Hubo a principio de los 70 en TVE –la única de entonces– un programa de humor de mucho éxito que tenía como estrella al humorista argentino Joe Rigoli, fallecido no hace mucho. Interpretaba Rígoli dos personajes, uno de ellos era Felipito Tacatún. El bueno de Felipito hacía reír no por el ingenio de sus chistes sino por los gestos y caras raras que ponía. Una de sus muecas más graciosas era la del final de todos los programas concurso que representaba, en los que se despedía con un exagerado guiño cómplice a la vez que levantaba el pulgar en señal de aprobación diciendo: YO SIGO. Pues, con poco más que sus caras estrafalarias se mantuvo en TVE hasta bien entrados los ochenta a pesar de que su estrella había languidecido tiempo atrás.
Y a mí que este personaje, no por las caras graciosas claro está, sino por su afán de seguir a toda costa, me recuerda a algún político actual. Digo que no a las caras graciosas pues al menos el que yo pienso es todo lo contrario: elegante y noble porte, hierático y quijotesco como si de un caballero de la triste figura se tratara pero que, como el humorista, se aferra al sillón y no se va ni con agua caliente a pesar de que “soto voce” en su partido lo piden. ¿Que tendrá la política que, salvo honrosas excepciones, no la abandona nadie –salvo para ir a la cárcel– a pesar de los estrepitosos fracasos? Porque ya me dirán: excepto Pablo Iglesias todos fracasaron de algún modo en las pasadas elecciones al obtener resultados inferiores –y en algún caso muy por debajo– a lo esperado y sin embargo todo apunta a que los partidos van a repetir candidato en estas nuevas elecciones del 26J.
Si hacemos un símil futbolístico el candidato sería el capitán, líder y estrella del equipo. Repetir candidato sería como mantener en su puesto temporada tras temporada al delantero centro que al principio “iba bien de cabeza”… pero ya no marca goles. A pesar de ello el club se empeña en que juegue de titular porque es de la cantera. Claro que despedirlo o traspasarlo puede resultar difícil si ese delantero es el que controla el vestuario, la junta directiva y la asamblea de socios. La cosa está clara, cuando la estrella del equipo se apaga hay que sustituirla cuanto antes por otra que meta goles y encandile a las masas.
Recuerdo el caso de una ciudad leonesa que en las competiciones nacionales, un determinado partido –equipo si seguimos con el símil futbolístico– siempre ganaba la competición nacional por goleada pero en el torneo municipal el que jugaba de delantero, a pesar de su indudable calidad, había perdido el olfato de gol nada menos que 24 años atrás y el entrenador empeñado en mantenerlo en su puesto. Y claro, el rival se lo pasaba por la piedra en cada contienda. Fue cambiar a la figura estrella sin tocar ningún otro jugador ni estrategia y cambiaron las tornas en los resultados.
¿Quién ganará la próxima competición si los equipos siguen empeñados en mantener el contrato de sus figuras? A saber. En política como en el futbol juega la capacidad técnica de los jugadores, el entrenador, la estrategia, pero también juega un poco el azar y un gol en el último minuto puede ser determinante. El resultado lo sabremos el próximo 26J aunque las casas de apuestas dan como probable un resultado similar al pasado. Una cosa está clara: con las estrellas actuales de futbol rancio y aburrido la asistencia al campo el día de la final del 26J va a caer estrepitosamente, y si no al tiempo.