... en el que la Brigada Experimental BRIEX 35 constituye su punta de lanza, pretendo en este artículo analizar el efecto que está produciendo la Deuda de Defensa en la obtención, reposición y sostenimiento de material de material necesario para que el ET alcance el nivel operativo que exige el cumplimiento de sus misiones.
Para ello, se tratará de señalar el origen y situación de la Deuda de Defensa, cómo se encuentran en ella los Programas Especiales de Armamento (PEA,s) pertenecientes al ET, cuál es la política del gobierno actual en torno al monto del presupuesto de Defensa, especialmente referida a las necesidades más inmediatas de capacidades operativas del Ejército de Tierra para su eficiente funcionamiento.
Antes de comenzar con el análisis, conviene recordar que las necesidades totales de la Defensa, se estructuran en tres categorías: Sostenimiento para mantener en servicio los materiales actuales; Reposición para reponer el material que se consume - p. ej. munición - o que alcanza el final de su vida - p. ej. vehículos o armas ligeras - ; y Obtención, es decir, adquisición de nuevas capacidades especialmente materializadas en programas de armamento, según las prioridades que marca el JEMAD.
En la comparecencia en la Comisión de Defensa del Congreso del ex Secretario de Estado de la materia, Agustín Conde, en marzo de 2017, sobre los programas de modernización de las Fuerzas Armadas, conocidos técnicamente como Programas Especiales de Armamento (PEA,s), se refleja detalladamente el montante de la Deuda de Defensa. El proceso de modernización iniciado en los años 90 suponía entre facturas y compromisos de pago 30.075 millones de euros. Ya se ha abonado a la industria de Defensa más de 8.000 millones, por lo que la suma de deudas y compromisos de pago pendientes sería algo más de 21.000 millones.
Los objetivos prioritarios del Ejército de Tierra (ET) en programas de armamento son, principalmente tres. El primero es el vehiculo de combate sobre ruedas CVR 8x8, elemento vertebrador de las Brigadas Medias que se prevén en la Fuerza 2035. Supone un total de 999 vehículos cuya producción está dividida en tres fases. Es de vital importancia disponer de los Demostradores lo antes posible para poder realizar su evaluación y experimentación en el proceso que se lleva a cabo con la BRIEX 35.
El segundo es la modernización de los 17 helicópteros CH-47 modelo “D” Chinook. Esta flota dejará de ser mantenida por el Ejército de Tierra estadounidense a partir de 2018, ya que este Ejército ha transformado su flota al modelo CH-47 “F”. Ello implica que el modelo español, de no transformarse, perdería sus certificaciones. Hay que resaltar que se trata de una capacidad única - helicóptero de transporte pesado -, tanto en el ET como en las FAS españolas, que no se debe perder.
El tercero es el programa MC3. El Plan de Modernización de los Sistemas de Mando, Control y Comunicaciones (el denominado Plan MC3) - calificado como posible Programa Especial de Armamento -, constituye el reto CIS con mayor nivel de ambición en que el ET se encuentra inmerso y responde a los requisitos derivados del planeamiento de capacidades del JEMAD, y los compromisos suscritos por España en la UE y en la OTAN. Constituirá la columna vertebral de las capacidades de la Brigada como Sistema de Combate Integral.
A mayor abundamiento, el ET necesita modernizar materiales obsoletos como son los sistemas de misiles NASAMS, PATRIOT y MISTRAL junto al material ATP M-109 A5, recuperar capacidades de artillería cohete de materiales como el TERUEL, HIMARS, MLRS y LAR-160 así como reponer munición, material de armamento de visión nocturna, vehículos o material de transmisiones.
De los 11 Programas Especiales de Armamanto actualmente en curso, cuatro (4) de ellos pertenecen al Ejército de Tierra, a saber, vehículo de combate sobre cadenas “Pizarro”, vehiculo de combate sobre ruedas VCR 8x8, helicóperos de combate “Tigre” y misil Spike-LR. A estos programas es preciso añadir el helicópero de transporte NH90 en el que también son receptores el Ejército del Aire y la Armada.
España se ha comprometido a incrementar su gasto de Defensa hasta alcanzar el 1,53% del PIB en 2024, que aunque no llega al 2% comprometido en la cumbre aliada de Gales, supone 10.000 millones de euros (M€) anuales más que el presupuesto actual. Es decir, 18.000 M€ anuales en 2024.
El actual gobierno ha aprobado en Consejo de Ministros, de 27 de julio y de 7 de septiembre, una inversión de 5.500 M€ en programas de modernización de las Fuerzas Armadas siguientes: aumento del techo de gasto del submarino S-80 de la Armada; modernización del helicóptero CH-47D Chinook del Ejército de Tierra; la compra de un segundo lote de helicópteros multipropósito NH90 y la contratación de los servicios de dos nuevos satélites de comunicaciones militares.
La nueva inversión en los cuatro programas será “progresiva” y se concretará en sucesivas anualidades repartidas en los presupuestos futuros. Se entiende que dicha inversión es parte de la recuperación de capacidades de las Fuerzas Armadas para los próximos años, donde se siguen contemplando los PEA,s. Como vemos, se incluyen dos programas que interesan el Ejército de Tierra como son la modernización de los helicópteros Chinnok y la compra de helicópteros NH90.
Sin embargo, es preciso significar que de los tres programas prioritarios del ET que se han expuesto más arriba, solo uno de ellos se contempla en la recuperación de capacidades en Defensa. No se contempla la modernización, la recuperación ni la reposición de materiales mencionada. Esta situación coloca al ET en una situación límite ya que estas carencias constituyen requerimientos esenciales para que la Fuerza 2035 alcance el nivel de eficiencia que demanda el entorno operativo futuro. A modo de ejemplo, en la actualidad el presupuesto del ET para la reposición es de unos 128 M€ en tanto que las necesidades mínimas son de 270 M€ aproximadamente.
De acuerdo con lo expuesto, no hay duda de que la actual situación de la Deuda de Defensa - que grava poderosamente la distribución de los presupuestos de Defensa – constituye una “pesada losa” que está afectando negativamente a la eficiencia de la Fuerza 2035, ya que impide la necesaria disposición de las capacidades operativas del ET que se exigen en los tiempos actuales y en el previsible futuro. Un Ejército de Tierra no operativo pone en cuestión nuestra seguridad nacional.
En definitiva, resulta imprescindible un horizonte de estabilidad presupuestaria en la Defensa. Ya no se trata de diseñar alternativas ya empleadas o intentadas como la reprogramación de los PEA,s; el incremento de presupuestos anuales; o la espinosa posibilidad de convertir la Deuda de Defensa en Deuda de Estado. Lo que realmente se necesita es una Ley de Sostenibilidad o Ley Programa de las Fuerzas Armadas más allá de los cambios políticos o presupuestarios. No estamos ante un problema de gestión financiera sino ante una decisión, fundamentalmente, política.
Madrid, 31 de octubre de 2018