verdadera en España.
Nadie debe tener ninguna duda que esta “derecha” de centro pactaría siempre con todo ese conglomerado de izquierdas y sus satélites para seguir repartiéndose el poder como ha venido sucediendo desde que en 1978 se creó el despropósito del estado de las Autonomías. Hoy lo estamos viendo con el reparto, por ejemplo, del Poder Judicial, de TVE, del Tribunal Constitucional, del Defensor del Pueblo y de lo que haga falta. ¿Por qué? Porque el sistema lo requiere y porque PP y Ciudadanos continúan en esa onda de intereses, no de ideas, para ocupar miles y miles de sillones muy bien remunerados que estamos obligados a pagar todos los españoles.
Hace ya varios años –al menos tres o cuatro– escribí un artículo en el que aseguré que la derecha se había quedado huérfana en España. Y predije que un recién nacido partido de derechas –escindido del PP– podía ser el que acogiera a la derecha tradicional española. Es más, de acuerdo con su pensamiento político, podía ser el partido que, al menos, intentara una regeneración de la basura política que ya estaba avanzando a toda velocidad para socavar los débiles cimientos de la peculiar democracia española.
¿Qué ocurrió? Que a medida que VOX se iba asentando políticamente y proclamaba su frontal oposición al sistema partitocrático español y a la absurda y carísima división territorial de España, los demás partidos políticos y la inmensa mayoría de los medios a su servicio, lo estigmatizaron como un partido de “extrema derecha”. Les venía muy bien a quienes durante estos últimos 45 años se han repartido todos los poderes, los gobiernos, las instituciones, todos los sillones, todas las corrupciones y hasta el Poder Judicial. Y de ninguna manera lo pueden tolerar. Porque se juegan en ello muchísimo dinero (el que pagamos todos los españoles con muy caros y numerosísimos impuestos), infinidad de cargos públicos y enormes prebendas. Por todo ello, VOX es la “extrema derecha”, a la que hay que combatir y, sobre todo, ignorar.
Se enfrentaron a VOX desde el primer momento todas las izquierdas y sus compañeros de viaje. ¡Cómo no lo iban a hacer si es el único partido decidido a poner en práctica la Ley de Partidos Políticos y la Constitución para ilegalizar a todos los demás partidos que intentan obsesivamente la desintegración de la unidad nacional a base de golpes de Estado recientes y futuros!
También lo combatió desde el principio Ciudadanos. Mejor dicho, lo despreció como si VOX fuera una excrecencia extremista que no podía formar parte del sistema y, por tanto, debía ser ignorado por completo. ¿Cuál ha sido el resultado de ese desprecio estúpido y ridículo? Ha quedado a la vista en las últimas confrontaciones electorales.
Pero la mayor sorpresa la dio el actual PP en la famosa moción de censura que presentó VOX contra el gobierno Sánchez/Iglesias en el mes de octubre pasado. Allí, para este PP, el enemigo –no el adversario político– es VOX antes que ningún otro partido, por muy separatista, comunista, socialista, proetarra o antisistema que haya. Ésa fue la postura de su líder en el Congreso. Este PP, la “derecha española” de centro, unido a la otra “derecha” (también de centro) llamada Ciudadanos, son los que, según los sabios del lugar, nos pueden librar de la pesadilla que hoy sufrimos todos los españoles.
Es muy posible que, de este modo, lo que se está logrando es, en lugar de informar objetivamente, engañar a mucho personal, pintando a esas dos “derechas” de centro como la panacea y el remedio más eficaz frente al caos del gobierno socialcomunista de los 90.000 muertos en un año, de barbaridades legislativas y Reales Decretos con los que van asentando la ruina, la tristeza, la desesperación y el enfrentamiento entre los españoles.
Dije también en aquel artículo de hace tres o cuatro años –y la descentralización política en España lo ha confirmado, a pesar de la milonga de la cogobernanza en el tema de la peste china– que España se había convertido en un país políticamente ingobernable y económicamente insostenible (ya sólo tenemos una deuda que supera el 118% del PIB). Añadí también que había que elegir: o Estado de bienestar, de Derecho y de unidad nacional, o que continuara el fracasado Estado de las Autonomías, carísimo, corrupto y que enfrenta a los españoles.
Éste fue también el planteamiento de VOX. Y lo sigue manteniendo. Lo que ha sido siempre la derecha tradicional española. Pero para los insensatos y los que no ven ni oyen más que lo que les inculcan quienes desean que el sistema –tal y como se ha desarrollado– siga sobreviviendo a costa del sudor, del trabajo y la desesperación de muchos, hay que llamar “extrema derecha” a la que no lo es. Ocultando, naturalmente, lo que sí es extrema izquierda, por desgracia, numerosísima.
Hay que mantener la esperanza de que no todos los españoles estamos equivocados. No exagero: o se endereza la situación española a base de saber elegir bien a los políticos que nos representen o España puede saltar en pedazos gracias al sistema de repartos y engaños que se inició y se desarrolló de forma perversa a lo largo de estos últimos 45 años. Debido, especialmente, a la desaparición de una auténtica derecha española con principios e ideas para enfrentarse, sin complejos, al socialismo en primer término, y a todos sus socios comunistas, separatistas y filoetarras.
El pasado 24 de febrero el líder del actual PP le pidió, casi por favor al del PSOE en el Congreso de los Diputados, que moderara sus políticas para que ambos partidos volvieran a ser los hegemónicos en España, uno de centroderecha y otro de centroizquierda, con objeto de recuperar el bipartidismo y llevar a nuestro país, me temo, a situaciones mucho más desastrosas que las que hoy vivimos. ¿Es ésta la representación de la derecha española?
De modo que, si no estoy equivocado, todos los partidos en España, excepto VOX, desean mantener el sistema hasta que nuestro país posiblemente reviente. Con la mayoría de los medios a favor de esta tesis.
Somos los españoles los que tenemos la última palabra. Ustedes sabrán lo que desean para España, lo que elegirán para sí mismos, para sus hijos y para sus nietos que, por cierto, ya están hipotecados. Gracias al fantástico Estado de las Autonomías.
Enrique Domínguez Martínez Campos
Coronel de Infantería DEM (R)