... y ganarse el sustento con sus manos, al entrar en el convento de las Carmelitas Descalzas de El Escorial en octubre de 1919. Parece ser que fue la lectura habitual de las obras de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz, lo que orientó su vocación a la vida religiosa hacia la espiritualidad de las Carmelitas Descalzas.
Dos años después de hacer sus votos religiosos, decidió, fruto de una inspiración, fundar un convento en el centro geográfico de España, esto es, en el Cerro de los Ángeles. En junio de 1926, dos años después de hacer su profesión solemne, fue nombrada Priora de la comunidad del Monasterio del Sagrado Corazón de Jesús y Nuestra Señora de los Ángeles.
Al iniciarse en abril de 1931 el período republicano, aumentaron las penalidades en el Monasterio. Con este motivo la extraordinaria mística que era la Madre Maravillas, aumentó su oración contemplativa y pasó, incluso, algunas noches en vela, pero en 1936 fueron expulsadas y detenidas todas las monjas. Consiguieron esconderse, durante más de un año en un piso de la calle Claudio Coello de Madrid, hasta que con dificultades y sufrimientos pasaron a Francia y desde allí volvieron a España, a Salamanca, donde Madre Maravillas fundó un nuevo Monasterio a petición del obispo, si bien en 1939, consiguió volver a su querido Monasterio del Cerro de los Ángeles, tras la fundación de varios monasterios, un colegio para niños pobres y la construcción de varias casas que albergaron a familias muy necesitadas. Murió como priora en 1961 en el Monasterio de Getafe de Madrid.
Madre Maravillas tuvo la suerte de tener varios directores espirituales de exquisita espiritualidad y tan cercanos y unidos a Dios como ella, al punto que con su dirección, y dado que lo que más afectaba a la futura santa era la pobreza, las personas que carecían de lo más necesario, si bien como todo lo humano tiene una dimensión divina, atendía a esa pobreza con todas sus fuerzas y gran eficacia, pero siempre desde un prisma espiritual.
Se conserva lo que al parecer fue su lema: «Lo que Dios quiera, cuando Dios quiera y como Dios quiera». Pero lo que más vivía era el amor unido indefectiblemente a la alegría: «Este tiempo de la vida tan corto hemos de aprovecharlo con alegría, ofreciéndole con gozo todo cuanto suceda, que todo es para que crezcamos en el amor». Porque, para ella: «Hágalo todo con mucho amor a Cristo y ahí está todo».
Así mismo, se conserva el testimonio escrito de la curación milagrosa que llevó a la beatificación de la Madre Maravillas, el 10 de mayo de 1998, por Juan Pablo II. Constituye uno de los pocos casos en que dicho testimonio fue redactado por la propia interesada: la salmantina Alfonsa García Blázquez. He aquí algunas líneas de su extenso testimonio:
«El 5 de julio de 1976 (tenía veintidós años), empecé a sentirme mal, con fiebre alta de 39° y 40º y muchos dolores. Nuestro médico de cabecera diagnosticó cuadro gripal, pero a pesar de los tratamientos de antibióticos y antitérmicos, etc., la fiebre persistía. Al octavo o noveno día apareció ictericia, muchas úlceras en la boca y garganta. Ingresé en el hospital de la Santísima Trinidad, de Salamanca, el 15 de julio… este doctor comenzó a tratarme. Tras hacerme análisis de sangre y médula ósea, diagnosticó agranulocitosis con shock séptico y afección hepática y renal. Me dijo que era gravísimo… Sor Mónica se hizo con una reliquia y novena de la Madre Maravillas de Jesús, y me dijo: ‘Vamos a hacer esta novena para que, por su intercesión, te devuelva la salud, si te conviene’… La hacíamos varias veces al día. Sor Mónica, cuando yo no podía por mi estado, me decía: ‘Si no puedes hablar, hazla con el corazón’… A pesar del tratamiento, la fiebre no desaparecía nunca, y poco tiempo después se produjo una septicemia, y, en su evolución no controlada, un shock séptico y un fracaso multiorgánico de riñón, pulmón, aparato digestivo, alteraciones en la coagulación… En Macotera, mi pueblo, se portaron de maravilla. Salían por las calles con micrófonos, pidiendo para mí donantes de sangre… Me llegaron a poner veintiuna trasfusiones. Don Ángel (el doctor) me recordaba después que hubo un día en que había quince personas en cola, dispuestas a donar… Ante mi situación, considerada por los médicos como irreversible, uno de los doctores dijo a mis padres que no había nada que hacer, que la medicación era ya inútil, y que mi muerte era inminente. Les sugirió que, si querían, me llevaran al pueblo, a morir en mi casa… Mis padres y familiares, ¡a pedir con más insistencia a la Madre Maravillas!… Sobre las 9’30 me desperté, sintiendo un gran bienestar. Comprobaron que la fiebre había desaparecido súbitamente, así como las aftas de la boca y faringe. Me practicaron entonces un nuevo análisis de sangre. ¡Totalmente normal! ¿Estaba curada? Al conocerse la noticia de este cambio espectacular, se produjo un gran revuelo, y empezaron a acudir a mi habitación los médicos, las enfermeras, las religiosas del hospital, etc., etc. Uno de los doctores, admirado, comentó: ‘Aunque yo no soy muy propenso a creer en milagros, para mí esto es un milagro’. Seguí en el hospital algunos días, en observación, y poco tiempo después fui dada de alta. Y desde aquella mañana del 11 de septiembre de 1976 hasta el día de hoy, gozo de una excelente salud, ¡gracias a mi querida Madre Maravillas!»
