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CARTA ABIERTA SOBRE GIBRALTAR (LXIII)

“Fuera los palomos”

El 'pueblo gibraltareño' se manifiesta ante el gobernador David Steel en el Convent Place. (Foto: https://noticiasgibraltar.es/gibraltar/).
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El "pueblo gibraltareño" se manifiesta ante el gobernador David Steel en el Convent Place. (Foto: https://noticiasgibraltar.es/gibraltar/).

LA CRÍTICA, 25 JULIO 2022

Por Enrique D. Martínez Campos
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El día 24 de junio fue detenido en La Línea un francés de 66 años durante la operación “Paso del Estrecho” que llevaba seis subfusiles de repetición y una caja con abundante munición. Además de varios machetes y catanas y un equipo militar, así como material para producir municiones. Dijo que de todo ello tenía licencia en Francia, pero no lo había declarado al entrar en España, además de no poder justificar cómo introdujo ese arsenal en nuestro país. Y el día 28 empezaba la cumbre de la OTAN en Madrid. (…)

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Porque en Gibraltar aumenta la presencia militar británica así como los ejercicios que lleva a cabo el Regimiento de Gibraltar por las calles del Peñón. La Royal Navy tenía ese día atracados en la base naval a los buques “Argus”, “Trent” y “Tideurge”. Y no parecía casual que este incremento de la actividad militar en Gibraltar vaya en paralelo con las lentas y difíciles negociaciones de GB con la UE, con muchas dudas sobre su resultado final.

Por cierto, tampoco se sabe cuáles serán los impedimentos que se pueden poner, o no, a las tripulaciones de estos buques en la Verja para entrar y, sobre todo, salir del Peñón y organizar alguna que otra bronca en La Línea o en cualquier otra parte del Campo de Gibraltar. Y en ese caso, ¿de quién es la responsabilidad? Sin duda, de quienes vigilan la Verja.

El 28 de junio “Panorama” publicaba un artículo sobre los separatistas vascos en el que recogía unas declaraciones del terrorista Arnaldo Otegui, líder del grupo Bildu que apoya al gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez, en las que el tal Otegui dijo que los gibraltareños, bajo soberanía británica, tienen mayores garantías para proteger sus derechos. Y según este terrorista, los separatistas vascos tendrían mayores garantías en el reconocimiento de sus derechos en una república independiente vasca, que formando parte de España. ¿No le bastan esas garantías en el gobierno Sánchez? Además, los separatistas vascos y catalanes se han llevado siempre muy bien con los llanitos por aquello de no sólo alabar la soberanía británica sobre el Peñón, sino para con esta premisa, hacerle el mayor daño posible a la integridad territorial española. Lo normal en estos terroristas separatistas.

Una vez más resulta que, como de costumbre, España es la culpable. Los del ayuntamiento de Gibraltar y sus súbditos –los llanitos– están bastante enfadados porque el gobierno de España no ha prorrogado los acuerdos de asistencia sanitaria recíproca entre los habitantes del Peñón y los españoles que puedan ponerse malitos en Gibraltar. Por tanto, los residentes en Gibraltar ya no podrán acceder a la asistencia sanitaria gratuita en España durante cualquier estancia temporal en nuestro país a partir del 1 de julio de este año y, por tanto, deberían tener un seguro de viaje con cobertura médica. Este asunto, que a los españoles nos cuesta mucho dinero mantener, no lo entienden los gorrones de Gibraltar, que hasta ahora se beneficiaban del buenismo y estupidez españoles. Las prórrogas se han terminado cuando desde el 31 de diciembre de 2020, GB y Gibraltar se marcharon voluntariamente de la UE. ¡Ya era hora!

El 28 comenzaron a llegar a Madrid las 40 delegaciones de los países pertenecientes a la OTAN y de las invitadas. Madrid se convirtió en el centro de atención mundial como consecuencia de esta reunión. El actor principal de la misma era, sin duda, el presidente de EEUU, Joe Biden, al que Pedro Sánchez tenía ganas de conocer y, por fin, poder hablar con él para evitar conversaciones de pasillo de 30 segundos.

