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LA INFANTA TERESA DE LEÓN, PRIMERA REINA DE PORTUGAL, por Manuel Pastor Martínez

LA INFANTA TERESA DE LEÓN, PRIMERA REINA DE PORTUGAL, por Manuel Pastor Martínez
Por Manuel Pastor Martínez
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En cualquier caso sería interesante averiguar si el palacio de Jimena y de sus hijas fue también, pasados los años, el famoso castillo de los Marqueses de Astorga ubicado en la parte suroccidental sobre las murallas de la ciudad que, tras su venta por el XIX Marqués de Astorga D. José María Osorio de Moscoso y Carvajal, será demolido en 1883 para construir con sus piedras la actual plaza de toros de Astorga.

Mi maestro el gran hispanista Stanley G. Payne (A History of Spain and Portugal, The University of Wisconsin Press, Madison, 1973, vol.1, página 113) ha señalado muy acertadamente que los dos grandes historiadores portugueses del siglo XIX, Alexandre Herculano y Oliveira Martins, consideraban la independencia de Portugal en el siglo XII como algo “accidental”, tesis mantenida enfáticamente por los historiadores españoles, por ejemplo Claudio Sánchez-Albornoz, que la describe fruto “del azar inexplicado e inexplicable” (Santiago, hechura de España. Estudios jacobeos, Ávila, 1993, página 62). Sin embargo la historiografía portuguesa del siglo XX y actual ha intentado subrayar un “hecho diferencial” de la región con una identidad cultural propia y continuada desde la Edad Media.

Un historiador portugués contemporáneo con el rigor profesional que le ha evitado caer en una perspectiva identitaria, José Mattoso, catedrático de Historia Medieval de la Universidad Nova de Lisboa, ha concluido que: “La exigüidad del territorio nacional exigió un esfuerzo de concentración de medios humanos y materiales para la prosecución de la expansión territorial. El éxito de este esfuerzo colectivo, a su vez, confirió al conjunto un gran dinamismo inicial, que fue necesario para vencer en las luchas contra el Islam y contra el rey de León. La grave crisis que Portugal atravesó entre 1184 y 1248 demostró que el reino tenía unas solidas bases, tanto desde el punto de vista de la autoridad real como respecto a las fuerzas sociales en que ésta se apoyaba.” (Así nació Portugal, Cuadernos de Historia 16, 283, Madrid, 1985, página 30).

Sin embargo, no conviene despreciar el “factor humano” que también jugó un importante papel en el proceso de independencia de nuestra nación vecina. Me refiero concretamente a la Infanta Teresa de León. Este factor adquiere relevancia en un análisis riguroso de la importancia del Reino de León en los orígenes nacionales de España y Portugal. Si el condado leonés de Castilla sentó un precedente en el intento temporal de independencia respecto al Reino hispánico unitario de la dinastía astur-leonesa, su imitador, el condado leonés de Portugal tendrá un éxito definitivo en su independencia permanente (excepto en un periodo breve durante el reinado de Felipe II, ya en la Edad Moderna) respecto al núcleo originario de la Monarquía española.

Aunque hoy disponemos de excelentes estudios, encabezados por los de Bernard F. Reilly, sobre Alfonso VI y su hija Urraca, todavía no existe una biografía o estudio histórico equivalente sobre la hija bastarda del primero y medio hermana de la segunda, la Infanta Teresa de León. Alfonso VI es probablemente el rey más importante de la Reconquista y la reconstrucción de España entre Don Pelayo y los Reyes Católicos. No sólo intuyó la idea de un Estado Nacional integrador de los reinos cristianos, anticipándose en muchas cosas a Maquiavelo, como sostiene Reilly (The Kingdom of León-Castilla Under King Alfonso VI, 1065-1109, Princeton University Press, Princeton, 1988), sino que fue el auténtico inventor de las Cruzadas contra el Islam, sentando el modelo con la conquista de Toledo en 1085, como reconocían recientemente los historiadores Jonathan Phillips en Holy Warriors. A Modern History of the Crusaders (Random House, New York, 2009, página 48) y Rodney Stark en God’s Battalions. The Case for the Crusades (HarperOne, New York, 2009, página 46). Sus hijas Urraca y Teresa heredaron efectivamente algo de su talante, especialmente la primera reafirmando la unidad de España a partir del núcleo astur-leonés, aunque no pudo evitar la secesión de Portugal que lideró la segunda. Nunca una rivalidad entre dos mujeres de la misma familia tendría tan graves consecuencias para la historia de la comunidad ibérica.

