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La Antiespaña de las Autonomías (II)

LA CRÍTICA, 20 NOVIEMBRE 2019

Por Enrique D. Martínez Campos
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Después de las elecciones del 10 de noviembre con unos resultados mucho peores que en las del mes de abril pasado debido a una fragmentación aún mayor de las fuerzas políticas en el Congreso, resulta que mi pronóstico no está equivocado. España se ha convertido en un país políticamente ingobernable. ...

... Debido a dos causas fundamentales: un Título VIII de la Constitución donde cabe cualquier fracción cantonal aunque sea para destruir desde dentro la nación española y, por supuesto, lo que los españoles, con su voto, han decidido que resulte. Los mismísimos españoles. No los franceses, ni los turcos, ni los de Soros. No. Los españoles.

Empeñados en no querer saber, ni entender, ni comprender, lo que ha sido siempre el PSOE para España lo siguen votando, unos de forma fanatizada, otros por conveniencia económica personal y, los más, por absoluta ignorancia. El felipismo dejó a España en la ruina con un 23% de paro y la Seguridad Social en quiebra además de iniciar un proceso de corrupción general descomunal, un terrorismo de Estado impresentable y una separación de Poderes cuarteada al “asesinar” a Montesquieu. Del zapaterismo prefiero no hablar, dejando de nuevo a España en la ruina y con unas leyes de ingeniería social para que España dejara de ser España.

Y ahora, este PSOE de Sánchez, ¿qué va a hacer con España tras este nuevo fracaso electoral para él? Por supuesto porque más de seis millones de españoles lo han querido así, a los que yo respeto por su independencia y libertad de elección, pero no por su juicio y cultura general. Y parece que os gusta ser masocas.

Pues este PSOE de Sánchez, líder al que parece que sólo quiere dormir en la Moncloa, viajar en Falcon y veranear en palacios, se abrazaba el 12 de noviembre con un comunista chavista que tiene las ideas clarísimas para convertir España en otra Venezuela. Naturalmente, si hace falta, con el apoyo de los separatistas, golpistas, filoetarras y gentes que sólo buscan beneficios para su cantón autonómico, no para los españoles en su conjunto.

En definitiva, aprovechándose de la debilidad del gobierno español el cantonalismo autonómico obtiene asó lo que no es posible mantener ni política ni económicamente. Por tanto, ese cantonalismo no es que parezca que no tien freno. Es que, con el PSOE –y con el PP, no se olvide– están llevando a España a su propia destrucción.

A pesar de que hace pocos días este Sánchez decía muy serio que él no podía gobernar con Podemos porque no podría dormir tranquilo así como el 95% de los españoles, ahí lo tienen: abrazado a Podemos, esto es, a la extrema izquierda de siempre. Y es que a este “doctor” le da igual Juana que su hermana. Él es progresista, de izquierdas. De modo que lo lógico, para él, es abrazarse con sus primos de la extrema izquierda y con todo lo que haga falta para él seguir en la Moncloa.

¿Y qué va a hacer el centro reformista, centroderecha, centro central o como quiera llamarse ahora el PP mediatizado del señor Casado? Me figuro que lo que han hecho casi siempre: llegar tarde a todas partes en la política o seguir mansurronamente las tesis ideológicas del PSOE. Porque también al PP le gusta, qué digo, le encanta el cantonalismo territorial español

Por eso surgió Vox, como escisión de un PP “entregado” a la socialdemocracia, al progresismo cantonal de algunos de sus “barones” y, sobre todo, a la cobardía inaudita del PP de Rajoy que embaucó a millones de españoles antes de llegar a la Moncloa para que, una vez instalado en ella, se echara en brazos del progresismo ideológico de Zapatero.

Pero, ¡cuidado!, Vox es la extrema derecha. Así lo afirma la extrema izquierda, el PSOE (que es ya de la misma cuerda), la práctica totalidad de los medios de comunicación en manos de periodistas a sueldo y a lo que digan sus amos, los nacionalseparatistas, los filoetarras, los golpistas y, ¡cómo no!, los memos del centro central y sus periodistas afines, porque les hace pupa que un hijo díscolo les esté llevando la contraria y restándole muchos votos.