El programa previsto en Madrid –al margen de los acuerdos que se adopten en la Cumbre preparados por los ministros de Exteriores y Defensa de los países miembros de la Alianza– está bien pensado para promocionar la marca España. Ya veremos cómo se desarrolla todo –uno y otro aspecto–, teniendo en cuenta que en Ucrania hay cientos de miles o millones de personas que están sufriendo mucho con la invasión rusa que causa a diario cientos de muertos, heridos y millones de desplazados.

El día 29 de junio se celebró en Gibraltar el relevo del mando de las fuerzas británicas en el Peñón. Al comodoro Steve Dainton lo relevó el del mismo empleo Tom Guy. Ambos se vieron con el alcalde Picardo para expresarle sus mejores deseos. Poco más. Porque todos sabemos que Guy se debe a la Royal Navy, a la RAF y, en definitiva, a GB, no a Picardo. Tom Guy estuvo últimamente destinado en Irak y en Libia.

Ya dije en alguna carta anterior que la novena ronda de conversaciones entre GB y la UE se pretendía celebrar a finales del mes de junio. De momento no ha habido tal ronda. Ni siquiera se ha preparado un borrador de trabajo como guía de la misma. Aunque haya acuerdo en un 90% de los puntos tratados, el 10% restante es la parte más difícil de acordar. En especial, cómo se aplicarían los requisitos exigidos por Schengen y, de otra parte, cuál sería el papel de la base naval gibraltareña en el futuro.

Este asunto es crucial. Y es el que GB hubiera deseado que pasara desapercibido en estas negociaciones. Pero es a España a la que compete decidir en el seno de la UE cuál debe ser ese papel. La base naval y, en su conjunto, la colonia militar, dan demasiados quebraderos de cabeza a las autoridades españolas y a sus Fuerzas Armadas (en especial a la Armada) y casi permanentemente a la Guardia Civil y otros servicios. No se puede seguir permitiendo que Gibraltar sea un foco permanente de tensión entre dos supuestos aliados (España y GB). Y si el gobierno británico opta por seguir tensando la cuerda y no haciendo ni caso de las resoluciones de la ONU, España tiene que hacer uso de sus prerrogativas para obligar a los británicos a negociar. De forma bilateral, no trilateral.

Aquel 29 de junio, sir Joe Bossano, con sus 83 años, declaró tres cosas interesantes. En primer lugar, que si hay tratado entre la UE y GB sólo duraría cuatro años (con posibilidad de poder ser prorrogado). Si él lo dice, algo debe saber. En segundo lugar, que “debe mantenerse la relación económica con sus vecinos (¿La Línea?) porque es mutuamente beneficiosa”. ¡Pues claro! Para La Línea lo es para sus trabajadores transfronterizos españoles (unos 10.000), que para cualquier gobierno español debiera constituir una auténtica y dramática vergüenza, así como para todos los que trapichean con el pequeño contrabando o aquellos otros que lo hacen a gran escala, los de cuello blanco. Por su parte, Gibraltar se beneficia siempre del “barrio obrero” de La Línea, que es el que da vida a Gibraltar. En resumen, lo que dice el señor Bossano es que La Línea siga siendo una especie de subcolonia de Gibraltar. Por último, el temor de Bossano es el crecimiento de VOX en Andalucía. Para ellos una amenaza clarísima porque tienen la costumbre de que lo que dicen, lo hacen. Y no son gente de centro central moderadísimo (cuasi social demócratas), ni de izquierdas o extrema izquierda. Son sencillamente gente de derechas, desacomplejados, que defienden los intereses de España, sin temor a que se les tache de extrema derecha o políticamente incorrectos.

Para quien no lo recuerde, debo añadir que Bossano fue en su día un conocido sindicalista en Gibraltar y un buen conocedor del comercio de la colonia militar (importaciones y exportaciones), en especial sobre el tabaco. ¿Lo sabían amigos? Quizás por eso la Corona británica le dio el título de Sir.