El milagro que elevó a los altares a la Madre Maravillas, lo relata con detalle www.santamaravillasdejesus.es, y fue también el Papa Juan Pablo II el que la canonizó en Madrid, el 4 de mayo de 2003, juntamente con San José María Rubio S.J., San Pedro Poveda, Santa Genoveva Torres y Santa Ángela de la Cruz. Como detalle curioso, el propio Papa le dio la primera comunión a un sobrino biznieto de Santa María de las Maravillas de Jesús el mismo día de su canonización. La festividad de esta carmelita descalza española, se celebra el 11 de diciembre, en conmemoración de la fecha de su muerte.
He aquí algunas frases del relato, unidas a varias de resumen de párrafos de ese mismo relato:
«Ese domingo, muy cálido y soleado, alrededor de las 15.00 horas, el niño Manuel Vilar, de dieciocho meses de edad, se encontraba con varios familiares en una casita de campo en Nogoyá. Sin que nadie lo advirtiera, mientras su madre Alicia Silio hacía una torta dentro de la casa, el niño cayó en la piscina del jardín. El agua de la piscina, por ser invierno en Argentina, estaba totalmente fangosa y estancada. Cuando Alicia terminó, preguntó por el pequeño y nadie lo había visto; comienzan a buscarle, y lo encuentran, después de un rato, flotando, boca abajo, en la piscina…».
La madre se arroja a la piscina y lo saca. Llevaba en la piscina boca abajo un mínimo de 25 minutos.
«Estaba frío, morado, totalmente rígido y muy pesado, y el vientre muy hinchado. Estaba muerto… A las 16.00 horas aproximadamente, llegaron al “Hospital de San Blas”, de Nogoyá. Les atendieron el médico de guardia, doctor Edgardo La Barba, y dos enfermeras. El doctor constató ausencia de latido cardíaco y respiración debido a asfixia por inmersión, midriasis bilateral pupilar, y el cuerpo completamente helado como un mármol, rígido como una piedra… Una vecina, amiga suya, que las acompañaba, le dijo con energía: ‘Alicia, rezad, vos, que sos tan creyente’. Inmediatamente Alicia se acordó de la Beata Madre Maravillas, a quien tenía una profunda devoción desde el año 1991, cuando su esposo, que llevaba en paro laboral largo tiempo, obtuvo un puesto de trabajo por intercesión de la Madre. Así pues, comenzó a invocarla con inmensa confianza… Al doctor le dio la impresión del cadáver de un bebé de mucho tiempo muerto en el agua… (pero como consuelo a la madre) comenzó inmediatamente a hacerle los ejercicios de resucitación… Y asombro, a los 30 ó 35 minutos se obtiene una frecuencia respiratoria propia baja, pero aceptable. El niño seguía ‘frío como el mármol,… no se le encontraron signos vitales al revisarlo,…coma profundo o de muerte cerebral’ […] Se trató de un paro cardio-respiratorio, como consecuencia de asfixia por submersión […] Se trató de un coma profundo… Los doctores informan a su madre (su padre aún no había llegado) que está muy grave, que no hay ninguna esperanza, y que, si sale adelante, quedaría, con toda seguridad, como “una plantita”… Y poco después, antes de las 8 de la mañana, el niño reconoció a su madre, que se encontraba junto a él: ‘Mamá’, le dijo. La doctora y las enfermeras que estaban presentes, asombradas: ‘¡Esto es un milagro!’… la doctora Vanegas telefoneó desde Nogoyá al “Hospital de San Roque” para interesarse por el pequeño. Suponía que ya habría muerto. Cuando le informaron de que Manuelito había reconocido a su madre, la doctora Vanegas dijo: ‘Disculpen, debe de ser una equivocación, no puede ser el niño al que yo me refiero…’».
«Ahí ya no podía estar de alegría –decía Alicia–. Lo mirábamos, lo tocábamos. No sé cómo agradecer lo que se siente. Quiero decirles a los demás chicos con cáncer, neumonía, otras enfermedades, decirles a los padres que recen […] Después de ahí, yo sentía que la Madre Maravillas se había desocupado conmigo, yo le di mucho trabajo. No sé decir lo que siento con ella […] Y ahora le agradezco todos los días…».
Al día siguiente, martes, 21 de julio, se le hacen más pruebas y no se observa ningún tipo de anomalías ni secuelas, ni siquiera motoras. En una de estas pruebas, cuando el médico le dijo: «¡Vaya con mamá!», el niño salió corriendo, como si no hubiera pasado nada… Dice el doctor La Barba: «Podría haber quedado como una plantita… El que Manuelito… haya quedado sin ninguna secuela neurológica no tiene ninguna explicación».
Alicia Silio, poco después de este hecho, dio este precioso testimonio:
«Siento la necesidad de decir que la Madre Maravillas existe, y que está ahí siempre, a disposición nuestra. No tengo otra forma de agradecerle, que es haciéndole saber a la gente que tienen que confiar en ella, que ella siempre va a estar. Para Dios no hay nada imposible: resucitó a mi hijo, por medio de la Madre Maravillas de Jesús, mi amiga, mi mamá… mi todo». (https://santamaravillasdejesus.es/milagros/).
Después de los testimonios de Alfonsa y de Alicia, la madre de Manuelito, pienso que queda poco por añadir de la espiritualidad de esta gran mística española.
Pilar Riestra