La preocupación más importante de los españoles, desde hace años, es el paro. Así lo demuestran las distintas investigaciones que se han realizado y, sobre todo, el sondeo de opinión que mensualmente lleva a cabo el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que constata, con carácter sistemático y sin excepción alguna, que lo que más preocupa a los españoles es el desempleo.
En efecto, nuestro índice de paro es muy elevado respecto de los países de la Unión Europea y su larga duración, parece señalar una situación de desempleo estructural. En España se utilizan dos sistemas para conocer ese índice: la Encuesta de Población Activa que trimestralmente confecciona el Instituto Nacional de Estadística (INE) y el de las personas inscritas en el antiguo INEM (ahora SEPE). Ahora bien, dado que es un hecho que existen personas de 16 y más años, aptas para el trabajo, que, por los motivos que sean, no están inscritos en las oficinas del actual SEPE, resultan más fiables los datos del Instituto Nacional de Estadística. De acuerdo con estos datos, la tasa de desempleo en nuestro país el año 2006 era del 8,26 por ciento de la población activa. A partir de este año se produce un crescendo vertiginoso hasta alcanzar el año 2012 el 25,77 por ciento, esto es, algo más de la cuarta parte de esa población en paro. “Afortunadamente” (entre comillas), el año 2016 ha cerrado con un índice del 18,91 por ciento, de los que 42,9 por ciento son menores de 25 años.
Por lo que se refiere a nuestra Comunidad Autónoma, el Consejo Económico y Social de Castilla y León, el día 26 del mes pasado, publicó que en “Castilla y León la tasa de paro en el IV Trimestre de 2016 fue del 14,81% (del 18,63% en el conjunto nacional)”. Y más concretamente, en la provincia de León, “con una tasa del 18,69%, tuvo una tasa de paro por encima de la media nacional, mientras que Ávila, Zamora y Salamanca presentaron tasas entre la media regional y nacional y el resto de provincias tasas inferiores a la media de la Comunidad”. No obstante, León bajó su tasa de desempleo este último año el 6,5 por ciento, esto es, en torno a 2770 trabajadores, si bien, al sumar unos 38.600 parados, en cifras absolutas, León es la provincia con mayor número de población activa sin trabajo.
Tuve ocasión, hace unos días, de asistir a una conferencia-coloquio en el Foro Clavijo y han tenido la deferencia de enviarme, por correo electrónico, el texto íntegro de esa conferencia sobre “Las nuevas tendencias del mercado de trabajo”, que pronunció Manuel Iglesias Cabero, Magistrado de la Sala Social del Tribunal Supremo. El ponente destacó no sólo por el conocimiento del tema sino también por su calidad humana y su paciencia y claridad durante el coloquio. Por ello, me permito reproducir las primeras líneas de su conferencia: “El tema del empleo está presente en la conciencia de la generalidad de los españoles. Es la palanca que puede hacer realidad el bienestar social o arruinar ese objetivo por mucho tiempo. Los jóvenes tropiezan con insalvables dificultades para encontrar un empleo digno, en parte debido al excedente de desempleados, y en parte por la falta de preparación de los aspirantes al ingreso en las plantillas de las empresas. El talento y la formación profesional son las mejores cartas de presentación de los aspirantes a un empleo”.
En efecto, la necesidad de preparación y formación, en cuanto factor, casi decisivo, para conseguir empleo, es en el que hay que darle, de manera especial, la razón a Manuel Iglesias. Así, la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), ha editado un libro on line titulado “La Universidad Española en Cifras, 2014-2015”, en cuyo apartado 5.1.5. (página 88 y siguientes), sobre la empleabilidad de los egresados con estudios superiores, afirma: “Resulta objetivamente incuestionable que en los países desarrollados la empleabilidad está en relación con el nivel de formación de la población activa. Como muestra el gráfico siguiente (la fuente, que reproduce el libro es: Education at a glance 2015. Table A5.2a. OECD), los niveles generales de empleo inciden en el nivel de empleabilidad de los diferentes niveles formativos, y siempre es superior el nivel de empleo de la población con mayor nivel de estudios. En 2014, la tasa de empleo de la población con estudios superiores era en España del 77,3%, frente al 83,6% de la OCDE. De esa información no se deduce que la población con estudios superiores tenga dificultades diferenciales de empleabilidad con la del resto de países, porque su formación sea inadecuada, sino como se puede apreciar en los niveles de empleabilidad de la población con estudios secundarios o sin estudios secundarios, la causa nuclear del menor nivel de empleabilidad se encuentra en la enorme debilidad estructural del mercado de trabajo en España”.
Destaca la CRUE que frente al 20,9 por ciento de desempleados en España en 2015, únicamente el 12,5 de los que habían cursado estudios superiores se encontraba en esa situación. Más aún, los universitarios con el doctorado gozaban de pleno empleo, habida cuenta de que cuando un colectivo está sin trabajo por debajo del 5 por ciento, se considera plenamente empleado, por cuanto ese aparente paro se debe a la movilidad laboral de cambiar de empresa, de realizar otros estudios, etcétera. Pero, si se compara la situación de los licenciados españoles con lo de otros países, resulta aún más llamativa la desproporción. Por ejemplo, en Alemania sólo el 2,2% de los licenciados estaba desempleado, en el Reino Unido el 2,6%, en Italia, el 3,8%,… Y con relación a los que poseen el grado de doctor en sus disciplinas, prácticamente no existen los desempleados en los países citados.
La conclusión es evidente: a mayores estudios superiores, mayor empleabilidad.
Francisco Ansón