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SALAFISMO YIHADISTA (9)

El terror continúa en Europa

Supermercado de Trebes donde el terrorista permanecía atrincherado. REUTERS
Supermercado de Trebes donde el terrorista permanecía atrincherado. REUTERS

10 JUNIO 2018

Por Jesús Argumosa Pila
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Tras casi seis meses sin que se produjera un atentado terrorista en Europa, el pasado 23 de marzo el terrorismo del salafismo yihadista regresó para golpear en el continente,...

... en las ciudades francesas de Carcasona y Trébes, cobrándose la vida de cuatro (4) personas. El pasado mes de mayo, el salafismo yihadista volvió a atentar en Europa, primero el día 12 en el centro de París, en el que murió una persona y un poco más de dos semanas después, el día 29, en la ciudad belga de Lieja, abatiendo a tres (3) personas. Todos estos atentados han sido reivindicados por Daesh.

El terror ha vuelto a Europa. El salafismo yihadista sigue siendo una de las mayores amenazas contra la paz y seguridad europeas. Después de casi medio año de tregua, el salafismo yihadista ha retornado a nuestro continente, con sus acciones terroristas mortales sembrando el miedo y la confusión en la sociedad europea e intentando doblegar nuestro sistema de vida, basado en la democracia y en unos valores universales, entre los que sobresalen la libertad, la justicia y la pluralidad de opiniones.

La mayoría de los expertos están de acuerdo en que el primer atentado terrorista asociado al salafismo yihadista con víctimas mortales en Europa Occidental se produjo el 25 de julio de 1995 en París - hace ya 23 años - en el que el Grupo Islámico Armado (GIA), de origen argelino - en aquel momento estrechamente vinculado a Al Qaeda - mató a ocho (8) personas e hirieron a más de cien en un ramal de la red ferroviaria Reseau Express Regional (RER) de París.

Hasta el año 2013, la amenaza del terrorismo procedente del salafismo yihadista estaba directa o indirectamente relacionado con Al Qaeda. Pero, a partir de 2014, la amenaza de dicho terrorismo yihadista en Europa Occidental procede, fundamentalmente, del autodenominado Estado Islámico (EI) que, desde entonces y hasta el final de 2017, se constituyó como rival de Al Qaeda en el liderazgo del salafismo yihadista global. No parece haber duda que, tras la derrota militar de Daesh, Al Qaeda recuperará su liderazgo a medio plazo.

Sin embargo, no hay que olvidar que, aunque el Estado Islámico ha sido derrotado militarmente, la ideología del salafismo yihadista sigue viva en muchos militantes y personas radicalizadas en mayor o menor medida, y a pesar de que el Daesh se ha convertido en un movimiento insurgente, su doctrina radical y terrorista sigue expandiéndose mundialmente.

Por ello, la amenaza del salafismo yihadista en Europa seguirá procediendo tanto de la mano de Al Qaeda como del Estado Islámico. En esencia, ambas organizaciones terroristas quieren implantar el califato y la sharía a nivel global y establecer un nuevo orden internacional, luchando contra todas aquellas naciones consideradas “infieles” que no aceptan someterse a la interpretación religiosa que el salafismo yihadista considera como única posible. Solo se diferencian en los procedimientos a utilizar.

De acuerdo con el Anuario del Terrorismo Yihadista de 2017, del Observatorio Internacional de Estudios sobre el Terrorismo (OIET) el año pasado ha marcado un nuevo hito en Europa Occidental ya que se ha convertido en el año con mayor número de atentados cometidos por el terrorismo de inspiración salafista yihadista.

Los quince (15) atentados terroristas cometidos en siete (7) países europeos - Francia, Reino Unido, Bélgica, Alemania, Suecia, Finlandia y España -, durante 2017, han ocasionado 62 víctimas mortales - 0,4% de todas las víctimas del terrorismo salafista global (algo más de 13.600, según la OIET) - aunque también es verdad que, pese al aumento de atentados, el número de víctimas es menor que en los dos últimos años.

El hecho de que los atentados terroristas cometidas en Europa tanto en el año 2017 como en el 2018 - hasta ahora -, hayan sido ejecutadas de forma poco sofisticada e individualmente - excepto el de Barcelona (España), donde actuó una célula local - parece indicar que el EI ya no tiene capacidad para planificar atentados desde el exterior y preparados por células locales operativas.

Es verdad que la caída del Califato del Estado Islámico, de forma progresiva a lo largo de 2017, ha supuesto la derrota de Daesh a nivel militar, pero también es cierto que durante dicha caída ha ido aumentando el número de países objeto de atentados yihadistas mostrando así que su amenaza es de carácter mundial. Dentro de este contexto de globalización de los mencionados atentados se halla Europa Occidental.

Lo cierto es que Europa seguirá siendo un objetivo del salafismo yihadista en el próximo futuro ya sea como consecuencia del retorno de los combatientes que se hayan desplazado, fundamentalmente, a los conflictos de Siria, Irak o Libia - se calcula que unos 5.000 europeos han ido a combatir con el EI, desde 2014 - o ya sea de aquellos simpatizantes yihadistas o personas radicalizadas que se encuentran dentro del propio territorio de la Unión Europea - en la UE hay fichadas unas 65.000 personas sospechosas de tener vínculos con el salafismo yihadista -.

A mayor abundamiento, un momento crítico para la seguridad europea aparecerá cuando se junten las primeras puestas en libertad de combatientes del EI condenados por la justicia, el retorno de los combatientes que han luchado en las filas del Daesh y los procedentes de la radicalización interna. En dichas circunstancias, la respuesta policial, judicial y militar, en su caso, de los Estados, deberá esforzarse al máximo para hacer frente con eficacia a esta triple procedencia de la amenaza.

Por ello, los gobiernos europeos necesitan diseñar una eficiente política de respuesta unitaria contra el salafismo yihadista, cooperar más estrechamente y reforzar sus sistemas de inteligencia para que actúen de forma integrada al objeto de hacer frente a una amenaza compleja y diversa, impedir procesos de reclutamiento y de radicalización, especialmente a través de redes cibernéticas y en las cárceles, así como disponer de un exhaustivo control y vigilancia de personas sospechosas.

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Madrid, 6 de junio de 2018
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