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Los "magníficos depositarios"

Pablo Iglesias y Quim Torra, de enhorabuena.
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Pablo Iglesias y Quim Torra, de enhorabuena.

26 JUNIO 2018

Por Juan M. Martínez Valdueza
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Los magníficos depositarios de todas y cada una de las esencias humanas y divinas tienen, una vez más, en sus manos, el destino de España y de todos los que estamos dentro. Errático destino, por cierto, desde que tal concepto existe –el de España– a pesar de que la Historia parece haber ido por su cuenta prestándose a reconducirla una y otra vez...

... Estos magníficos comedores de loto, expertos en demoler cualquier convicción ajena con desdenes propios de los torras y sonrisas displicentes –desdén añejo y mueca de sonrisa, cuando no amenaza pura y dura–, capaces de ganar las guerras que otros perdieron y de escribir la Historia que no vivieron, capaces también de arrinconar a millones y a sus vidas sin más fuerza que la de una mata de pelo arrecogida en el pescuezo o la machada de fumarse un puro o una pura en la blanca –pero menos– intimidad de un urinario público, todos estos, digo, que tanto derecho tienen a ser lo que son como a serlo tienen los que no lo son –ojo que esto para ellos no cuenta–, aparecen, de nuevo, como depositarios del ignoto y próximo destino de España.

Que responda o no este nuevo desembarco en las instituciones a la realidad social y sus deseos medida en votos es cuestión baladí habida cuenta de la legalidad del mismo, fuera de toda democrática duda. Como fuera de duda está el que los “avances” del próximo periodo, en cuestiones como la soberanía nacional y la unidad territorial, le costarán décadas a España para retrotraerse a la situación actual, si es que lo consigue…

Y de los otros qué les voy a contar.

Pero ocurre que, en estos momentos de euforia para los primeros y desconcierto para los otros, los que estamos “pallá” del estéril y soporífero enfrentamiento ideológico-partitocrático instalado en nuestra democracia, tenemos la obligación de superar el hastío y vocear nuestras convicciones siquiera en las dos cuestiones apuntadas: la soberanía nacional y la unidad territorial de España.

Respecto de la primera, que la soberanía nacional reside en el pueblo español, por más que sea lícito y respetable que unos cuantos millones de catalanes, vascos o de Villanueva del Fresno –que es mi pueblo– deseen otra cosa, es de cajón. Y sin entrar en disquisiciones académicas, a vueltas y revueltas con las distintas disciplinas que se encargan del análisis “científico” de esta cuestión, lo que también es de cajón es la estulticia que significa disfrazar esta realidad con historietas como “el derecho de autodeterminación” y otras lindezas postuladas por los “magníficos depositarios” como parte de su bagaje político-perturbador.

La segunda cuestión, la unidad territorial de España, es más peliaguda y está estrechamente vinculada a la anterior. Los comedores de loto, los desmemoriados, deberían ser conscientes de que la ruptura de España nunca se podrá alcanzar de forma pacífica, en plan rondó y qué buenos y dialogantes somos todos. Esto es un axioma. A partir de ahí, pues todos a bailar… Por lo tanto es una irresponsabilidad de tamaño “planetario” –homenaje antecesor incluido– excitar los ánimos independentistas hacia un precipicio balcánico que podría engullirnos a todos, siquiera por una generación o dos.

¿No lo creen ustedes? Estudien detenidamente el comportamiento de los pueblos de las distintas naciones en el espejo del mundo que está siendo el actual Mundial de Rusia 2018 y ya me contarán…
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