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Y dirán ustedes ¿Qué pinta King Crimson en un digital que, salvo los buenos artículos sobre el rock leonés y nacional de Fran Ramos, dedica muy poco espacio a la música? Pues verán: en el estribillo de esta pieza intemporal hay un verso que viene que ni pintado para reflejar la actual situación en la que estamos. Dice así: “Confusion will be my epitaph” (confusión será mi epitafio). Vivimos un momento en el que la confusión como una parte más del proceso de manipulación está a la orden del día. Y no me refiero a la confusión en su significado de desorden, desbarajuste, caos o desconcierto, que también. Aludo a su acepción de equívoco, doble sentido, manejo y ambigüedad con la que nuestros políticos se despachan a cada momento. A alguno le confundía la noche y a otros nos confunden nuestros políticos. No bastaba con dividirnos –por aquello de divide y vencerás– entre buenos y malos, izquierdas y derechas, del Madrid o del Barça, del Iphone y del Android, y todo un sinfín de tópicos que llevan a la segmentación. No. Ahora, cuando tímidamente y después de superar intoxicaciones y enredos creemos tener una idea clara de lo que hacer, juegan al despiste con nosotros e intencionadamente nos confunden con mensajes contradictorios por aquello de pillar el mayor cacho posible. De esta manera nos encontramos con partidos a los que les da vergüenza ser considerados de derechas y se autodenominan de “centro-derecha” y no les importa, en contra de sus principios, tirar de Visa e hipotecarnos eternamente, cual república populista helena se tratase, para así mantener el estado de la “sopa boba” y poder arañar unos votos que le permitan seguir con sus corrupciones y tejemanejes. Son “diestros” en artimañas y “siniestros” en intenciones. Por ello me confunden. O por el contrario, partidos emergentes que se les llena la boca de progresismo y paz y a la vez hacen propuestas retrógradas, fracasadas y más casposas que las de los anteriores, además de ser incapaces de sentarse a fumar –al menos eso dicen en sus videos promocionales– la pipa de los indios pacíficos. Estos emergentes totalitarios que siempre buscaron estados fuertes y unidos –o mejor aún un único estado (lo de la internacional no iba de coña)– no dudan en fragmentar la patria con tal de trincar poder. (¿Tendrá algo que ver con esto del poder el nombre del partido?, pues pudiera ser que, en lugar de como dice M. Pastor, el nombre elegido no sea una burda copia del “we can” (posibilidad o capacidad de hacer algo) sino que tenga que ver con “power” (que da un poquito más de yuyu). Por ello también me confunden. ¿Qué decir de los del cambio? No lo entiendo, cada vez que optan al poder utilizan el mismo eslogan. Realmente cambian poco y no son nada originales. Ellos, que en el arte de la confusión siempre han sido maestros (acordaos del “de entrada no”), ahora son los confundidos que intentan confundir. Confunden “sorpasso” con el “sorpresazo” de que pueden adelantarle no solo por la izquierda sino también por el arcén. Su confusión interna les lleva a confundirnos con lo del voto útil (bueno, también los de la extrema-centro-derecha lo espetan), como si fuera inútil cualquier voto que no sea cara-cruz, rojo-azul o “pá tí y pá mí”. Desprecian mi voto en blanco de las últimas elecciones ¡leches! Bueno, realmente si la mayoría votásemos en blanco, estos y los otros seguirían haciendo igualmente sus cálculos de reparto de escaños con votos testimoniales sin reparar en que la mayoría les desprecia. Estos también me confunden. También me confunden los de posiciones moderadas. ¿Qué pensaban, que se iban a ir de rositas? Intentando arañar votos a diestro y siniestro no se conforman con estarse quietecitos en el centro sino que, en una transversalidad indefinida pillan ideas oportunistas de ambos extremos y, cual antibiótico de amplio espectro, reparten a ambos lados y por lo tanto por ambos lados le van a venir los estacazos. No hay peor cosa que estar en medio de una pelea. Valga aquello de “in medio consistit virtus”. Pero ojo, otro que sabía mucho más maldijo a los tibios: “aquellos que no son ni fríos ni calientes los vomitaré de mi boca”. En su haber tienen que, a diferencia de otros partidos y tal vez por el poco tiempo que llevan, apenas hay signos de corrupción. En su contra: que también confunden. En la campaña de las frustradas elecciones pasadas prometieron bailar solo con la reina más votada y sin embargo le hicieron guiños hasta a la chica del guardarropa. Claro, y pensarán ustedes: ¿y los otros partidos? ¿Les merece la pena a sus integrantes invertir tiempo y hacienda en tratar de mejorar esta sociedad llena de confusión (ahora sí en su sentido de desbarajuste y descontrol por doquier) sabiendo que no van a conseguir ni un solo representante? Esa es la cuestión. El voto útil. Pero útil ¿para quién? Me recuerda esto de la utilidad al intento que tenían mis profes cuando yo era niño en hacer de mí un hombre de provecho, cosa que me mosqueaba mucho pues pensaba yo que si había un provecho es que alguien se aprovechaba. Con el voto pasa igual, si hay un voto útil probablemente sea útil para alguien que no es el que usted quiere. Si después de este rollo está usted más confundido que antes, bienvenido al club. Ya somos dos candidatos a que, como en la canción de King Crimson, nos pongan confusión como epitafio. + 1 comentarios
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