La Infanta Teresa de León, hija ilegítima –pero según Stanley G. Payne la favorita de Alfonso VI (History of Spain and Portugal, ant. cit., vol. I, página 64)- , que por decisión de su padre contrajo matrimonio con Enrique de Borgoña y obtuvo el Condado de Portugal, a la muerte del monarca leonés se convertirá en virtual primera Reina de un Portugal independiente, con iniciales aspiraciones expansionistas que incluían la ciudad de Astorga y los territorios de Zamora, Salamanca, Ávila y Extremadura. García, un Infante leonés hijo del Rey Fernando I, es decir hermano del Rey Alfonso VI y tío de Teresa, que fue el último Rey de Galicia (y de las tierras reconquistadas de Portugal, entre 1065-1090), terminó siendo destronado y prisionero durante casi veinte años en el castillo de Luna por su propio hermano Alfonso (G. T. Northup, “The imprisonment of King Garcia”, Modern Philology, XVII, 1919; y especialmente Ermenildo Portela Silva, García II de Galicia. El Rey y el Reino, 1065-1090, Ed. La Olmeda, Burgos, 2001).

Como ha escrito la historiadora portuguesa Maria Joao Violante Branco Marques da Silva, “Filha de uma bastardia real, numa época em que semelhate factor nao era inibidor da ascensao ao trono” (Portugal no Reino de León. Etapas de uma relacao (866-1179) en la obra colectiva El Reino de León en la Alta Edad Media, IV, Centro de estudios e investigaciones San Isidoro, León, 1993, página 594). No menos “indomable” que su medio hermana Urraca (así califica a la Reina leonesa Reilly), era hija de la amante del Rey Jimena Muñiz, berciana de la diócesis de Astorga, y como ha señalado recientemente el historiador Stephen Lay sería la “Uncrowned Queen” de Portugal al menos entre 1112 y 1128 (S. Lay, The Reconquest Kings of Portugal, Palgrave Macmillan, New York, 2009, páginas 55-70).

Ignoro si existe alguna biografía reciente sobre mi ilustre paisana (ya que nació en la diócesis de Astorga, de donde soy nativo), aunque el también paisano mío ya desaparecido, canónigo, historiador y cuidador del archivo diocesano, D. Augusto Quintana Prieto, publicó hace años un largo estudio sobre su madre, “Jimena Muñiz, madre de Doña Teresa de Portugal” (Revista Portuguesa de História, 12, 1969). T. de Sousa Soares ha publicado dos ensayos pertinentes: “O governo de Portugal pelo Conde Enrique de Borgoña” (Revista Portuguesa de História, 14, 1974) y “O governo de Portugal pela Infanta-Rainha D. Teresa (1112-1128)” (Colectánea de Estudos em Honra do Prof. Doctor Daimao Peres, A. P. H., Lisboa, 1974). J. Mattoso, más recientemente, es autor de las obras historiográficas contextuales imprescindibles Identificacao de un país. Ensaio sobre as Origens de Portugal (2 vols., 5ª. Ed., Estampa, Lisboa, 1995) y D. Afonso Henriques (Circulo de Leitores, Lisboa, 2006), y en el antes citado libro (2009) de Stephen Lay, el capítulo 2 (páginas 37-70), ofrece un adecuado resumen del “reinado” del Conde Enrique y la Infanta Teresa.

