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Agente Provocador

Cita Previa para la Irrealidad

Ilustración del autor.
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Ilustración del autor.

LA CRÍTICA, 13 JULIO 2020

Por Félix Ballesteros Rivas
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La Covid-19 ha terminado impactando, gravemente, incluso en el sentido de la lógica de las Autoridades: su alejamiento de la Realidad es mayor que nunca. Sólo unos meses de poder absoluto, unido a una población mayoritariamente disciplinada, ha provocado que todo valga, que nada valga y que lo que vale no tenga relación con lo que importa. (...)

Por ejemplo, llevándolo al nivel del suelo que tenemos que pisar, lo de las Citas Previas.

Hace escasos días tenía que realizar un trámite de esos que tienen un plazo limitado. Cuanto más tardase en presentar una documentación, más dinero perdía yo, y no podía iniciar el trámite antes de primeros de mes, por lo que cualquier retraso me dolía en el bolsillo. Y ahí empieza Kafka a inspirar formas y procedimientos: hace falta Cita Previa, y (por supuesto) no se la podemos dar aquí, tiene que llamar a este teléfono... ¿A que suena familiar?

Eso ya nos había sucedido a todos, y más de una vez, y suele tener más o menos sentido, pero la novedad es que me lo estaba diciendo alguien en una oficina con cuatro funcionarios (los conté) atendiendo a cero ciudadanos (era fácil hacer la cuenta), para un trámite de no más de cinco minutos: dar entrada por Registro a una hoja de papel que llevaba yo, para que se la entregasen a otro funcionario que estaba en otra parte de esa Administración.

Propuse llevárselo yo, ya que es un despacho en el que he estado varias veces, pero parece que era una opción demasiado imaginativa.

Dado el absoluto respeto por La Norma de aquel funcionario, y mi profundo pesimismo a la hora de imaginar el resultado de razonar con él, me fui. Pero fui haciendo llamadas mientras andaba (un par de relajantes kilómetros) hasta otra oficina con Registro disponible, por si allí no habían leído a Kafka. La mayoría de las llamadas fueron al teléfono reglamentario, para pedir la dichosa Cita Previa pero, ya que no me atendía nadie en ese número, también llamé a otros departamentos de aquella Administración y, ¡oh milagro!, terminé siendo amablemente atendido, en la oficina a la que me fui, aunque no por los canales oficiales, después de recibir una oportuna llamada de alguien (que nadie me pida detalles, pero es parte de la razón por la que, al menos hasta ahora, España termina funcionando).

Por lo que sé, esa primera oficina sigue vacía de ciudadanos, pero tiene cuatro funcionarios que esperan que consigas ser atendido por el teléfono de Cita Previa (aunque nadie te dice cómo lograrlo), un portero/informador apegado al reglamento y una persona que limpia la ventanilla y cada asiento cuando alguien consigue sentarse allí.

Lo triste del caso, es la nítida imagen percibida de que los diferentes organismos, entidades, empresas o chiringuitos han aprovechado la pandemia para, por fin, quitarse de encima los molestos clientes, en la medida en que son clientes-cautivos:

  • En la Administración, condiciones draconianas para gozar del privilegio de ser atendido.
  • En los bancos, condiciones duras (oficinas de varios empleados que sólo admiten un cliente cada vez, con los demás soportando largas colas fuera, al sol).
  • Los colegios, condiciones menos duras, en función, muchas veces, de la buena voluntad de los docentes.
  • En las tiendas, condiciones más y más suaves en la medida en que necesitan clientes.
  • Los bares, sin condiciones.

En resumen: con la pandemia ha aflorado la mayor o menor vocación de Servicio (por completo ausente en muchos casos) de cada organización, enfrente de la mayor o menor necesidad de tener contento al cliente/ciudadano para seguir cobrando el salario.

Otro ejemplo: la obtención del Certificado Digital.

Se supone que el certificado de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre y Real Casa de la Moneda (vaya nombrecito tan poco comercial: se ve que no les preocupa la competencia) para la Firma Electrónica es lo más avanzado en tecnología, y el cimiento de la nueva Sociedad de la Información, pero para utilizarlo se permiten el lujo de exigirte condiciones tan arbitrarias como que no utilices el navegador más popular, sino otro, muy determinado, y de una versión ¡antigua! Mal empezamos. Luego viene lo más gracioso.

Al ir a identificarse personalmente, trámite lógico y para nada criticable, tienes que ir en persona (Cita Previa por medio, por supuesto, y sólo un hueco disponible en el próximo mes, a 60 kilómetros de mi casa, que todo lo demás está ocupado) y presentarte ante un funcionario que tiene que comparar tu DNI con tu cara… tapada por la obligatoria mascarilla. Mal seguimos.

Además, el juzgado da un plazo de diez días para el trámite, y le tienes que contestar que para un trámite previo te han dado cita para dentro de veinte días. Pero para contarle esto, en una clara influencia de El Proceso de Kafka, también necesitas Cita Previa

Otro ejemplo, y muy bueno: el permiso para hacerse pruebas PCR.

En la empresa de alguien conocido por mí, se han planteado, asumiendo el coste que tenga, hacer pruebas serológicas a todo el personal para saber la situación de cada uno y poder actuar en consecuencia. Hasta ahí bien pero, como es una empresa cuyos ingresos dependen en mayor o menor medida de la Administración, ésta exige que le consulten cualquier gasto: ahí se tuerce el asunto.

Pedido el correspondiente permiso, se deniega, porque en las empresas “no se recomienda la realización de cribados mediante la realización de PCR o técnicas serológicas, por las dificultades de interpretación de los resultados en personas asintomáticas y de bajo riesgo y las implicaciones de su manejo”. El subrayado es mío, el texto es de la carta de contestación del Ministerio de Sanidad.

Una respuesta más o menos discutible, salvo por el detalle de que esta ‘Empresa’ es una clínica llena de médicos y demás personal sanitario, especialistas muchos de ellos en la correcta “interpretación de los resultados” de cualquier análisis.

Y, para rematar, algo que no debería haber pasado del nivel de anécdota (lo de la tarjeta del teléfono de la secretaria de un político), cada vez se parece más a un sainete, y por momentos parece dirigirse a un final como el de la película ¿Qué me pasa, doctor?, con un juez que termina no sabiendo quién es el acusado ni cual el delito (me refiero a la película, de momento).

En conclusión: las bonitas políticas comunicadas en rimbombantes homilías a través de prensa y televisión, al llegar a sus supuestos destinatarios están plagadas de insensateces, sólo explicables por la enorme distancia entre gobernantes y gobernados, y la falta de unos cauces planificados y sensatos entre unos y otros.

Creo que se podría tener alguna flexibilidad a la hora de atender a los ciudadanos en trámites urgentes, creo que el funcionario debería pedirme que me quitase la mascarilla para identificarme, creo que los políticos deberían dirigirse a la ciudadanía sin dar por supuesto que no tienen ninguna capacidad para entender las cosas.

Creo que asumir que los votantes somos tontos, incluso malvados a veces, no es una buena táctica electoral. Dense por avisados.

Félix Ballesteros Rivas

13/07/2020

[email protected]

Félix Ballesteros Rivas

Ingeniero de Telecomunicaciones y escritor.

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