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El deber de defendernos

Guerreros neolíticos. Petroglifos de Val Camónica. Italia
Guerreros neolíticos. Petroglifos de Val Camónica. Italia

La Crítica, 11 Julio 2017

Por Ignacio Martínez Eiroa
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La paz es un compuesto de cuatro elementos: Justicia, Libertad, Seguridad y Dignidad. Si falta uno de los componentes la paz no existe. Como en un castillo de naipes cada elemento sirve de apoyo a los otros tres, si falla uno de ellos el castillo se derrumba.

Las primeras sociedades humanas se constituyeron por un imperativo: sobrevivir; para ello eran necesarias dos condiciones: la primera agruparse para ser fuerte y la segunda crear un sistema para defenderse de los animales más fuertes y de otros hombres.

Para vivir juntos era necesario dictar unas normas de conducta, y para defenderse especializar en la defensa a unos cuantos hombres de la tribu. Acuciados por la necesidad, aquellos antepasados nuestros crearon, hace miles de años, dos figuras inseparables del desarrollo de la Humanidad: los jueces y los guerreros, la Ley y la Fuerza, sin las cuales ninguna sociedad humana pude sobrevivir.

Los jueces, en un sentido amplio, son los responsables de garantizar la Justicia y la Dignidad de la sociedad a la que pertenecen, y los guerreros de garantizar la Libertad y la Seguridad. Es decir, la vida en paz y el progreso del grupo. Por sucesivas integraciones se llegó a la sociedad moderna, al actual concepto de nación, conservando los dos pilares fundamentales: la Ley y la Fuerza.

Toda nación soberana debe garantizar a sus ciudadanos los cuatro elementos que constituyen la paz. El Preámbulo de nuestra Constitución expresa así esta voluntad:

La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad, y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía, proclama su voluntad de:…(Leer Preámbulo de la Constitución Española de 1978)

Treinta años antes, el 10 de Diciembre de 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas publicó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, interesante documento que en 30 artículos expone los Derechos Humanos, aunque no dice nada acerca de lo que debe hacerse cuando alguno de estos derechos es vulnerado por las naciones firmantes o por otras no firmantes.

El Artículo 3 dice: Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.

El Artículo 4: Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas.

El Artículo 5: Nadie será sometido a penas ni tratos crueles, inhumanos o degradantes.

¿Cómo convencer a los dirigentes de Daesh, Al Quaeda o Boko Haram de la conveniencia de respetar dichos artículos si no es con el empleo proporcionado de las armas?

Muchos hombres de buena voluntad, y otros de no tanta, expresan sus dudas acerca de si el empleo de las armas es, o no, moralmente aceptable. A los que de buena fe tienen esa duda, que son, en su mayoría, personas de raíces cristianas, les podemos remitir al Catecismo de la Iglesia Católica. Trataré de resumir.

El Artículo 2265 dice: La legítima defensa puede ser no solamente un derecho, sino un deber grave para el que es responsable de la vida de otro, del bien común de la familia o de la sociedad.

El Artículo 2266 termina diciendo: …quienes poseen la autoridad tienen el derecho de rechazar por medio de las armas a los agresores de la sociedad que tienen a su cargo.

Y el Artículo 2310, en su párrafo segundo, dice: Los que se dedican al servicio de la Patria en la vida militar son servidores de la seguridad y de la libertad de sus pueblos. Si realizan correctamente su tarea colaboran verdaderamente al bien común de la nación y al mantenimiento de la paz.

La Defensa Nacional es un deber grave, pero no es el único deber de los gobernantes y de los ciudadanos; promulgar leyes, vigilar su cumplimiento, velar por el orden interior, “promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida”….también son deberes de todos.

Vemos que el ser humano, al constituirse en sociedad, aceptó deberes y adquirió derechos, y en una sociedad justa ambos deben estar equilibrados. En este trueque la especie humana salió ganando, pues, a pesar de sus errores, fue aumentando gradualmente su mayor riqueza, la vida. Vivimos más años y nuestra vida es más placentera.

Pero el hombre no es perfecto, conservamos defectos de nuestros remotos antepasados como son la ambición, el deseo de dominar, de poseer; es un hecho la existencia de grupos humanos que tratan de imponer a otros su voluntad por la fuerza, y la necesidad de esos otros grupos humanos de oponerse a tal deseo, de ahí el fenómeno que llamamos guerra, el “duelo a gran escala” según Clausewitz.

La guerra es una realidad permanente y toda nación, en mayor o menor grado, debe estar preparada para afrontarla. Hoy la guerra reviste muchas formas, es una hidra de cientos de cabezas: guerra clásica, guerra subversiva, terrorismo, guerra cibernética… que pueden acontecer con independencia unas de otras o coordinadas, lo que convierte en combatientes, o víctimas pasivas a todos los ciudadanos de una nación. Todos somos objetivo y debemos ser conscientes de ello. Y si no podemos empuñar armas podemos empeñar nuestra voluntad y expresarla por los medios a nuestro alcance.

Ser fuerte, en el interior y en el exterior, es caro; unas Fuerzas de Seguridad del Estado y unas Fuerzas Armadas bien dotadas requieren una parte importante del Presupuesto Nacional,- siempre escaso-, y desde el final de la II Guerra Mundial una corriente de hedonismo pacifista se extendió por Europa, incluida España, especialmente, de tal forma que el tanto por ciento del PIB dedicado a Defensa –tarea poco atractiva para algunos- se ha ido reduciendo paulatinamente hasta situarnos a la cola de Europa, vecinos de Luxemburgo, a pesar de lo cual nuestras Fuerzas Armadas, gracias esencialmente al gran valor de su capital humano, están cumpliendo con un alto grado de eficacia sus misiones en el exterior.

Es lógico que a la hora de repartir el Presupuesto se dé prioridad a Sanidad y Educación cuando la amenaza no parece inminente, pero es importante ser previsor a la hora de calcular el riesgo, pues ¿de que les sirvió a las doscientas niñas nigerianas secuestradas en su colegio por Boko Haram, maltratadas, violadas y asesinadas, estar sanas y ser bien educadas?

Desde el final de la II Guerra Mundial, las naciones de Europa han supuesto que el riesgo no era inminente ni grave y han confiado en la protección de las Fuerzas Armadas de los EEUU, pero el escenario ha cambiado en contra nuestra: el riesgo aumenta y se aproxima, y los EEUU demandan mayor colaboración por parte de las naciones europeas. Exigirá sacrificios dedicar a gastos de Defensa el 2% del PIB y lo más difícil será convencer a los españoles de la necesidad de hacerlo, aunque, seguramente, no será preciso recortar de las partidas esenciales, bastará con suprimir los caprichosos derroches de las comunidades autónomas y los municipios.

“La sociedad debe saber que su forma de vida, sus principios y su valores están amenazados” según expuso recientemente el Jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra en un encuentro con periodistas.

Como ya sabían nuestros antepasados del Neolítico el concepto de defensa es inseparable del hecho de la vida tanto individual como colectiva.
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