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Familiares de los militares del SAR creen que Defensa les oculta datos sobre la investigación

Familiares de los militares del SAR creen que Defensa les oculta datos sobre la investigación
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ATCPRESS @teresacardenes

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Parientes de los desaparecidos quieren saber si algún barco pirata exige un pago por la presunta liberación de los tripulantes y Morenés no descarta ante ellos la hipótesis de un secuestro. El Ejército rastrea la zona donde se accidentó el helicóptero con un único avión CN 235, buzos y dos barcos: por ahora, la búsqueda submarina no arroja ningún hallazgo.

Familiares directos de los militares desaparecidos tras el accidente del helicóptero del SAR que cayó al Atlántico el jueves a 280 millas de Gran Canaria creen que el Ministerio de Defensa les está ocultando datos relacionados con la investigación sobre el paradero de los tres tripulantes y en concreto sobre la hipótesis de que un pesquero dedicado al pirateo en la costa mauritana esté reclamando un pago a cambio de la presunta entrega de los tres españoles. En su primera rueda de prensa tras el accidente en Gran Canaria, el ministro de Defensa, Pedro Morenés, ya admitió tácitamente este viernes que la posibilidad de un secuestro era en el plano teórico una más de las que se barajan como hipótesis tras la desaparición de los militares. Y de hecho subrayó que “todo el Estado” está implicado en la búsqueda de los tres militares que se accidentaron el jueves. Este sábado, en un nuevo encuentro con los familiares, Morenés no descartó a preguntas de éstos que los militares puedan estar en algún pesquero que no los desembarque hasta que termine de faenar ni tampoco la hipótesis de una retención forzosa por piratas que quieran reclamar un rescate.

Entre tanto, Defensa rastrea la zona con un operativo que solo incluye un avión CS235 de transporte y vigilancia marítima, un barco de carga que usualmente se utiliza para el desplazamiento de vehículos militares y dos equipos de buzos de la Armada, a los que se uniría hoy otro barco de Fomento. Los buzos ya han realizado este sábado varias inmersiones y por el momento no encuentran rastro de los tripulantes, pero esto último han de reconfirmarlo cuando lleguen a la cabina del aparato, que se ha fraccionado y segregado del resto del fuselaje.

48 horas de espera, incertidumbre y un alto nivel de tensión empiezan ya a pasar factura a los familiares de las víctimas, algunos de los cuales permanecen de forma prácticamente ininterrumpida en la Base Aérea de Gando desde pocas horas después al momento en que se les comunicó la caída del helicóptero y con ella la desaparición de los tres militares, dos pilotos y un sargento, que iban a bordo. A ratos, algunos de los familiares se rompen literalmente a causa del dolor y la desesperación de ver pasar las horas sin datos concretos sobre el paradero de los militares. En otros, la furia y la impotencia rompen la barrera el dolor y se transforman en desafío, como ocurrió el mismo viernes apenas un rato después de que llegara a Gran Canaria para reunirse con ellos el ministro de Defensa. Cuando Pedro Morenés explicaba ante las familias el relato que luego trasladaría a los periodistas en su primera rueda de prensa, la madre de uno de los militares se encaró en un momento dado con el ministro y le espetó un irritado “no le creo, mi hijo está vivo”, segundos antes de abandonar el encuentro precipitadamente.

Durante las largas horas de espera e impotencia, los familiares han buscado desesperadamente cualquier indicio que les permita mantener la esperanza de que los tres militares siguen con vida, algo que se desvanecería según avanza el paso de los días si solo se considerara la hipótesis de un extravío de los militares en el mar a bordo de la balsa de salvamento que creyeron ver varios pilotos que sobrevolaron la zona. En las largas charlas ha habido tiempo para todo, incluidas las especulaciones sobre un presunto secuestro a cargo de pescadores que hayan visto en los tres militares una ocasión para reclamar dinero a cambio de la entrega de los tripulantes.

Esta especulación supondría una idea refugio para quien se resiste a enfrentarse a la hipótesis de la muerte de los militares en medio del mar, ya a causa de un traumatismo ocasionado durante la caída, ya como consecuencia de una deriva de más de 48 horas en medio del Atlántico, si es que lograron en efecto abandonar la nave a bordo de una lancha de salvamento y activar manualmente dispositivos de alerta y socorro, entre ellas varias bengalas. Pero la idea no surge de la nada: los familiares dicen haber recibido el testimonio de al menos una persona que aseguró haber visto con sus propios ojos cómo los tripulantes eran recogidos el jueves por un pesquero de pequeñas dimensiones, en una escena que supuestamente se desarrolló junto a una patrullera.

