Que no: que no voy a ser, precisamente yo, quien diga que el movimiento continuo existe. Estaría en contra de todas las leyes de la Física, incluyendo la Segunda Ley de la Termodinámica, así es que no: el movimiento continuo no existe ni puede existir por mucho que lo meditemos.
Pero hay algo parecido.
Desde que estudiaba en la Universidad me he ganado unas perrillas dando clases. Primero clases particulares (matemáticas, física y demás arcanos), y con el tiempo llegué a impartir clases en la Universidad y conferencias sobre temas muy rebuscados en estudios de post-grado y demás. En todos estos ambientes me he encontrado con estudiantes que necesitan un empujón para tomarse con interés eso del Estudio, y me ha sido de utilidad el ejemplo-parábola-sofisma que sigue.
Supongamos, les decía a mis alumnos más desmotivados, que os doy una moto con un motor que, a diferencia de los otros motores, funciona sin necesidad de que le llenéis el depósito de vez en cuando: funciona siempre, más o menos bien. Pero, cada vez que le echéis combustible, no es que podáis recorrer más kilómetros, pues es una ‘magicicleta’ que ya andaba sin necesidad de combustible ni pedales; no: cada vez que le metéis combustible en el depósito, la moto sigue andando como siempre, pero con cada ‘litro’ que le añades, aumenta su potencia y velocidad…
Molaría ¿eh?: una moto que anda sola, y que le puedes añadir toda la potencia que quieras.
Pues vamos a adornar con otro detalle que ‘mola’ aún más: el combustible no es caro y, de hecho, se puede obtener gratis en una infinidad de sitios.
¿Dónde está esa maravillocicleta, que quiero una para mí?
Pues bien, querido Saltamontes (les decía), esa maravilla que tanto deseas… la tienes a mitad de camino entre tus orejas: es el cerebro.
Funciona a su velocidad, quizá no eternamente, pero sí por toda la vida. Aunque no le hagas ni caso, aunque no lo cuides, aunque veas telebasura, aunque bebas más de la cuenta, trasnoches o fumes de eso que no paga impuestos. El cerebro siempre hace lo que puede por ti.
Y, cada vez que estudias algo, da igual lo que sea, aumenta inmediatamente su potencia con lo que, para el resto de tu vida, da mejor servicio, tiene más capacidad y velocidad.
Y los estudios son, en una buena proporción, gratuitos para ti (a los que pagaban los estudios con dinero de su bolsillo nunca he tenido que contarles este cuento).
También hay quien lo dice de otra manera, más a lo siglo XXI: cada cosa que estudias es como una nueva App que instalas en tu cabeza.
¿Qué tal? ¿Te animas a estudiar? ¿Reconoces que cuanto más sabes, mejor te funciona el relleno de la cabeza?
¿Alguna duda acerca del tema de hoy? ¡Pues a estudiar! Aunque sean cursos de ganchillo en Youtube, o el reglamento de Aeronaves, o la Historia de la Ruta de la Seda, o Economía, o Derecho… ¿Nunca hemos tenido líos con nuestros dinerillos? ¿Nunca hemos necesitado un consejo relacionado con el Derecho? ¿De verdad nunca hemos echado de menos saber un poco de Psicología?
Pues en la Red y en las Bibliotecas hay infinidad de información al respecto de todo eso y de algunas cosas más. Cuando la agotemos toda podremos quejarnos, antes no.
Pero mucho cuidado con las falsas verdades, que son más antiguas que el presi ese del otro lado del Charco (lo escribo así para no llamar la atención de sus sistemas automáticos de alarma). Si nos falta sentido crítico también la Red y las Bibliotecas nos ayudan; yo empecé por leer El Criterio de Balmes, pero de eso hace más de medio siglo y seguro que hay algo más escrito al respecto.
Félix Ballesteros Rivas
22-08-18
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