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Todo ello fue anunciado en medio de fuertes protestas sindicales y hechos vandálicos populares, lo que se entiende como una crisis nacional de alto nivel que llevaría al presidente Macron a proponer una negociación sobre “un nuevo pacto de trabajo y vida en común”, con tres proyectos concretos: Un proyecto de diálogo social, un proyecto de refundación del orden democrático y la mejora de la vida nacional, afirmando la soberanía internacional.
Respecto al primer proyecto, los sindicatos respondieron que ya lo habían propuesto anteriormente, no encontrando una respuesta apropiada estatal. Sobre el segundo proyecto implicaba hacer todo lo necesario para reforzar la seguridad y orden público, con aumento de los medios policiales y de seguridad. Respecto al tercer proyecto se trataba de reforzar la soberanía francesa y europea en el ámbito nacional e internacional.
No cabe duda de que Macron está dispuesto a poner a Francia en el puesto que le corresponde, en las circunstancias cambiantes que vivimos en los comienzos de un nuevo orden mundial, en el cual piensa que Francia debe ser un líder mundial occidental, pero también oriental, con una visión de “grandeur” como la que tuvo el general De Gaulle. Porque Francia es una gran potencia nuclear, europea y occidental, además de oriental por los extensos territorios de ultramar, con aguas que representan el 90% de la zona económica exclusiva, la segunda mayor del mundo. Así pues Macron parece decidido a establecer el poderío económico y social francés, además del militar de primera fila en el nuevo orden mundial que se está gestando.
Gonzalo Parente