Cuando la Gendarmería marroquí notificó el jueves a la Guardia Civil española por fax que los tripulantes estaban sanos y salvos a bordo de un pesquero, Marruecos decía basarse en datos trasladados a la Marina del Reino alauí por la Armada de Senegal, el país donde los militares habían participado en un ejercicio de adiestramiento consistente, amarga paradoja, en el rescate de embarcaciones accidentadas en el mar. De esta supuesta recogida de los tripulantes es ya conocido que solo sirvió para detener la búsqueda durante la madrugada del viernes y para hacer saltar nuevamente las alarmas cuando, pasadas las 04:00 de la mañana del viernes, ningún barco con los militares llegaba al punto de encuentro y desembarco, el puerto de Dakla. La hipótesis se desvaneció aún más cuando, según el relato del ministro Morenés, Marruecos incluso se disculpó a las 13:20 del viernes por haber trasladado información que no tenía contrastada.

Sin embargo, las pesquisas de los familiares les han llevado a contactar con personas con las que trabaron amistad los militares durante su estancia en Senegal, que les han alertado sobre la presencia en la costa de Mauritania de embarcaciones cuyos tripulantes no dudan en ejercer actividades de pirateo. Quienes conocen la costa mauritana dicen que desde el aire son muy visibles decenas de cayucos cuya actividad principal es la pesca, pero que son usados también para el pirateo, amén de para el tráfico ilegal de inmigrantes. Mauritania, uno de los países más pobres del norte de Africa, con un área de desierto por la que prolifera la presencia de grupos de radicales islamistas, fue el último lugar que pisaron los tres militares antes de emprender el vuelo de regreso a Gran Canaria.

A partir de estos contactos, entre las familias se ha instalado la sospecha de que los militares pueden estar retenidos en un pequeño pesquero o cayuco cuyos ocupantes estarían exigiendo a España dinero a cambio de la entrega. Y también la creencia de que el ministro, que desde su llegada ya ha mantenido al menos tres reuniones con las familias, no les está contando toda la verdad.

Mientras tanto, el operativo de búsqueda prosigue con un despliegue más retórico que operativo: el sobrevuelo marino de un único avión CN235 y la llegada del carguero Camino de España, al que tenía previsto unirse en la tarde de este sábado el buque del Ministerio de Fomento Olympic Zeus, que participó recientemente en la extracción submarina del fuel alojado en los tanques el pesquero ruso Oleg Naydenov tras su hundimiento al Sur de Gran Canaria. Amén de los vuelos de rastreo, es patente que la presencia de los barcos guarda relación con el propósito prioritario, subrayado por el ministro Morenés, de descender hasta el punto donde se hundió el helicóptero, examinar su interior, verificar si dentro se encuentra atrapado alguno de los tripulantes, comprobar si falta la balsa de salvamento y, en último extremo, extraer el Superpuma del fondo del mar.

Los robots submarinos con que cuenta el Olympic Zeus iban a utilizarse hoy mismo para realizar la verificación de presencia humana en el helicóptero. Esta comprobación genera como es lógico la máxima expectación de las familias, aunque varios indicios apuntan en dirección contraria a la presencia de tripulantes atrapados. Por el momento, los buzos no encuentran rastro alguno. Pero además, el buque holandés que el jueves ató al helicóptero a su cubierta para evitar que se hundiera ya indicó, según Morenés, que dentro del helicóptero no había nadie.

Por su parte, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, explicó este sábado a los periodistas con los que viaja a Afganistán que el barco holandés ya trató de remolcar el helicóptero y que en el curso de esta maniobra, se rompieron las amarras y se produjo el hundimiento, supuestamente después de una fractura del aparato. Si ese arrastre se produjo, no parece verosímil que se realizara con personas atrapadas en el interior. Y si lo estaban, la propia acción habría podido provocar su desalojo de la cabina.

En la primera rueda de prensa que ofreció el jueves, el ministro insistió una y otra vez en la necesidad de comprobar el estado exacto de la cabina y del fuselaje del helicóptero, aunque ya partiendo del dato comprobado mediante varias fotografías aéreas de que el Superpuma “no estaba destrozado”. Morenés admitió como perfectamente posible que el helicóptero no hubiera caído, sino amerizado suavemente sobre el mar (se ha especulado al respecto con supuestos problemas relacionados con el combustible repostado en Mauritania). En tal caso, admitió el ministro, hubiese sido perfectamente posible que los tripulantes desplegaran una balsa de salvamento y salieran del helicóptero.

Una deriva en una balsa en medio del Atlántico, después de intentar infructuosamente llamar la atención de los aviones que sobrevolaron la zona con el lanzamiento de bengalas, sería uno de los peores escenarios posibles desde el punto de vista de las posibilidades de supervivencia de los tres militares que viajaban en el Superpuma.

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