¿Alguien con sentido común y cierto bagaje cultural puede decir que Vox sea la extrema derecha?

En cierto sentido es lógico. Hace ya mucho tiempo que España, que los españoles, dejaron de tener aquellos principios básicos que nos distinguían como un gran pueblo capaz de acometer empresas extraordinarias. La amoralidad, la falta de ética profesional, el relativismo, el egoísmo personal, el nihilismo y otras especies, nos han llevado a todos a no saber ni distinguir lo que es blanco o negro, lo gracioso o sin gracia, la basura televisiva e, incluso, lo que no es normal en una persona normal.

Pues bien, todos o casi todos se han tragado la píldora. Vox es la extrema derecha porque no está de acuerdo con las barbaridades que expuse en el escrito anterior; porque desea que el gobierno de la nación recupere competencias que nunca debieron ser cedidas a los cantones autonómicos; porque quiere que nuestras fronteras sean respetadas y no violadas a diario; porque no quiere seguir la senda balbuciente y torpe del partido del que surgieron, el PP; porque, si llega el caso, están dispuestos a promover la ilegalización de los partidos separatistas que sólo desean romper España en mil pedazos; porque quiere una España unida y sin enfrentamiento entre españoles, que es lo que se promueve desde el cantonalismo autonómico; porque no desea que existan diferencias abismales entre españoles en función de la región en la que se nace…

Y todo esto causa miedo, temor y enorme inquietud entre todos aquellos que lo que desean, por encima de todo, es mantener este sistema corrupto del que todos ellos, de un modo u otro, se aprovechan para vivir a costa de todos los españoles a base de freírnos a impuestos. Y ese temor o miedo, la casta política, desde la extrema izquierda al centro central de la derecha, a través de unos medios de comunicación a su servicio, lo trasladan a un pueblo manipulado y al que pastorean como quieren porque sólo se les hace ver lo que ellos –políticos y medios– quieren que ese pueblo vea y sepa.

Aquella España de las Autonomías, que iba a ser el no va más de la democracia, del acercamiento de la Administración a los administrados, de que no nos iba a costar prácticamente nada –“el chocolate del loro”–, se ha ido convirtiendo a lo largo del tiempo y, sobre todo, desde los últimos quince años, en la AntiEspaña. Ya lo vieron venir en 1981, sólo tres años después de aprobada la Constitución, los políticos de entonces. Hoy es una pesadilla para los españoles que saben pensar por sí mismos y no se dejan manipular ni por los políticos ni por los medios.

Y lo sabe Vox, el único partido de derechas que hoy hay en España. A pesar de que el PP y algunos de sus más distinguidos líderes también lo presenten como de extrema derecha para seguir las pautas de comportamiento de las izquierdas, de los separatistas, de los golpistas, de los regionalistas que no ven más allá de sus narices, de los filoetarras y de toda esa chusma que les aplaude a rabiar.

Con 17 grupos políticos en el Parlamento español, de los que casi la tercera parte de sus integrantes son antisistema, que pretenden derrocar a la Monarquía y acabar con toda la Constitución del 78, ¿Vox es de extrema derecha porque defiende la Constitución (salvo el Título VIII) y la Monarquía parlamentaria? Todos ellos saben de sobra que no. Pero temen perder sus privilegios y el pastón que les pagamos entre todos. Ésa es la ANTIESPAÑA de las Autonomías hoy.

Pero más de la mitad del pueblo español se lo cree, los cree, y siguen votando a quienes con casi total seguridad nos llevarán por tercera vez a la ruina económica o, quizás, a algo peor. Lo dicho, somos masoquistas y nos encanta que nos mientan y nos pastoreen a su antojo. ¡Qué lástima!

Que el Señor Santiago proteja a España de quienes desean destruirla.

Enrique Domínguez Martínez Campos

Coronel de Infantería DEM (R)
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