- I -
Se ha comentado que el panorama de Cataluña puede llegar a su cima el próximo día seis de octubre, para conmemorar el ochenta y tres aniversario del intento de otro golpe de estado, que por cierto no resultó muy glorioso, pero sí llevó la desgracia para miembros del Ejército, fuerzas de orden público y paisanos. Por el contrario los protagonistas de este lamentable y delictivo hecho recibieron como justo castigo unos meses de cárcel y algunos desperfectos en edificios oficiales.
Mucho papel se puede emplear en el relato detallado de unos sucesos, que esperamos que no vuelvan a repetirse, a pesar del empeño de los partidos separatistas. Pero uno de los protagonistas de los hechos, el general Batet, general jefe de la Cuarta División Orgánica, con sede en Barcelona, dio noticias inmediatas de lo acontecido. Nadie mejor que él puede dar reseña de los hechos.
Por radio, el general relató los hechos:
“Catalanes, españoles todos y a la humanidad entera me dirijo en estos momentos, solicitado y requerido por la verdad, a la cual he rendido siempre tributo y que puedo decir que mis labios sólo se han abierto para la verdad más estricta. Voy a referirme sucintamente a cómo se desarrollaron los hechos acaecidos la noche del siete de octubre.
A las ocho aproximadamente de la noche, el entonces presidente del gobierno de la Generalidad proclamó desde el balcón del palacio de residencia la República Federal Catalana, diciendo que rompía desde aquel momento todas las relaciones con el Gobierno de la República española. A los pocos momentos me requería en conferencia telefónica para que con mis fuerzas me pusiera a sus órdenes. La contestación mía fue que no podía resolver en un instante lo que él había meditado y preparado durante días, si bien el cumplimiento del deber me decía claramente cuál era mi conducta a seguir.
A los pocos momentos un diputado de la Generalidad me traía el oficio requiriéndome por escrito lo que en conferencia telefónica me había exigido. Desde aquel momento no podía caber duda acerca de los propósitos que tenía. Además había presenciado durante el día el transporte de municiones y armas y la organización de guerra montada en diversos puntos de la ciudad.
No obstante, en mi afán de evitar un día de luto y que fuera consecuencia de aquellos actos la maldición de todos, intenté ponerme, no al habla, sino en contacto directo con quienes dependían de mí y estaban en la Generalidad y al efecto ordené que comparecieran inmediatamente. Fue rechazada mi orden, diciendo que sólo obedecían las órdenes del presidente de la Generalidad.
Coincidiendo con tales hechos, el Gobierno de la República española declaraba el estado de guerra, que resultaba ser contestación al del presidente de la Generalidad. Ordené inmediatamente que se publicara el bando, al propio tiempo que tomaba las medidas oportunas para evitar el derramamiento de sangre. La compañía que llevaba el bando no hizo más que doblar el paseo de Colón y entrar en las Ramblas cuando fue hostigada desde el centro de Dependientes, al mismo tiempo que veían ocupadas las calles que conducen a la plaza de la República (hoy plaza de San Jaime), en donde está la Generalidad y la Alcaldía.
Al llegar allí las fuerzas, uno de los jefes de la Generalidad se adelantó a preguntar qué es lo que iba a hacer. Contestación de mis fuerzas:
- –A defender la República
- –¿Cuál? –preguntaron–. ¿La Federal catalana o la República española?
- –La República constitucional –contestó mi tropa.
- –Entonces –replicaron– las armas dirán cuál debe ser, si la Federal o la Constitucional legalmente .
Dispararon desde la Generalidad, causándonos bajas. Mis tropas tenían orden terminante de no atacar a menos que fueran agredidas. Así fue, unos y otros sufrimos sensibles bajas. Desde aquel momento se contestó a la agresión con la agresión, puesto que sabía que con cuanta mayor energía yo obrara, menos sangre sería derramada. Aquella energía tuvo su efecto, puesto que a las seis de la mañana aproximadamente tuve la agradable sorpresa de que me llamara telefónicamente el presidente de la Generalidad diciéndome que consideraba estéril toda resistencia y se entregaba como único responsable de aquellos acontecimientos. Le dije que comunicara por radio su capitulación para que llegara a conocimiento de todos aquellos que, llevados por su fantasía, faltos de toda razón, sin aquellas altas virtudes que exigen los ideales, intentaban implantar sus propósitos.
La Generalidad con todo su gobierno, el Ayuntamiento con todos los concejales de su partido y de Estat Catalá, se rindieron a las fuerzas y fueron trasladados a este cuartel general de la Cuarta División. Se inició seguidamente el sumario para esclarecimiento de los hechos y se determinó entre tanto en donde serían guardados los detenidos y con todas las consideraciones fueron trasladados al vapor Uruguay. Estos son los hechos acaecidos la noche del seis al siete de octubre, noche histórica en la que experimenté una amargura grande por el derramamiento de sangre que quise evitar a toda costa, sin ser escuchado."
- II -
El relato de la preparación y desarrollo de la sublevación en Cataluña la proporcionó, el cinco de mayo de 1936, en un debate político celebrado en el Parlamento de Cataluña en torno a los sucesos de octubre, el exconsejero de la Gobernación Dencás. Afirmó que:
"...el Estat catalá preconizaba actitudes radicales, de ahí que de buenas a primeras, intentáramos la formación de unas juventudes destinadas a cortar de raíz toda reacción que tendiese a arrebatarnos nuestras prerrogativas. Se nos calificó de fascistas porque intentamos armar unas juventudes para tenerlas preparadas para cualquier evento”.
