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Los pollos vuelven a casa en el Vaticano…

El arzobispo Carlo María Vigano. (Foto: www.curiosodigital.com)
El arzobispo Carlo María Vigano. (Foto: www.curiosodigital.com)

13 SEPTIEMBRE 2018

Por Manuel Pastor Martínez
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Es una vieja expresión en lengua inglesa, con varios precedentes literarios medievales, pero la estándar más conocida, referida a los pollos, data del poema de Robert Southbey “The Curse of Kehama” (1810):

“Curses are like young chicken: they always come home to roost.”

En la reciente historia de los EEUU la expresión “the chickens come home to roost” ha sido empleada por dos infames personajes, curiosamente relacionados con el ex presidente Barack Obama: en 1963, como comentario al asesinato del presidente Kennedy, por el notorio delincuente convertido al Islam, Malcolm X (ídolo político del “organizador comunitario” y futuro primer presidente negro); en 2001, como comentario al ataque terrorista del 11-S, por el clérigo anti-americanista y racista negro Jeremiah Wright (consejero espiritual del matrimonio Obama en Chicago).

Normalmente la expresión se ha utilizado como metáfora crítica “progresista” de la política exterior estadounidense. Pero ahora ha servido también para denunciar cierto progresismo sexual en la doctrina católica sobre la homosexualidad y las ocultaciones de sus, digamos, ramificaciones pedófilas.

Hace pocos días leí una columna de mi admirado Pat Buchanan (“A Cancer on the Papacy?”, Townhall, August 31, 2018) en la que usaba la expresión en referencia a los escándalos de pederastia y su encubrimiento por la Iglesia Católica: “the chickens come home to roost in Vatican City”. Buchanan es un conocido político católico de raza, republicano y populista “paleoconservador, ex consejero de los presidentes Nixon, Ford y Reagan, él mismo candidato presidencial republicano e independiente en 1992, 1996 y 2000. Periodista de fuste y combate, original pensador de un populismo de derechas (precursor del Tea Party y del Trumpismo) y gran escritor.

En su columna Buchanan denuncia claramente que “éste es un escándalo homosexual” (…) “escándalo destructivo y sangrante durante largo tiempo, muchas décadas”, que ha generado en la Iglesia Católica “la crisis más grave desde la Reforma”.

El arzobispo Vigano en su famosa carta denuncia varias veces, como causa del escándalo, la “corriente homosexual”, “mafia” o “red homosexual” en la Curia y en las diócesis, no dejando de señalar que gran responsabilidad le corresponde a la “corriente desviada de la Compañía de Jesús” (menciona la frase tres veces en el texto), por desgracia –según él- mayoritaria hoy en dicha Compañía.

Apenas una semana después del escándalo del “lobby gay” y los abusos de pederastia y otros tipos, consentidos o encubiertos en el Vaticano y denunciados por el arzobispo Carlo Maria Vigano, con el consiguiente terremoto moral en la comunidad católica mundial, la policía de Miami detiene a dos curas de la diócesis de Chicago (regentada por el cardenal Cupich, uno de los aliados del Papa Francisco por recomendación del corrupto cardenal McCurrick) practicando sexo oral, a plena luz del día, en un automóvil aparcado junto a un jardín infantil. La noticia parece una broma sucia surrealista si no fuera realmente una provocación criminal.

¿Qué clase de locura colectiva o pandemia satánica es ésta que está afectando al clero católico? (el problema en otros ámbitos sociales no es pertinente al caso y no me preocupa ahora). Desde hace varios años vengo denunciando, por activa o por pasiva, directa o indirectamente, este maldito cáncer que como humilde católico de a pié me duele personalmente (véanse mis ensayos “Spotlight” en Kosmos-Polis, Febrero 2016; “Los Jesuitas: desde el Fascismo hasta el Papa Francisco”, en Kosmos-Polis, Marzo 2017, y en La Crítica, Marzo 207; “Carucha” en La Crítica, Septiembre 2018, y “¿Papa dictador, líder manqué?”, en Kosmos-Polis, Septiembre 2018).

¿Cuántos casos se han producido en EEUU durante las últimas décadas? Un informe solo para el periodo 1950-2002 apunta a cerca de 11.000 casos perpetrados por unos 4.400 clérigos. El fiscal general del Estado de Pensilvania denunció hace pocas semanas a 300 sacerdotes abusadores de aproximadamente 1.000 víctimas. Un amigo de mi familia, víctima de tales abusos, ha documentado en su blog (www.behindthepinecurtain.com) dedicado solo a la Abadía, Escuela y Universidad de St. John´s en Collegeville, Minnesota, más de 260 casos que involucran a unos 60 frailes ¿Cuántos más casos se han producido en otros países, por ejemplo en Irlanda, en Italia, en Honduras o en Chile, que han estado recientemente en los noticiarios? ¿Y en España?

Leo también en estos días (Star-Tribune, Minneapolis, September 2, 2018) que una Royal Commission en Australia –la más alta institución de investigación judicial- ha identificado 4.444 casos de víctimas de abusos sexuales a menores y más de 1.880 abusadores, solo en el periodo 1980-2005. La citada Comisión determinó que el 62 por ciento de los casos se produjeron en instituciones católicas. Algo huele muy a podrido en Roma.

No soy psiquiatra pero todo este siniestro asunto parece que tiene algo que ver con algún tipo de desorden mental. ¿No se puede hacer algo para impedir el acceso de estos enfermos al sacerdocio? ¿No deben los Estados con sus poderes policiales y judiciales proteger más eficazmente a sus ciudadanos de esta amenaza, revisando la naturaleza de los concordatos, del derecho canónico y del encubrimiento criminal bajo el llamado “secreto de confesión”?

Afortunadamente la Iglesia Católica es mucho más que una minoría de corruptos enquistados en el Vaticano encubriendo a los corruptos en millares de diócesis dispersas por el mundo. Pero hay que exigir a las jerarquías eclesiásticas una transparencia absoluta y una tolerancia cero reales más allá de la retórica habitual. Denuncias como la del arzobispo Vigano no deben caer en saco roto, silenciadas, ni ser objeto de descalificación en aras de la “corrección política” o por ceder a presiones de “lobbies” interesados (en definitiva anti-católicos y anti-cristianos), sino ser investigadas hasta las últimas consecuencias, como se dice popularmente: caiga quien caiga.

Es admirable y esperanzador que la mayoría de los católicos reaccionen en el sentido que lo hacen, serena pero rigurosamente, publicaciones como la española InfoVaticana.com o la estadounidense de St. Paul, Minnesota, The Wanderer. De ésta es muy recomendable el último número del pasado 6 de Septiembre con el texto completo del arzobispo Vigano y otros posteriores -del propio arzobispo, de obispos, de cardenales e incluso del Papa Benedicto XVI- aclaratorios de las acusaciones mendaces (¡qué tristeza!) divulgadas contra él en las cloacas, a partir del ominoso silencio de los asadores de pollos en el Vaticano.

Posdata: ayer mismo (12 de Septiembre) la justicia alemana denunciaba más de 3.600 casos de pederastia perpetrados por más de un millar de clérigos.

Manuel Pastor Martínez

Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid

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