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La chispa y la hoguera

Concilio de Trento
Concilio de Trento

LA CRÍTICA, 28 NOVIEMBRE 2018

Por Félix Ballesteros Rivas
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Nos rodean frases brillantes, imágenes impactantes, artículos agudos y certeros, y gestos terminantes; pero eso no son más que chispas, picotazos de ingenio. Un programa de gobierno...

... una película bien dirigida, un libro que complete y razone una Idea… eso es una hoguera, que no ‘pica’ tanto, pero que calienta el debate y contribuye al Pensamiento. Lo otro: solo chispazos.

En los últimos años, los políticos nos dispensan con toda regularidad píldoras ideológicas en forma de mensajes de Twitter en pocos cientos de caracteres, y a los periodistas eso les parece genial, porque para intentar sintetizar un titular acertado no tienen que leerse páginas y páginas (como las 585 de la propuesta de [des]acuerdo del brexit): transcriben el ingenioso mensaje como titular, cuentan un par de banalidades sobre quién lo dijo, en donde lo hizo, con ocasión de qué y, en el mejor de los casos la chispeante contestación de sus adversarios y ¡ya tienen la crónica política del día!, redactada, formateada y lista para publicación. Y no han tenido que leerse complejos discursos llenos de silogismos para, si los entienden acertadamente (que no siempre sucede), extraer de ellos la Idea, la Tesis defendida y, quizá, demostrada a fuerza de razonamientos.

Pero un titular no es lo mismo que un programa de gobierno ni, desde luego, es un plan, pues para ello debería incluir no sólo el ‘qué’, sino también el ‘cómo’; y eso, por supuesto, es lo complicado y nunca cabe en unos cientos de caracteres.

Ha sido así desde que el Homo es Sapiens, aunque es un problema que ha ido creciendo y hoy en día alcance el grado de epidemia. Por ejemplo, ya en el Concilio de Trento, si se repasan las intervenciones de los cardenales españoles, resulta que son brillantes, están llenas de ingenio; pero en las conclusiones del concilio apenas figuran los clérigos provenientes de la Monarquía Católica por excelencia: porque las grandes obras puede que las inicie el genio, pero sólo las termina el trabajo, y los que sueltan un titular brillante se suelen conformar con los aplausos, sin seguir con la parte oscura de la tarea que viene a continuación.

También lo decía Quevedo (creo), cuando señalaba que en España las más de las cosas no son más que un gesto y un vocablo. Esos parecen ser los cimientos de la política actual: gestos y vocablos: casta, golpista, fascista, etc.

Yo de pequeño era un lector compulsivo, desde Tarzan y Verne hasta Rosalía de Castro o Nietzsche. Al llegar a la vorágine de la vida profesional, durante varios años seguía leyendo centenares de páginas al mes, pero pasaron a ser de revistas técnicas, periódicos, etc. Cuando, en unos días de relativa calma, abordé un libro_como_es_debido, con su secuencia de argumentos, su lujo de razonamientos expuestos con rigor y sin prisas, sus tramas colaterales que completan las tesis, cuando me vi envuelto e inmerso en el universo del autor, sentí… nostalgia: llevaba mucho tiempo navegando por las aguas someras de unos estanques, que eso eran los artículos y noticias que me alimentaban en esa época, y había vuelto a divisar el océano, y recordaba lo enriquecedor que era navegar por las aguas profundas del Pensamiento, sin superficialidad.

Cierto es que la mayoría de la gente antes no ‘leía’, y ahora lee algo, aunque sólo sea lo que les recetan las redes sociales en una pantallita de cinco pulgadas, o esas cadenas de mensajes que tan solo contienen frases sueltas, bonitas, quizá agrupadas alrededor de un tema, pero solo eso: chispazos sin razonamiento, sin fundamento ni análisis de consecuencias. Para colmo, las respuestas, los comentarios constructivos, el intercambio de pareceres y la dinámica tesis-antítesis-síntesis… se reduce a pulsar el icono de Like.

Algo es algo, pero sólo es ‘algo’, no llega a suficiente. Por poner otro ejemplo, no es lo mismo los graciosos cortos satíricos que, acerca de cualquier tema, brotan como setas en YouTube o nos llegan en cadenas de WhatsApp, que repasar La vida de Brian destilada por los Monty Python, cosa siempre recomendable: unos son chispitas, lo otro es una buena hoguera que nos lleva de la mano para recorrer todo un camino desde nuestra posición mental inicial, hasta la posición resultante, a una cierta distancia adelante. Lo uno nos facilita avanzar un pasito, a veces un saltito que no nos saca de la habitación, pero el otro nos propone un paseo, a veces una caminata por paisajes desconocidos.

Me decía hace poco un buen amigo que, en las decenas de blogs que él sigue de cerca, se encuentra muchísima información ‘de primera mano’. No puedo estar más de acuerdo, pero también es información sin contrastar, las más de las veces tan sólo opiniones unipersonales. Yo le decía que eso está muy bien, pero que puede que termine necesitando una dedicación de todas las horas del día para, por ese camino, mantenerse discutiblemente actualizado; yo, le dije, prefiero alimentarme de informaciones procesadas, prefiero acudir a medios, como La Crítica de León, que hacen un primer filtro de todas esas informaciones para destacar sólo las más relevantes. Es un primer paso; el siguiente es cuando todas esas ideas de infinitos orígenes, filtradas y depuradas, se terminan convirtiendo en una argumentación de unos cientos de páginas, con todo tipo de explicaciones, fundamentos y justificaciones. Ese es el camino entre un titular o un blog personal, hasta llegar a un programa de gobierno, volviendo a aquel ejemplo de más arriba.

En este mundo abreviado, es misión casi imposible convencer a los adolescentes para que dediquen años a una sola tarea, hacerles ver que, para aprender una asignatura, no basta con los titulares, ni con unas cuantas frases subrayadas con rotulador fosforescente. Decirles que para construir y mantener una relación personal hay que hablar muchas horas, y cara a cara, y perdonar rasgos que no nos gusten, y poner la felicidad de la otra persona por delante de la nuestra es casi perder el tiempo. Y que tener un hijo no es una brillante ocurrencia mantenida durante varios minutos, sino una labor de muchos años, lo cual es algo que no suelen estar preparados para comprender.

Pero el pesimismo no es una opción. Hay que seguir intentándolo. Es la obligación de la generación que crecimos sabiendo que educar a nuestros hijos era tarea para toda la vida.

Félix Ballesteros Rivas

28/11/2018

agente.provocador.000@gmail.com

Félix Ballesteros Rivas

Ingeniero de Telecomunicaciones y escritor.

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