Declarada inconstitucional la ley de Contratos de Cultivo, que quería resolver un viejo pleito, aceptar las cosas tal como nos las dejaba esta nueva situación equivalía a desertar, precisamente ante unos sectores como los campesinos total y rigurosamente adictos a nuestra política. Dentro de lo escaso de nuestras atribuciones legislativas no podía tolerarse el que nos arrebatarse una sola posibilidad.
Llegó el momento en que el Gobierno se vio impelido a declarar ante el pueblo que no se dejaría arrebatar la ley y fui nombrado consejero de Gobernación. ¿Cuál era el estado de Barcelona en aquellos momentos? los atentados, la agitación social habían provocado un extraño estado de ánimo en la ciudad y las órdenes que yo había recibido eran muy concretas.
Preparamos la resistencia armada y así empezamos los trabajos para la preparación de un ejército catalán. Un miembro del comité organizador, militar por cierto, se encargó de la defensa de las fronteras catalanas, para lo que se contaba con tres mil fusiles y gran número de ametralladoras y nombró una ponencia para organizar las resistencias en todas las poblaciones catalanas
Los ocho mil hombres empezaron inmediatamente sus ejercicios y propuse al Gobierno la adquisición de armas, pero razones económicas lo impidieron de momento. Poco después se nos hizo un ofrecimiento que venía de un diputado socialista, el señor Prieto. Esta afirmación dio lugar a un gran escándalo en las tribunas del Parlamento y el orador fue acusado de infame, delator y traidor.
Continuó Dencás en el uso de la palabra:
"La oferta de aquellas armas no satisfacía nuestras necesidades. Otra, esta vez con material pesado e incluso con personal especializado, se nos ofrecía mediante el pago a una banca francesa y otra más de una casa suiza nos ofrecía veinte mil Máuser; ofrecimientos que fueron desestimados. Así me encontré con que nos habíamos cerrado incluso la posibilidad de aumentar el número de mozos de escuadra. Disponíamos de una policía nuestra, pero la mayor parte de la oficialidad era desafecta, y el Somaten no tenía ninguna eficacia. Las armas recogidas eran insuficientes y todo esto no servía para nada. Fue en balde todo cuanto intenté por adquirir medios suficientes para organizar la resistencia
No teníamos ninguna preparación, pero en aquel momento subía en Madrid un Gobierno de derechas, que provocó huelgas generales y un estado de pasión que repercutió en Cataluña. Habíamos organizado todo lo que era posible para declarar la guerra de Cataluña al poder fascista de España, contando en el comité revolucionario con representantes de todos los partidos, pero no podíamos lanzar al pueblo sin la milicia con idéntica disciplina de las habían de ponerse al frente de nosotros. Todo lo que yo proponía era rechazado sistemáticamente.
Se precipitaron los acontecimientos y pude ver como todos acababan dándome la razón. Pero todo esto ocurría muy poco antes del seis de octubre. Nadie había escogido la fecha, pero los hechos se precipitaban. En algunos pueblos se había proclamado la República catalana, sin embargo no se contaba con más elementos que unos cuatro mil muchachos que habían empezado su instrucción unos días antes. Era preciso acudir a remedios heroicos para hacer la guerra a España."
El exconsejero fue interrumpido por el presidente Companys y le corrigió “Contra España no”, rectificando Dencás:
“Contra el gobierno que entonces representaba a España. No había municiones, por cada Winchester apenas correspondía cincuenta balas, había encargado trescientas mil a una casa de Eibar que se trasladaron por carretera. Esto ocurría cinco o seis días antes y como no fue posible pagar pasaron al parque de Artillería.
Llegó el seis de octubre y el Gobierno no podía inhibirse precisamente cuando en toda España estallaba una revolución. El presidente decía que se proclamaba en nombre de España el Estado federal, pero yo advertí que lo primero que debía hacerse era proclamar la República catalana. Le dije que si creía conveniente que se concentrasen las fuerzas del somatén y de la policía en determinados lugares y me contestó que sí. Confiamos a unos hombres los mandos de las fuerzas, los señores Badia, Coll Llach y Pérez Farras, y las cinco de la tarde habían quedado ya repartidas las fuerzas y adoptadas todas las precauciones necesarias. Después del Consejo en que di cuenta de los trabajos realizados, recibí órdenes de marchar a Gobernación.
Desconocía a que podía obedecer la hora de tregua dada al capitán general para que contestase al comunicado enviado por el presidente. Pero durante esa hora de tregua nosotros dimos órdenes para que gente se mantuviera en sus sitios y yo permanecí en Gobernación ultimando detalles. Pasó una columna militar ante el edificio y a poco caían las primeras las primeras víctimas. Simultáneamente comparecían fuerzas en la plaza de la República con intención de tomar el edificio de la Generalidad.
No quedaban más que unas fuerzas juveniles con las armas más variadas y sin ninguna preparación e incluso empezaron los incidentes entre nuestras mismas gentes. En el palacio de la Generalidad había cuatrocientos hombres y estos hombres tenían la consigna de defender las calles adyacentes a la plaza. No estaba, pues abandonado, como se ha dicho. La acción revolucionaria de la ciudad duró unas horas escasas y recibía a las seis de la mañana orden de rendirse."
El exconsejero se fugaba por las alcantarillas.