Desde los inicios de la presente campaña electoral USA-2016, no he ocultado que Ted Cruz es mi favorito. Por supuesto, también he sostenido que todos los candidatos que se han presentado a las primarias del partido Republicano eran muy superiores y mejor cualificados, en mi opinión, que los candidatos del partido Demócrata.
Hillary Clinton es una política mendaz e inmoral que merece ser imputada judicialmente por varios motivos, y Bernie Sanders, aparte de otros defectos, ha confundido Estados Unidos con su diminuto y liberal Estado de Vermont, o con un pequeño y socialdemócrata país escandinavo.
El candidato republicano Rafael “Ted” Cruz, cubano-americano senador de Texas (y con ancestros paternos de las islas Canarias), se encuentra en un momento crucial de su carrera hacia la Casa Blanca. Él mismo ha reconocido que tal “momentum” es decisivo. La noche victoriosa de Wisconsin lo anunció: “Tonight is a turning point”.
Actualmente está situado en el segundo lugar, tras el mogul populista Donal Trump, en la presente fase de las primarias (tras las celebradas en Wisconsin el martes 5 de Abril): el millonario neoyorquino ha conseguido hasta la fecha 743 delegados y Cruz 545 (un tercer candidato, el gobernador de Ohio John Kasich, va más rezagado con solo 143). Queda por ver hacia donde se dirigirán los delegados que obtuvieron los candidatos que han abandonado la carrera (Marco Rubio, 166; Ben Carson, 8; Jeb Bush, 4; Carly Fiorina, 1; Mike Huckbee, 1; y Rand Paul, 1). Los delegados, obtenidos hasta ahora en las diferentes elecciones y caucuses de las primarias, han de votar al candidato definitivo del partido Republicano en la Convención que se iniciará el 18 de Julio en Cleveland (Ohio). El número de delegados que lo harán cuando concluyan las primarias, y en la primera votación, tiene que ser 1.237.
En la última encuesta nacional de FOX sobre la intención de voto, Trump y Cruz están técnicamente empatados, dentro del margen de error: Trump 41 %, y Cruz 38 %; Kasich queda relegado a un 17 %. Pero el incremento del voto respecto a la encuesta anterior, de hace aproximadamente un mes, favorece claramente al senador tejano: Cruz +19, Kasich +9, y Trump +5.
En varias encuestas Cruz también sale favorecido como candidato ganador frente a Hillary Clinton, mientras Trump no, que sistemáticamente sale desfavorecido por el voto de las mujeres y de los independientes.
No hay que olvidar, una vez eliminada la competencia de Marco Rubio, el potencial atractivo del voto hispano hacia el primer y ahora único candidato presidencial republicano (o demócrata) de dicha comunidad en la historia de los Estados Unidos.
El momento crucial de Cruz lo es también para el propio partido Republicano (GOP, Grand Old Party), seriamente dividido por la insurgencia populista de Donald Trump y las diversas corrientes anti-Establishment del Tea Party convergentes en Ted Cruz. Incluso el propio Tea Party se ha dividido: una corriente, liderada por Sarah Palin (todos cometemos errores alguna vez), apoya a Trump; otra, representada por los evangélicos, católicos y mormones (de éstos principalmente el televisivo Glenn Beck y el senador Mike Lee, aparte del ex gobernador –más del Establishment- Mitt Romney), apoyan a Cruz. La tercera, muy importante, de los libertarios liderada por el senador Rand Paul, todavía no se ha pronunciado pero plausiblemente también se incline hacia el senador tejano, como ya hicieron otros dos ex candidatos, el gobernador Rick Perry y la empresaria Carly Fiorina.
