Lecciones para el siglo XXI (Final)

... Pero no, Harari aborda nuevos temas que resultan desconcertantes por romper su exposición. Así, lo resume con el título “Resiliencia”, sobre la pregunta ¿Cómo se vive en una época de desconcierto cuando los relatos antiguos se han desmoronado y todavía no ha surgido un relato nuevo que lo sustituya?

Para empezar, reconozco que el vocablo resiliencia, es nuevo, tanto que fui al diccionario de la RAE (1981) y no lo encontré, por lo que acudí al ordenador que me dio suficiente información: “capacidad de enfrentarse a un problema para recuperar la situación de normalidad”. Así, el libro tiene tres capítulos: Educación, Significado y Meditación, aportando varios esotéricos temas que producen desasosiego vital.

Sobre la educación dice que “el cambio es la única constante”, señalando que las continuas resoluciones de los humanos cambian los relatos sin que ofrezcan otros que los sustituyan, produciendo un desconcierto que afecta a la educación y preparación hacia un futuro incierto. Este es fenómeno social, donde la tecnología en constante evolución es un factor de descontrol, con influencia en la vida de los seres humanos, cerebros y mentes. Se refiere a los antiguos métodos de enseñanza con información anticuada que poco tiene que ver con el “clic” de buscar en las modernas tecnologías y ofrece la enseñanza de las cuatro “cees”: el pensamiento crítico, los medios de comunicación, las tecnologías para la colaboración y la capacidad creadora. Varios factores afectan a los retos del futuro, como son, la prolongación de la vida, el reto tecnológico y las migraciones extraterrestres que harán una educación muy distinta de la actual.

A continuación pasa al capítulo “Significado” que resume con la frase “la vida es un relato” que me ha decepcionado totalmente pues el autor se mete en unos terrenos más que teológicos, poniendo en duda todas las creencias de los seres humanos, respecto a las religiones, con argumentaciones que no parecen propias de un escritor con tintes intelectuales, sabiendo que puede ofender y ofende a muchos millones de seres humanos con creencias en las distintas religiones, sean judías, islámicas, cristianas, budistas, etc. Sin dejar “títere con cabeza” y faltando al respeto a quienes tienen una fe que les da esperanza vital. Hace una serie de aseveraciones que no merece la pena considerar. Por todo ello es preferible pasar de este capítulo muy rebuscado.

El libro termina con un capítulo que titula “Meditación” y añade: Simplemente observemos, y sin retroceder de lo expuesto anteriormente dice: “Después de haber criticado tantos relatos, religiones e ideologías, no deja de ser justo que me sitúe en la línea de fuego explicando cómo alguien tan escéptico es capaz todavía de despertarse alegre por las mañanas”. Se justifica con sus sentimientos críticos y descreídos aportando razones de su niñez, cuando se preocupaba por el sufrimiento de tanta gente sin causa justificada y se empeñaba en buscar soluciones sin encontrarlas. Posteriormente fue a la Universidad de Oxford donde hizo una tesis doctoral absurda sobre soldados medievales. En vista de que no encontraba respuestas a sus inquietudes recurrió a la Meditación en un curso de diez días donde le iniciaron en técnicas de respiración para concentrarse en las grandes preguntas de la vida. Resultado: “ aprendí más cosas sobre mí mismo y los humanos en general, observando mis sensaciones durante aquellos diez días que lo que hubiera aprendido en toda mi vida hasta ese momento”.