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EN RELACIÓN CON GIBRALTAR

Asunto Gibraltar. Respuesta a mi amigo y compañero Enrique Domínguez Martínez-Campos

Visita de Ana de Inglaterra a Gibraltar en 2009. (Foto: RTVE).
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Visita de Ana de Inglaterra a Gibraltar en 2009. (Foto: RTVE).

LA CRÍTICA, 9 SEPTIEMBRE 2020

Por Aurelio Fernández Diz
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Querido Enrique: Mucho te agradezco las dos cartas abiertas a mi dirigidas y difundidas ampliamente por varios medios de comunicación, sobre el tema de Gibraltar, esa colonia que un país absolutamente desconsiderado y desleal con España mantiene en nuestro territorio. (...)

... Has escrito ambas cartas, Enrique, para describir acontecimientos del pasado con todo lujo de detalles, por lo menos por mí desconocidos, imprescindibles para comprender la situación actual del problema planteado. Pero, sobre todo Enrique, al escribir lo haces con exquisito respeto hacia los posibles responsables de los fallos cometidos, lo que es prueba de tu buen oficio como escritor.

Estoy de completo acuerdo contigo en todo lo que me escribes y solo puedo añadir algunas puntualizaciones o matizaciones, como dicen y hacen los diplomáticos, sin que nosotros lo seamos.

Lamento referirme al Reino Unido (RU) como lo acabo de hacer porque, aun siendo un país que, en muchos aspectos, admiro y respeto, en absoluto puedo compartir y aceptar su agresiva política en Gibraltar hacia España, desde su ilegal ocupación el día 3 de agosto de 1704 y posterior firma del Tratado de Utrecht en 1713, en forma y estilo que no caben dentro de las buenas relaciones internacionales y menos aún entre dos países que se consideran aliados. Porque eso es exactamente lo que hizo, hace y en el futuro seguirá haciendo el RU, sobre todo si nuestros gobernantes demuestran, con su pasividad e indolencia, que no están a la altura del problema que tienen que resolver y no toman las decisiones a las que están obligados para defender como corresponde los sagrados intereses de España. Aunque solo sea por respeto a la memoria de los españoles que entregaron generosamente su vida para lograrlo, como bien informas en tus cartas querido Enrique, creo que por lo menos nosotros , los que un día juramos defender el honor, la independencia y la integridad territorial de nuestra Patria, hasta entregar nuestra vida si preciso fuera, debemos de gritar lo más alto que podamos para denunciar el ultraje permanente que los españoles sufrimos desde el año 1704 y los errores cometidos por nuestro parte, alguno de ellos de rabiosa actualidad. Todo lo que llevo escrito sobre Gibraltar desde hace años pero de un modo especial esta carta , querido Enrique, constituyen mi forma de gritar y de tranquilizar mi conciencia.

La actual colonia de Gibraltar, en gran parte usurpada, es un gravísimo problema que tenemos los españoles de hoy , mucho más que los de ayer, debido precisamente a la insaciable voracidad territorial y estratégica del RU que no cesa de mover a su favor los mojones de una finca de su propiedad, de forma engañosa, artera y subrepticia, en una sucesión de acontecimientos históricos de los cuales los correspondientes a los últimos 40 años quedan muy bien reflejados, querido Enrique, en las dos cartas que has tenido a bien dirigirme.

Aunque el hecho colonial, en sí mismo, es grave en grado sumo, a mí me parece mucho más grave la inanidad , la indolencia y la desgana de la que están haciendo gala nuestros gobernantes cuando ante una oportunidad histórica para recuperar el territorio perdido, que nunca más volverá a presentarse, parecen remar (bogar debería decir) en sentido contrario al que debieran cuando adoptan decisiones que solo favorecen a la potencia que nos está colonizando, lo que a mi entender resulta demoledor, inconcebible y absolutamente inaceptable. Y esta, y no otra, es la causa de mi profunda decepción , que creo compartes conmigo querido Enrique, que inspiran los artículos que sobre este tema ambos escribimos.

Aún hoy se están celebrando en Madrid y Londres conversaciones, desde el legado de Moratinos “tripartitas”, que demuestran el erróneo planteamiento diplomático de la delegación española que admite negociar en inferioridad de condiciones. Porque, nada de lo que proponga España será admitido si no beneficia conjuntamente al RU y a sus representantes gibraltareños y como no sea todo aquello que conduzca al mantenimiento “in aeternum” del hecho colonial. Y por ahí vamos. Sin pretender dar una lección a nuestros negociadores a mí me parece que España tiene que negociar exclusivamente con el RU la fecha en la que va a devolvernos su colonia en Gibraltar, igual que los chinos hicieron en su día con Hong Kong, porque la misma la razón y el mismo derecho nos amparan.

