Represión, fascismo, fuerzas de ocupación... El conocido lenguaje de la extrema izquierda independentista catalana, en la prensa provocadora que abunda como las setas, en las redes sociales y en los labios de unas decenas de jovencitos medio enmascarados con el uniforme de fin de semana, capuchas y mascarillas con las que ahorran los verdugos terroristas, más incómodos, gracias a la pandemia, plantan cara amparados en el Estado de Derecho Español, que evita que reciban unos buenos tortazos por sus insultos y provocaciones a los esforzados Policías y Guardias Civiles que, en uso de su libertad, reclaman el apoyo de las autoridades frente a la situación de desamparo en que se encuentran.
Los sindicatos JUPOL y JUCIL, mayoritarios en sus Cuerpos y ajenos a cualquier adscripción política, no de extrema derecha como tratan de vejarles los que se autodenominan antifascistas, se manifestaron el pasado viernes en Barcelona con más voluntad que otra cosa, en el intento de que sus reivindicaciones no se las lleve el viento de la pandemia, que ya dura un año y que no se le ve el final. Han sido muchos los sacrificios de estos miles de agentes de la Seguridad del Estado en los últimos tres años y medio, desde que se fundó JUSAPOL, para que su labor termine incompleta. Mucho han conseguido pero mucho les falta por conseguir hasta alcanzar la justa igualdad con el resto de sus homónimos de las Comunidades Autónomas, y el respeto, protección y dignidad que merecen.