Quizá la persona con mayor poder de convocatoria del mundo, el que más personas reúne en sus actos dirigidos a la multitud, sea el papa Francisco.
Anteriormente, esta misma capacidad, la poseía el hoy san Juan Pablo ll y, sorprendentemente, su sucesor, un estudioso, uno de los tres grandes de la teología del siglo XX y gran amante de la música, el papa Benedicto XVl.
Por ello se supone que el Sínodo de la Familia que termina mañana, unido a la importancia que, hoy por hoy, sigue teniendo la familia a nivel global, va conseguir bastante repercusión mediática.
En España el fundamento de la familia sigue siendo el matrimonio. Es cierto que desde el año 2000 el número de bodas presenta un continuo descenso y además y a pesar de ello el número de matrimonios civiles sigue creciendo con relación al de los matrimonios religiosos. Concretamente, el año 2012 hubo un 62,8 por ciento de bodas civiles frente a un 37, 2 de canónicas. Por ende, continúa aumentando el número de divorcios; así, en 2014 hubo un incremento del 5,4 por ciento, respecto de 2013. No obstante, escribe Oscar Cavadas: “La familia sigue siendo la institución mejor valorada por los españoles y también por la mayoría de los ciudadanos del mundo. El barómetro del CIS la sitúa siempre por encima del 9 en una escala de 0 a 10. Además, para el 83,3% de los encuestados en este indicador, el entorno familiar es el aspecto más importante de sus vidas junto a los amigos”. (http://www.teinteresa.es/familia/Pese-familia-sigue-institucion-valorada_0_1259276386.html). De hecho, tal vez el mayor número de hechos heroicos se ha producido, aunque se desconozcan, por cuidar y defender nuestra familia.
Entonces, ¿cómo es que se producen tantas rupturas matrimoniales? Afirmaba nuestro Jacinto Benavente, que “el amor necesita ir a la escuela” y “que al amor lo pintan ciego y con alas; ciego para no ver los obstáculos y con alas para salvarlos”
En efecto, ¿qué es el amor? Recuerdan al infinito las definiciones que se han dado sobre el amor, pero, igualmente, se dice que “obras son amores”. Opino que no, que sólo las obras que salen del amor. Los cristianos leen en los Evangelios que el pecado que más condena Jesucristo es la hipocresía. Los fariseos cumplían con rigor todas las obras, pero Jesucristo los califica de sepulcros blanqueados, porque en sus corazones no había verdadero amor, que es lo que da la salvación, la felicidad. Con todo, debo recordar algo, que luego he leído, pero que yo presencié. Un conocido mío, quizá un poco achispado por el aperitivo, le dijo a su mujer que pensaba constantemente en ella. La mujer, con simpatía, le contestó que menos pensar y que extendiera la mesa del comedor, pusiera el mantel y los platos y que hablara con X (su hijo mayor) que se había peleado con un compañero de clase.
Es evidente, que el amor lleva a obrar para favorecer y hacer lo más feliz al cónyuge, puesto que la esencia del amor es darse, si bien para ello basta una mirada. Un amigo mío, ingeniero industrial y gran empresario, ya jubilado desde hace años, vive solo con su mujer que padece alzheimer. Dada su dedicación absoluta a su esposa, le pregunté si le resultaba muy duro, muy sacrificado y me contestó, que hacía dos días que su mujer había tenido un momento de lucidez, que lo notó en su mirada, y que debió de comprender con toda claridad su situación, la pérdida casi absoluta de sus facultades y la atención constante de su marido y el dolor que le causaba y miró a su esposo a los ojos con tal amor y agradecimiento, que mi amigo me comentó que aunque viviera mil años se los pasaría cuidándola.
Como decía Mañú Noain: “La familia, por su importancia, debiera ser considerada Patrimonio de la Humanidad”