Stephen Lay asegura que hacia la primavera de 1117, la Infanta Teresa, viuda desde 1112 del Conde Enrique de Borgoña (mortalmente herido precisamente en Astorga, siendo aliado de Urraca, durante un encuentro con las tropas de Alfonso el Batallador, que tras su divorcio de Urraca había invadido los territorios de León y Castilla), comienza a usar en los documentos oficiales el título de Reina (página 58). Curiosamente ha sobrevivido una carta de privilegio de la Reina Urraca (de 12 de septiembre de 1118) en la que ésta ya se refiere a su medio hermana Teresa precisamente como Reina de Portugal, lo que implicaría un reconocimiento de facto: “Reinante regina domina Vrraca cum filio meo in Legione, Alfonso (sic) et Toleto, et regina domina Tharesia in Portugal…” (Diploma 96, Carta XXVII, en la obra de Irene Ruiz Albi, página 506).

Sin embargo, la relación sentimental de la viuda Teresa con el noble gallego Fernando Pérez (hijo de su tradicional aliado Pedro Froilaz), las intrigas con el famoso obispo de Santiago Diego Gelmírez, y en general su política de claro sesgo pro-Galicia (¿acaso había un proyecto de reconstruir el original reino de Galicia y Portugal de su tío, el depuesto Rey García, que también pretendió el Conde Raimundo de Borgoña, malogrado esposo de Urraca?), alienará a un sector decisivo de la nobleza portuguesa, que se inclinará hacia el Infante D. Alfonso Enríquez, hijo de Teresa y del Conde Enrique, como líder de una mini-guerra civil, resuelta finalmente en la batalla de Sao Mamede (24 de Julio de 1128) con la victoria del partido de Alfonso. En consecuencia, se producirá el exilio de Teresa y la consolidación de su hijo como primer Rey de un Portugal progresiva y definitivamente independiente de León.

Unas notas finales sobre Astorga. Merece una mención especial el linaje de Jimena Muñiz, la primera mujer Condesa de Astorga (véase Manuel Pastor, “El biógrafo de la Condesa –y de la Escuela- de Astorga”, La Crítica, Noviembre de 2015, lacriticadeleon.com), una personalidad extraordinaria de familia noble leonesa, nativa de un pueblo berciano en la diócesis de Astorga, que como dije fue amante del Rey Alfonso VI cuando se quedó viudo de su primera esposa la Reina Inés, y que será madre de las dos infantas bastardas, Elvira y Teresa. La primera, que viajó a Palestina como esposa del cruzado francés Raimundo de Tolosa, tras enviudar y en un segundo matrimonio con el Conde de Carrión será madre de Teresa Fernández, que se casará en 1140 con Osorio Martínez –presunto Conde de León y de Astorga- y cuyo hijo Gonzalo Osorio por tanto consolida el linaje de los Osorio (vinculándolo así familiarmente a los Reyes de la dinastía leonesa), que desde el siglo XV hasta nuestros días ostentará el título de Marqueses de Astorga.

Es presumible que Jimena y sus hijas tuvieran palacio residencial en la vieja Asturica Augusta. De hecho, gracias al hispanista y medievalista Bernard F. Reilly, sabemos que Teresa y su esposo Enrique de Borgoña lo habitaron siendo Condes de Portugal, y en él moriría el esposo tras quedar malherido en el campo de batalla, como dije, en el año 1112, enfrentado a las huestes de Alfonso El Batallador (ex esposo de la Reina Urraca, medio hermana de Teresa). También es plausible que en el palacio astorgano naciera en 1109 el hijo de ambos, Alfonso Enríquez, futuro gran Rey de Portugal, aunque este extremo no está documentado y la historiografía portuguesa hasta ahora, por razones nacionalistas obvias, no lo acepta. Reilly precisamente ha constatado que el futuro monarca portugués era un niño de apenas tres años de edad cuando estaba con su madre, la Infanta Teresa, Condesa de Portugal, junto al lecho de muerte de su padre en Astorga.

En cualquier caso sería interesante averiguar si el palacio de Jimena y de sus hijas fue también, pasados los años, el famoso castillo de los Marqueses de Astorga ubicado en la parte suroccidental sobre las murallas de la ciudad que, tras su venta por el XIX Marqués de Astorga D. José María Osorio de Moscoso y Carvajal, será demolido en 1883 para construir con sus piedras la actual plaza de toros de Astorga.

Manuel Pastor Martínez

Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid

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