¿Para cuándo la transparencia?

La verdad es que, por mucho que esperemos, eso de la transparencia de nuestras instituciones quedará en olvidado reclamo electoral, por lo que parece. Nuestros cargos electos, sean ediles, alcaldes, diputados o procuradores están más ocupados en lucir sus entorchados y en acomodarse en sus poltronas que en abrir ventanas y contarnos todo aquello que estamos esperando que nos cuenten y que dijeron que nos iban a contar.

Lo cual se entiende en aquellos que, tras el miedo a perderlo todo, han visto renovados sus privilegios -aunque sea por los pelos- por mor de los votos de sus conciudadanos. Pero ¿y los nuevos? ¿Y los que han entrado con la llave de la regeneración y de la transparencia? Porque recuerden ustedes que todos los demás, viejos y nuevos, recurrieron a esta llave advenediza para justificar que eran mejores, al menos en intenciones.

La Junta de Castilla y León, la Diputación de León, los ayuntamientos de León, Ponferrada, San Andrés del Rabanedo, Villaquilambre, Astorga y así hasta la última pedanía llenan los medios de comunicación de noticias superfluas en una magnífica continuidad mostrando claramente que nada ha cambiado ni tiene visos de cambiar.

Si de lo que realmente se trata es de distribuir el pastel disponible al efecto entre la clase política, dígase claramente y todos ahorraremos esfuerzos y, sobre todo, no dilapidaremos esperanza.