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500 ANIVERSARIO DE LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO POR MAGALLANES Y ELCANO (5)

Las bulas alejandrinas

El Papa Alejandro VI (1492-1503)
El Papa Alejandro VI (1492-1503)
Por Enrique Martínez Ruiz
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En su regreso del primer viaje a América, antes de llegar a Castilla, Cristóbal Colón recaló en Lisboa, donde empezó a difundir noticias, que se extendieron con rapidez, ...

... dando cuenta de las novedades descubiertas al otro lado del Atlántico. Como no podía ser de otra manera, su llegada y sus informaciones produjeron una gran conmoción, pues suponía hacer realidad un proyecto que en Portugal había desestimado su rey, más interesado en continuar la línea de expansión que había iniciado el reino navegando hacia el sur de África tratando de establecer una nueva ruta hacia las islas de la especias y participar de manera directa en el control del comercio de tan caros y demandados productos en Europa. Y ahora, Colón descubría un posible camino hacia aquellas remotas islas, cuya viabilidad era necesario aclarar, pues podía haber alcanzado las Molucas por un camino más corto. Por eso, el 5 de marzo de 1493, Bartolomé Díaz le pidió que le informase sobre el viaje, entrevistándose también con el capitán Álvaro Damon. En las jornadas que siguieron, la popularidad de Cristóbal Colón no paró de aumentar y podía considerar que había alcanzado un éxito que le resarcía de los sinsabores que le produjo ver rechazado su proyecto en Portugal.

El rey Juan II (1455-1495) le envió una nota por medio de Martín Noroña invitándole a reunirse con él en el valle del Parayso, un lugar de recreo distante de Lisboa nueve leguas. La entrevista tuvo lugar el día 10 y estuvieron hablando toda la jornada. Colón permaneció en la capital portuguesa hasta el día 13, en que zarpó para dirigirse a Sevilla y desde allí, acudir a la corte española para informar a los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón y V de Castilla. Abandonaba Portugal después de sembrar la inquietud en la corte lisboeta y provocar una intensa actividad diplomática, que se desarrollaría en los meses siguientes entre Lisboa, la corte española y Roma.

Juan II decidió actuar de inmediato y envió como embajador a Rui de Saude a Barcelona, que era donde estaba entonces la corte de los Reyes Católicos (reyes de Castilla, 1474-1504 y de Aragón, 1479-1516). Ante el éxito colombino, el monarca portugués deseaba detener los viajes descubridores castellanos y conseguir información clara de dónde estaban las tierras descubiertas por Colón. Saude viajó con tal rapidez que llegó a Barcelona antes que el mismo Colón, de manera que Fernando e Isabel se encontraron no solo con unos planteamientos sobre cuestiones de las que carecían de información directa, sino también con la presión diplomática portuguesa.

Cuando llegó Colón a la corte catalana, informó a los reyes de sus descubrimientos, recurriendo en las explicaciones a la cartografía, pero ni sus ilustraciones, ni sus explicaciones, ni los documentos que expuso sirvieron para aclarar la situación en relación a las reclamaciones de Portugal y a las posibilidades castellanas. La reina Isabel la Católica le insistió en que reflejara en una carta náutica las tierras que había descubierto, pero en la Corte española sólo dejó un diario para que se analizara y copiara, pensando que con eso bastaría para dilucidar la cuestión. Es posible que Colón no fuera todo lo claro en sus explicaciones que se le exigía, pensando, tal vez, en mantener algunos secretos que le permitieran realizar nuevos viajes. En previsión de complicaciones futuras y deseoso de asegurar lo conseguido, Fernando el Católico enviará diplomáticos a las principales cortes europeas y sobre todo, a Roma, donde quería conseguir una intervención pontificia favorable a los intereses españoles, pues esperaba el apoyo del papa Alejandro VI (1492-1503), de los Borja, familia valenciana, quien no dudaría a lo largo de su pontificado en participar en las intrigas y manejos diplomáticos europeos, en los que la pugna castellano-portuguesa, que se le planteó a poco de sentarse en la silla de San Pedro, sería el primero en importancia por su gran repercusión posterior. Fernando le presionará para que le reconociese la propiedad de las tierras descubiertas.

En realidad, había dos cuestiones planteadas. Una, qué se había descubierto. Era lo que más preocupaba a Juan II, por si los castellanos llegaban antes a las Molucas. Otra, a quién pertenecía lo descubierto. Era lo que más le interesaba a los reyes españoles, porque una cosa era el descubrimiento y la toma de posesión y otra conseguir la exclusividad en las tierras descubiertas, que sólo la podía conceder el pontífice, por lo que buscaban un documento papal que les concediera ambas cosas, excluyendo a otros reyes cristianos.

La presión castellana sobre Roma dio frutos inmediatos, pues el 3 de mayo, Alejandro VI firmó la primera bula Inter coetera, que se mantuvo secreta y llegó a Barcelona el 28, conteniendo una cláusula con la donación de lo descubierto: “asignamos todas y cada una de las tierras e islas supradichas, así las desconocidas como las hasta aquí descubiertas por vuestros enviados y las que se han de descubrir en lo futuro que no se hallen sujetas al dominio actual de algunos señores cristianos”. Pero ante el temor de que el rey portugués empezara a esgrimir derechos que le favorecieran, los Reyes Católicos y Colón consideraron insuficiente tal cláusula y solicitaron una segunda bula mas tajante en su contenido, añadiendo las zonas por donde podían extenderse en el Atlántico una y otra monarquía. La nueva bula papal, del mismo nombre que la anterior, llegó cuando Colón estaba preparando su segundo viaje. Estaba fechada el 4 de mayo y trazaba una línea imaginaria de norte a sur a cien leguas de las Azores, concediendo a los castellanos las tierras descubierta ya y por descubrir, si estaban situadas más allá de esa línea, es decir al oeste de ella.

El arbitraje así establecido no satisfizo a Portugal, que continuaba insistiendo en sus aspiraciones. Fue, pues, necesaria otra tercera bula, la Eximiae devotionis, fechada también el 3 de mayo y copia de la primera, que aclaraba lo que se concedía a una y otra Monarquía, extendiendo a Castilla los privilegios y demás gracias e inmunidades que ya disfrutaba Portugal, según concesiones anteriores.

Las bulas en cuestión se redactaron en abril, mayo y julio, pero se antedataban para que los portugueses no consideraran que el papado cedía a la presión española. El 25 de septiembre de 1493, se publicó una cuarta bula, la Dudum siquidem, que nadie esperaba, contraria a los intereses portugueses; es la conocida como “la ampliación de la donación”, ya que permitía que navíos castellanos, navegando hacia el oeste, descubrieran tierra pertenecientes a la India asiática, a donde los portugueses estaban deseando llegar. En consecuencia, el problema con Portugal respecto a las denominadas Indias Orientales se mantenía, por lo que acordaron ambas partes celebrar unas reuniones para aclarar la situación. Una decisión que se toma cuando los pescadores castellanos quisieron faenar mas al sur del cabo Bojador, pretensión que hizo rebrotar la disputa y las diferencias. Tales reuniones se celebraron en 1494 en Tordesillas, de las que saldría el acuerdo final sobre las áreas de expansión de ambas monarquías.

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