El 3 de julio una lancha de Salvamento Marítimo pidió la documentación a un barco de recreo cerca del Peñón. Sospechó que podía transportar contrabando. De inmediato una lancha de la Royal Navy salió del puerto para enfrentarse a la de Salvamento Marítimo y “expulsarla de las Aguas Territoriales Británicas de Gibraltar”. Así es como GB se dice aliada de España. Y los gobiernos de nuestro país aguantando estas vejaciones en las aguas españolas, Tan solo tres días después de acabar la famosa Cumbre de la OTAN en Madrid.

El 5 de julio más de 100 personas se manifestaban ante la residencia del gobernador de Gibraltar, sir David Steel, para entregarle un escrito en el que pedían que si se llegaba a un acuerdo entre la UE y GB, dicho acuerdo fuese sometido a referéndum por los ratoncillos que viven en la colonia militar británica.

Ante el Convento –o Covent Place– exhibieron pancartas en las que podían leerse frases como “Gibraltar es del pueblo (¿?)” o “Ya es suficiente” (¿?), o “Fuera los palomos”, en referencia a que en la década de los setenta –asfixiados los ratoncillos por el cierre de la Verja– un grupo político gibraltareño se posicionó a favor de hacer del Peñón una Autonomía española. También gritaron en contra de Fabián Picardo por los presupuestos que ha presentado para ese pueblo gibraltareño, presupuesto que no se lo cree nadie. El gobernador salió a recoger el escrito “del pueblo” y aseguró a ese “pueblo” de poco más de 100 personas, “que el Reino Unido y el gobierno de Gibraltar (su ayuntamiento) están trabajando en colaboración” y que, por tanto, tiene confianza en que se llegará a un buen acuerdo. Y el “pueblo” se quedó tranquilo y se fue a la playa.

Aquel mismo día se supo que el 27 y 28 de junio visitó Gibraltar una comisión de funcionarios españoles de Exteriores, Interior y Hacienda, junto a una delegación británica a la que se incorporaron representantes de Gibraltar. Visitaron las instalaciones del puerto y del aeródromo de Gibraltar para determinar las posibilidades de poder controlar en ellos el espacio Schengen, caso de que la UE y GB lleguen a un acuerdo.

Durante la visita quedaron dos cosas claras. Primero, que los controles de personas y equipajes son fáciles de realizar en el aeródromo, pero no así en el puerto, donde es casi imposible aplicar las normas exigidas por Schengen. Los controles no son solo los que puedan realizar agentes de fronteras, sino que exige el registro y control de personas y equipajes, así como la coordinación de las bases de datos con los servicios policiales españoles, habida cuenta de que la responsabilidad de controlar esa frontera exterior de la UE sería de España.

En segundo lugar, quedó claro que los agentes de Frontex no tienen autoridad alguna para detener o retener a nadie en esa frontera. Son un cuerpo de apoyo para el país de la zona Schengen que lo necesite. Por tanto, es necesaria e irrenunciable la presencia de agentes españoles en el puerto y aeródromo de Gibraltar, que tienen la autoridad necesaria para impedir la entrada en el Peñón de quien no pueda hacerlo y garantizar que los que entren en territorio Schengen tengan un plazo para salir de él.

El ministerio de Exteriores confirmó esta visita de la comisión e indicó que “se está trabajando en esta cuestión en el marco de las negociaciones –con la activa participación de España–. Además, nuestro país asociado a dicho proceso negociador, negocia también con el Reino Unido una serie de cuestiones bilaterales para poder cerrar dicho acuerdo”.

Parece que la Cámara de los Comunes en Londres ya se ha enterado de que es España la encargada de la frontera exterior de la UE en Gibraltar. Una delegación de esa Cámara llegó a Gibraltar para, sobre el terreno, estudiar la situación. Y vieron cómo los llanitos con tarjeta roja (residentes permanentes en el Peñón) no tienen demasiados problemas para cruzar la Verja. No así los británicos con tarjeta azul, ajenos a la UE, que deben presentar su pasaporte para que lo sellen los agentes españoles. Con estos mimbres, ¿cuánto tiempo prolongará las negociaciones GB con la UE para tratar de salirse con la suya? Ni se sabe.

Un abrazo a todos.

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