Desde luego es para echarse a llorar ver en qué han convertido cuatro chalados la memoria de ideologías y formaciones políticas que en su día fueron trascendentales, para bien y para mal, con sus héroes y villanos, en nuestra Historia más reciente. Tal parece que sean estos grupúsculos farándula pagada por los actuales vencedores de la pasada Guerra Civil, que no contentos con torcerle el brazo a la Historia necesitan de estas sesiones de títeres para su regocijo más morboso. Aunque puede que no y que los citados grupúsculos y niñatería -también más de un vejestorio trasnochado y con cerebro de gato- tengan vida propia lo cual, por carecer de sentido, es todavía más incomprensible.
Y si esta imcomprensible bocanada de insensateces entorchadas y vestidas de uniforme azul y caqui se lanza sobre la memoria de los combatientes de la División Azul para al defenderlos hundirlos en la miseria más fascistoide y pseudonazi, pues qué les voy a contar. Déjenlos tranquilos en sus tumbas, que bastante tienen con la basura que los nuevos vencedores les echan encima a paletadas.
Y a los antifas, a los antifascistas de toda la vida, aunque esta sea tan corta que ni siquiera andaban por aquí cuando se podía uno fumar un puro o un cigarrillo, a elegir, en cualquier bar o restaurante de España y de más allá, decirles que dejen de joder la marrana y que, de tirar adoquines, los tiren sobre su propio tejado y no en el ajeno porque puede ocurrir, y a veces ha ocurrido, que el apedreado se revuelva y os ponga la cara mirando al este, o al oeste, dependiendo de hacia adónde estéis mirando en tal momento. No tenéis ni la formación ni la información que ampare vuestros hechos, por más que nuestras sociedades os parezca que os hacen creer lo contrario.