... Pensemos en grupos empresariales-mediáticos como Planeta, Mediapro y La Vanguardia, los negocios del conde Godó, de Jaume Roures, o en el conglomerado empresarial tradicional de la familia Carulla, propietaria del grupo Agrolime con empresas como Gallina Blanca, Tarradellas, y otras convenientemente representadas en el Círculo de Economía, o en la Cámara de Comercio –recientemente vampirizada por la Asamblea Nacional de Cataluña-, y asimismo empresarios tributarios de financieros extranjeros como George Soros, etc.
Lo que más me ha impresionado y preocupado seriamente del separatismo/golpismo catalán no es su casta política-periodística e ideólogos político-económicos, conjunto variopinto de payasos políticos e intelectuales con muy bajo nivel cultural, sino los votos y legitimidad que reciben de empresarios medios y altos, modernos descendientes de los menestrales clásicos.
Sobre el nivel intelectual de los ideólogos izquierdistas, hace pocos días escuché en la televisión a un catedrático de economía en una universidad catalana que ponía fecha al fin (final) del capitalismo… y asimismo he escuchado a amigos míos empresarios catalanes que todavía dan crédito a las tesis absurdas con metodología fake de Thomas Piketty.
El modelo catalán se extiende en lo esencial a los grupos nacionales de España, incluidos los integrantes del IBEX. Véanse asimismo casos significativos como las empresas PRISA, ABENGOA, etc., tan favorables al pensamiento y las corrientes izquierdistas, anti-capitalistas.
El cuadro se completa con la nula colaboración de los empresarios más ricos de España (los Ortega, Del Pino, Roig, Daurella, Mera, March, Entrecanales, Grifols, Gallardo, Antic, Abelló, Serra, Botín, etc.) a través de sus fundaciones, al desarrollo y promoción de las ideas, valores y pensamiento político liberal-conservador, esto es, derechista y capitalista. España parece ser el único país de Occidente, ámbito de las democracias avanzadas, donde ser de derechas parece algo vergonzoso o un insulto.
Todo ello nos remite al consabido y manido tema o asunto –llevado hasta la cursilería- de la “hegemonía cultural” teorizada por el comunista italiano Antonio Gramsci, ya anticipada por los Fabianos británicos. El tópico más extendido es que las izquierdas ostentan dicha hegemonía. La realidad es que ostentan un dominio en la propaganda, el “agit-prop” mediático, que tuvo éxito en Rusia y algunos países del Este de Europa, en el seno de una Civilización Ortodoxa, no occidental, pre-capitalista, pero que ha fracasado en el ámbito de la Civilización Occidental, judeo-cristiana, euro-americana.
Es un fracaso de las ideas, los valores y el pensamiento político que a veces contrasta con los éxitos aparentes de algunas fuerzas políticas izquierdistas. Particularmente en España, con una larga tradición de anarquismos, radicalismos y terrorismos, que permean y contaminan otras ideologías convencionales enemigas del liberalismo/conservadurismo, como el sindicalismo, el socialismo, el comunismo, el populismo y el propio fascismo.
La democracia española se encuentra en muy mal estado. No solo no se ha consolidado mediante un riguroso Imperio de la Ley y una necesaria Separación de Poderes, sino que tiene una grave carencia de una Cultura Democrática-Liberal en el marco de un Estado de Derecho. Y los catalanes, que pueden presumir de muchas cosas modernas, no han sido capaces de desarrollar una modernidad en su sistema político regional, y junto a los vascos en el suyo, con sus respectivas pulsiones centrífugas (nacionalismos étnicos, separatismos, golpismos más o menos “posmodernos”, y terrorismos en los casos extremos) constituyen una rémora estructural muy destacada en el proceso de consolidación democrática en esta vieja Nación -con su histórico Estado Moderno bajo la Monarquía, y su joven Constitución- que llamamos España.
Las ideas no delinquen y la libertad de expresión es sagrada. Pero en la situación en que nos encontramos, de debilidad del pensamiento liberal-conservador con una clase capitalista dispuesta a vender la soga a los anti-capitalistas, el Estado de Derecho debe ser riguroso en no transigir y tolerar que las ideas anti-sistema y anti-constitucionales se instalen en los poderes y órganos ejecutivos del Estado o de los gobiernos regionales y municipales que implementan dichas ideas.
Después de presenciar los recientes intentos de canonización del beato Rubalcaba, el Estado y el Gobierno deberían limpiar definitivamente las cloacas y servicios especiales que han impedido conocer las responsabilidades en los agujeros negros (23-F, caso GAL, 11-M, caso FAISÁN…) que han jalonado nuestra débil democracia, y cuyo efecto perverso mayor o peor es que las ideas y los enemigos de la libertad estén en las instituciones.