Desde las primarias de Wisconsin el Establishment ha comenzado a reaccionar ante el dilema Trump/Cruz. Tres ex candidatos, Mike Huckbaee, Chris Christie y Ben Carson, y el senador Sessions, se anticiparon en avalar a Trump. Otros, como el congresista Duncan Hunter y el ex alcalde de NYC Rudy Giuliani, lo harán pronto. Los primeros avales importantes (y “quintaesenciales”) del Establishment para Cruz han sido los del senador Lindsey Graham y de los ex gobernadores y ex candidatos (en 2012 y 2016, respectivamente) Mitt Romney y Jeb Bush. El de éste se produjo justamente el día después de las primarias del 23 de Marzo. Karl Rove, el consejero aúlico de la “dinastia Bush”, ya anunció la misma noche de las primarias que en los próximos días iban a producirse significativos avales para Ted Cruz. Hay que recordar que asimismo ya lo han hecho la revista conservadora National Review, y la neoconservadora Weekly Standard.
El mayor número de avales (“endorsements”) procedentes del Establishment demuestra la capacidad unificadora de Cruz, mientras Trump parece ser el elegido de líderes más recalcitrantes anti-Establishment, como Pat Buchanan, Newt Gingrich, Sarah Palin…o la analista política Ann Coulter.
Michael Barone, a mi juicio uno de los mejores analistas electorales de la última década, viene prognosticando en media docena de artículos el posible triunfo de Cruz gracias a una estrategia más sofisticada (“de diseño”, ha precisado otro gran analista…), consistente en una fuerte y disciplinada organización centrada en el “ground game” y en el “delegates game”, como se ha visto en las recientes primarias de Luisiana y de Colorado. Por supuesto, tiene que atravesar y encajar las primarias de New York, poniendo a prueba el voto conservador ante los “New York´s values” frente a los “Iowa´s values” (o, más genéricamente, los “American´s values”). Pero si consigue frenar los triunfos parciales de su rival Trump, reduciendo su acumulación de delegados e impidiendo que llegue a la Convención con 1.237, Cruz tiene grandes posibilidades tras la primera votación que rechace la “nomination” de Trump. Un gran número de delegados quedarán liberados de su compromiso inicial en una Convención disputada y abierta.
Como decía, Cruz es mi favorito desde el comienzo de la campaña, ya que es en mi opinión el candidato en estas elecciones genuinamente liberal-conservador (o “conservador” a secas -según el léxico político estadounidense- de los valores y principios constitucionales de la democracia liberal, tal como ha venido defendiendo el Tea Party). Cruz ha demostrado estar dotado de una mejor organización y de un conocimiento superior táctico y estratégico en el complejo proceso de las primarias.
Ante los frecuentes “gaffes” y “flip-flops” de Donald Trump en asuntos básicos como el aborto, la lucha contra el yijadismo, el rol de la NATO, e incluso la inmigración ilegal, Cruz ha sabido dar respuestas adecuadas, precisas y coherentes. Frente al proteccionismo económico del “trumpismo”, Cruz defiende un Estado mínimo, menos impuestos y más libertad de los mercados.
Su acreditada experiencia legal (Doctor en Derecho por la Universidad de Harvard), primero como ayudante del presidente de la Corte Suprema William Rehnquist, más tarde adjunto al Ministro de Justicia (
Attorney General) en la administración de George W. Bush, y finalmente como
Solicitor General del Estado de Texas, le ha convertido en uno de los mayores expertos en Derecho Constitucional de toda la clase política estadounidense, con algunos momentos estelares en su actuación: la defensa de la soberanía nacional de los Estados Unidos en las negociaciones con el Consejo de Europa en Roma (2001), en el caso
Frew v. Hawkins (2003) defendiendo intereses tejanos ante la Corte Suprema de su ex jefe Rehnquist, y sobre todo en el dramático caso
Medellín v. Texas (2008), defendiendo la soberanía de la justicia tejana y la nacional de los Estados Unidos frente a la propia administración de George W. Bush. En este periodo litigante tuvo la oportunidad de observar el nuevo escenario en que finalmente maduró su perfil político actual, de insurgente
anti-Establishment: “My tenure brought into sharp relief the growing divide between Republicans in Washington and conservatives everywhere else in America. An increasing number of Americans, especially the bourgeoning Tea Party movement, could not understand how the people we´d elected to office to articulate and defend conservative principles seemed instead to be drawn in, becoming more and more a part of the problem.” (Ted Cruz,
A Time for Truth, New York, 2015, p. 173).