Nuestro santo padeció desequilibrios psicológicos que cursaban con episodios de manías persecutorias o alucinaciones con representación del maligno, producidos, al parecer, por una excesiva mortificación. Nació en la comarca del Bierzo, de ahí, san Valerio del Bierzo, pero, tan cerca de Astorga que, con frecuencia, se le conoce como san Valerio de Astorga.
Resulta difícil precisar la fecha de su nacimiento que debió ocurrir entre el año 625 y el 630, con lo que hubo de vivir el complejo siglo Vll de la España visigótica que inicia su primera cuarta parte del siglo con la muerte, por asesinato o en circunstancias no explicadas, de sus reyes. Pero a Valerius o Valerio le tocó vivir, sobre todo, el reinado de Chindasvinto, al que sucedió su hijo Recesvinto, de recuerdo obligado para los juristas, por cuanto, con su antecesor Chindasvinto, promulgó el Liber Iudiciorum o Código de Recesvinto que dotó de una ley común a los dos pueblos de su reino, los hispanorromanos y los visigodos.
Su sucesor Wamba, tuvo una historia sorprendente y que, de conocerla, tuvo que hacerle pensar a Valerio. En efecto, Wamba no quiso ser rey. Le nombraron a la fuerza y no obstante fue el último de los reyes visigodos que dio esplendor a su reino. Sin embargo, al parecer, el que había de ser su sucesor Ervigio, junto con Julián ll, metropolitano de Toledo, le tendieron una trampa, le narcotizaron, le tonsuraron, le vistieron el hábito de monje y le obligaron a dejar de ser rey, por lo que Wamba se retiró a un monasterio, donde murió santamente el año 688. Pero las circunstancias de acceso al trono de Ervigio le obligaron a llevar a cabo grandes concesiones que debilitaron su poder. Y ya los que sucedieron a Ervigio no los conoció Valerio, dado que, casi con seguridad, falleció uno de los últimos años del siglo Vll, lo que le evitó vivir las dos terribles hambrunas, así como la epidemia de peste, durante el reinado de Witiza y la desoladora experiencia de ver cómo el 27 de abril del 711, Táriq Ibn Ziyad, gobernador de Tánger, con unos 9.000 hombres, pasó el estrecho de Gibraltar, conquistó Algeciras y con algunos hombres más derrotó a don Rodrigo en la batalla de Guadalete, dando lugar al comienzo de la España musulmana.
Valerio ya era un buen cristiano desde muy joven y discípulo de san Fructuoso, cuya vida relató en su hagiografía Vita Sancti Fructuosi, y en cuyo monasterio quiso ingresar, sin que se conozcan las razones por las que no pudo hacerlo.
Se le considera, así mismo, autor de su propia biografía, Liber Prosopopeia Imbecillitatis Propiae, que sería la primera autobiografía de nuestra literatura, pero no ha llegado hasta nosotros. En todo caso, San Valerio fue autor de numerosos escritos, no sólo de espiritualidad sino también aquellos en los que da noticias detalladas sobre las características del monacato de su época, e igualmente, resalta su interés por las numerosas y a veces, muy concretas descripciones de los lugares en los que evangelizó.
“Fallido el intento monacal, comienza una vida de oración y penitencia viviendo al estilo de los antiguos eremitas. Su modo de vivir, poco frecuente en la época, hace que de boca en boca vaya pasando la noticia de su existencia entre los habitantes del lugar que empiezan a visitarle en la ermita que hay junto al castillo llamado de la Piedra, en Astorga. Allá concurren con deseos de escucharle y de ser confortados en sus penas. El clérigo cuidador de la ermita sólo comienza a interesarse por ella cuando advierte el sonar de las monedas y huele los pingües beneficios de las ofrendas; como se posesiona de ellas de mala manera, el santo se marcha para no facilitar su codicia extrema; pero hasta los pocos libros que tenía hubo de dejarlos en la ermita por considerar el clérigo chupón que fueron de ella.
La gente del lugar le echa de menos y le sugieren un nuevo sitio para vivir, rezar y predicar. En Ebronato le edifican los fieles un oratorio donde se instala y recomienza. Como la gente se arremolina en torno a él, el obispo nombra un presbítero para que atienda la pequeña iglesia construida; Justo se llama el pastor y su justicia en el nombre se queda. De nuevo queda Valerio sin techo y reducido a la miseria. La gente sigue queriéndole y sufre la mala envidia de Justo que en alguna ocasión llegó a emplear la violencia física contra Valerio.” (Francisco Pérez González, Dos Mil Años de Santos, Ediciones Palabra, 2001, Tomo l, pp. 244 y 245). Pero, en el mismo Bierzo, cerca del monasterio que fundó san Fructuoso, encuentra un lugar tranquilo que le permite llevar la vida ascética de ermitaño, falleciendo, al final del siglo VII. Sus reliquias se conservan en el Altar Mayor de la Iglesia de san Pedro de los Montes, próximo a Ponferrada.
Uno de sus biógrafos, Francisco Pérez, resume la vida de san Valerio del Bierzo, en la siguiente y acertada frase: “Santo de heroicas virtudes y de invicta paciencia en la adversidad.” Y Cristina Huete, añade: “Hizo voto de no perder ni un minuto de tiempo, y así, cuando terminaba su oración se entregaba a trabajos manuales y a escribir. Fue uno de los representantes del renacimiento isidoriano en España.” (
http://hagiopedia.blogspot. com.es/ 2013/02/san-valerio-de-astorga-m-695.html)
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