Ayer día 24 de diciembre de 2021, por primera vez desde que su imagen es pública –es decir, desde siempre–, al contemplar a S.M. el Rey durante su mensaje navideño creí percibir en él claramente signos de agotamiento. Su aspecto más envejecido de lo normal, con su barba en extremo blanca y las sienes ligeramente hundidas me transmitió, a lo largo de su alocución, una sensación mezcla de cansancio y frustración que no fue capaz de ocultar su sonrisa, más de tristeza que de alegría o satisfacción. (...)
... Y sin pretender entrar en su cabeza, desde fuera, creo que esa sensación tiene sobrada razón de ser. ¡No debe ser fácil cumplir con su papel constitucional con el constante cuestionamiento del mismo por una parte no despreciable de nuestra sociedad! A fin de cuentas, el Rey y su familia son personas como nosotros bien que su destino viene definido por la Historia y la voluntad de otros y no por la suya propia.
Hablar por boca ajena y callar lo que seguro le impelen sus propias convicciones es tarea que no quisiera para mí y menos, mucho menos para él, a sabiendas de que para mí es cosa fácil y para él imposible dado el contenido del papel que los demás le hemos asignado, por otro lado también incomprensiblemente cuestionado, como acabo de apuntar.
España hoy por hoy no puede ser republicana. Mientras dure el cainismo instalado en nuestra sociedad desde hace más de doscientos años su máximo representante no puede depender de la voluntad política de una fracción de sus ciudadanos. Ni la institución que le dé amparo.
Así de claro.
Si (
No(
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