... la amalgama de partidos políticos entre los que se encuentran aquellos que son netamente antiespañoles y que vienen luchando contra su Constitución e Instituciones, incluso de forma violenta.
Ese proceso ha llevado a que nos encontremos todos los españoles ante la peculiar situación en la que nos encontramos: una investidura del candidato Sánchez cueste lo que cueste, apoyada, ahora, en dos necesidades: la primera, ya apuntada, el peligro de la ultraderecha, y la segunda, la necesidad imperiosa de un gobierno que nos proporcione a todos estabilidad como la mejor y única opción que tenemos los españoles.
Craso error en ambas hipótesis, lo que hace que la situación actual sea más endiablada de lo que ninguno quisiéramos, y menos ese mundo “progresista” que ocupa el poder a pesar de sus dimes y diretes desde hace ¿cuánto tiempo?
La primera de las hipótesis, considerar a VOX como la ultraderecha retrógrada y aun fascista, es desconocer la realidad por más que esta sea cristalina, y considerar que muchos millones de españoles –los que dan su voto hoy a VOX y los que se lo darán no tardando nucho–, son retrógrados y fascistas, es una ofensa difícil de tolerar. Insisto, es ofender a millones de españoles que están muy lejos de ser fascistas, machistas y toda esa retahila de imprecaciones que ese “progresismo” aumenta cada día. Y el que no quiera verlo, allá él.
La segunda de las hipótesis, considerar la investidura de Sánchez “cueste lo que cueste” como la fuente de estabilidad deseada por los españoles es si cabe un error mayor que la primera. Considerar que a los españoles les da lo mismo “ocho que ochenta” es sencillamente desvariar. Unos progresistas posmodernos, marxistas, cultos y ricachones sumados al gobierno de Sánchez, vale. Pero los enemigos de España en los escaños del Congreso, con el timón de la gobernabilidad en manos de delincuentes y huidos precisamente por haberse alzado contra ella, eso es harina de otro costal. ¿De qué costal? Eso ya se verá.
Ahora bien, en ambas hipótesis, fuertemente consolidadas como estrategia política y no solo por las izquierdas, lo que parece evidente y más de un “opinador” ya avisa –y se atreve a poner en negro sobre blanco en más de un importante medio de comunicación–, es que el único refugio para ¿cuántos? es precisamente VOX, como consecuencia directa de tales estrategias y para serio disgusto del resto del arco parlamentario, cuestión que, para más desgracia todavía, va viniendo avalada por los pocos estudios de opinión que se atreven a salir en estos días a la palestra.
¿Que viene el lobo? Yo eso no lo sé, pero que viene el lovox… ¡Tal parece!
Juan M. Martínez Valdueza
23 de Diciembre de 2019