La situación es tan grave que hasta un afamado Instituto, con sede en Madrid y nombre marinero, llegó a publicar un artículo de uno de sus colaboradores en el que se argumentaba que España debería dejarse de zarandajas y abandonar su permanente reclamación sobre Gibraltar porque, según el sagaz articulista, los verdaderos intereses de España residen precisamente en que el RU satisfaga, con su humillante colonia, los suyos. Es decir, según esta innovadora visión del problema, los españoles somos una especie de ciudadanos de segunda categoría que no sabemos lo que nos conviene y debemos de ser tutelados por otros, en este caso por nuestros desconsiderados amigos, los ingleses. Que un artículo como éste se publique en la capital de España, con notoria intrascendencia, es para mí una prueba de lo perdidos y desorientados que debemos de estar los españoles, y están nuestros gobernantes, en cuanto a la postura que debemos de adoptar para lograr la necesaria solución de problema.

Las referencias a la historia cercana, tan bien traídas en tus cartas apreciado Enrique, demuestran que no podemos esperar, ni confiar, en que otros, ya sean ingleses, alemanes, franceses, chinos, y no digamos norte americanos, nos ayuden a recuperar la colonia perdida, sobre todo si ello no es de su expreso interés. Porque así son las relaciones internacionales. Solo nosotros, con determinación y esfuerzo, podremos lograrlo.

“Negociar con los españoles” clamó en su desesperación Margaret Thatcher al tener constancia de lo que le estaba costando mantener la colonia con la verja cerrada. Y el gobierno inglés convocó al gobierno español para negociar. Y el gobierno español, deseoso de empezar la negociación en un ambiente de cooperación y mutua confianza, abrió la verja en un gesto que se demostró gratuito y absolutamente perjudicial para nuestros intereses. Todos podemos recordar la intervención de Fernando Morán en la televisión española informando que la verja se abriría para favorecer las condiciones económicas de los trabajadores de la zona. El ministro no se refirió entonces al supuesto chantaje del RU de vetar nuestro ingreso en la Unión Europea si no lo hacíamos. Todo parece indicar que este dato trascendió mucho después como para justificar la decisión adoptada. El caso es que, conseguido por parte del RU su principal objetivo, sin pagar precio conocido alguno, las negociaciones finalizaron de forma inmediata, como era de esperar.

Como bien se desprende de tus cartas, querido Enrique, todo parece indicar que el esfuerzo negociador español durante los últimos 40 años ha sido casi siempre inútil y contrario a nuestros intereses. España ha buscado, encontrado y propuesto muchas soluciones, todas audaces y generosas. España ha ofrecido mucho más de lo que en estricta justicia podría corresponderle. Sin embargo, hay que reconocer con tristeza que la respuesta de la parte contraria, aquí representada por todos aquellos que desean que la situación colonial se perpetúe por tiempo indefinido, se ha movido casi siempre por parte inglesa en el estrecho campo que va desde el desdén a la indiferencia o desde la presión económica al chantaje político y hasta la amenaza militar. Esta situación es tan insoportable como el propio hecho colonial. España no puede ser tratada impunemente por uno de sus más importantes aliados como si fuese una nación sin Historia.

Y, además, es necesario reconocer que siendo muchas las ocasiones en las que la Gran Bretaña ha demostrado que las únicas razones que entiende son las razones de su interés, forzosamente habrá que admitir que solamente abandonará El Peñón cuando las ventajas y compensaciones que obtenga por retenerlo sean simplemente inferiores a los gastos y riesgos que tenga que soportar por no abandonarlo. Y llegados a este punto hemos de convenir que es tarea casi exclusivamente de España conseguir que tal forma de razonar pase cuanto antes por la mente de los responsables de aquella nación.

Y con esta idea quiero matizar también, estimado Enrique, que siendo perfectamente válida la renuncia, que yo también puedo compartir, a la utilización de la fuerza para la recuperación de algo que nos pertenece, el RU no puede, sin embargo , vivir en el convencimiento, en la seguridad, de que “ancha es Castilla”. La sola posibilidad de que algún gobierno de España pueda cambiar de criterio en la estrategia de recuperación del Peñón plantearía nuestra reclamación ante el RU en un plano absolutamente distinto. Y más respetable. Porque no seremos tenidos en cuenta, para nada, si nuestro planeamiento estratégico es solo considerar que Gibraltar es, sin más, una simple anomalía heredada de la Historia.

Y esto es, querido Enrique, como yo lo veo, aunque, naturalmente, puedo estar perfectamente equivocado.

Un abrazo muy fuerte.

Aurelio Fernández Diz

CN (G) (R)

Madrid, 07 septiembre 2020

Aurelio Fernández Diz

Capitán de Navío (R); Junta Directiva de la AEME; Foro de Pensamiento Naval

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